Cuatro

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Si siempre dices lo que sientes, has de saber que no escucharás solo buenas palabras.

Si rehúsas todo sentimiento que venga de tu interior, has de saber que no recibirás nada a cambio.

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Se sentó muy a gusto, su sonrisa molestaba a la chica que trataba de ignorarlo poniéndose el cinturón. Ino dio unos golpecitos en el cristal de su lado y ella bajó el vidrio esperando un cariño de su parte.

-¿Se lo pasas a Naruto? –le retacó una cajita de plástico que el rubio no tardó en recibir.

-¡Hey!

-Dejaste las galletas en el auto de tus padres. –dijo contenta.

-Ah, cierto, lo siento...

-No, no, está bien. Solo que... en verdad quiero que pruebes mis galletas. –estaba nerviosa.

-¿Hiciste galletas? –Sakura le arrebató la cajita al sacerdote. –Entonces son mías, ¿no?

-Claro que no, Sakura, él no las ha probado, tú siempre tienes tu porción. –la regañó para luego entregarle la caja de nuevo al sacerdote. –Te daré más mañana, si te gustan.

-Muchas gracias, ttebayo. –el día estaba comenzando bien. Las acomodó sobre sus piernas luchando contra la tentación de abrirla de una vez. Entonces, como reacción ya condicionada, pujó cuando las vio besarse, sin embargo, cerró los ojos arrepentido luego de hacerlo. –Lo siento... fue... inercia... -miraba hacia otro lado. Si bien, era cierto que era tolerante y que no encontraba la razón para maltratar a las personas, sin excusa, del mismo modo como miembro de una religión ferviente en su pecho, debía defender lo que creía.

-... que estupidez... -Sakura pisó el acelerador y la mañana de Naruto se arruinó sintiendo que estaba entre la espada y la pared.

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-Sasuke, por última vez, baja de ahí. –Shikamaru estaba temblando de frío. Era muy temprano y había una neblina que congelaba los huesos. Miraba aburrido hacia la copa de los árboles donde Sasuke estaba trepado semi recostado entre las ramas con los ojos cerrados y expresión de calma. –A la una... a las dos...

-No eres mi padre. –dijo molesto mientras por fin se dignaba a verlo. -¿es que no me pueden dejar solo ni un rato?

-Deberías estar en la cama.

-No tenía sueño.

-Qué raro. Porque siempre tienes sueño.

-Mis horarios están diferentes a los suyos.

-Baja ahora. Estás en una institución seria y vas a obedecer. –no hubo respuesta pero los piececillos se comprimieron mientras se incorporaba un poco asomándose hacia la calle. –Ah... -sonrió de lado. –lo estás esperando ¿eh? –solo recibió una mirada fría antes de recostarse de nuevo y cerrar los ojos. –Sasuke... tus padres vendrán a visitarte hoy, debes hablar con ellos sobre lo ocurrido...

-¿No te afectaría eso a ti?

-Tengo ética ante todo. Ellos sabrán si quieren que tú sigas aquí o te cambian de institución. –le dijo tranquilo, serio y un poco resignado, era cierto que le gustaba hacer lo correcto pero también estaba en peligro el prestigio de ese lugar que tanto peleó para dirigir. –Baja ahora o te enfermarás con este frío.

Desde el cielo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora