Trece

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ATENCIÓN: Una disculpa si la letra sale toda en negrita y cursiva, ya no supe qué hacer para cambiarlo y se me trababa la computadora. 

Bueno... este, quiero decirles que este episodio es especial, no tanto por lo que contiene sino porque por primera vez, luego de estos terribles problemas, pude escribir sin tristeza ni estrés por otras cosas. Con este episodio, mis historias regresan a ser lo que eran (eso espero). 

Les deseo mucho de lo que me han dado y más. 

Un abrazo y nos vemos en otras historias también. 

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No es coincidencia que muchas de las mejores personas no sean religiosas, escucha, Dios no quiere oración, quiere acción.

Así que solo ve a visitarle un rato pero trata de que tu día esté lleno de cosas por hacer, no es necesario que vayas a un reformatorio o que seas voluntario en un asilo, basta con que seas útil en tu casa, visites a un amigo, pasees a tu perro, practiques un deporte y mientras viajas a la escuela, te hagas amigo al que se sentó junto a ti. Esto lo aprendí algo tarde pero lo hice y estoy feliz de saber que estos últimos meses que he decidido quedarme contigo, los disfrutaré tal como deben ser.

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Sasuke llevó una de las sillas hasta el comedor, Minato llevaba la otra. La casa estaba vacía otra vez, solo con la familia que debía ser, Kushina salió a la tienda junto con su hijo dejándolos solos. Cosa realmente incómoda por varias razones para Sasuke... una, no lo conocía; dos, era el padre de Naruto y sentía que era igual de santurrón y religioso solo que lo creía aun más serio; tres, estaba de intruso en su casa, así se sentía ahora, cuando Naruto se alejaba un poco se sentía como invasor en esa casa. Y por último, Sasuke hace tanto tiempo que no hablaba con alguien sin ser cortante y grosero... uno pierde esa habilidad de ser amable o sonreír, esa conexión humana que todos tenemos o debemos tener.

¿Y si le preguntaba algo y no sabía contestar?

¿Y si un gesto suyo le ofendía y se oponían a recibirlo ahí?

No quería regresar al Instituto mental... y además era como una derrota, odia ser derrotado.

Fingió hacer algo en la sala, tomando los cojinsillos y sacudiéndolos un poco para dejarlos de nuevo en cada sofá. Minato se había mantenido en silencio allá en la cocina, ignorante de todas esas ideas que revolvían a Sasuke en su cabeza. Regresó con dos vasos llenos de leche y los puso en la mesita del centro, se sentó en el sofá de un solo espacio (su favorito ¿por qué no aceptarlo?).

-Sasuke... ten, debes tener sed. –le dijo cuando lo vio girarse un tanto rígido. –Adelante. –le ofreció una pequeña sonrisa y le indicó inclusive el lugar a tomar, frente a él, en el sofá más grande. El muchacho así lo hizo, enojado y frustrado por dentro, concentrándose en no mostrarlo en sus facciones. –Sí, ya sé... ¿leche? Ni que fueras un pequeñito... -se reía mientras tomaba su vaso de vidrio y le daba un trago, Sasuke lo observó confundido. –Lo que pasa es que... bueno... no sé cómo hablar con un adolescente... solo con niños... -soltó de repente, como si quisiera confesarle algo. Le miró pero Sasuke llevaba sus manos bajo sus piernas, inmerso en pensamientos, estaba claro que no tomaría el vaso.

Había decidido apagar la televisión, las luces de la sala eran las únicas encendidas a esa hora. Bebió un poco más de leche mientras pensaba en otra estrategia para hacerle hablar o solo... hacerlo sentirse en confianza. No es que quisiera averiguar algo en especial de él, solo que si estaría ahí una gran temporada, habría que romper esa barrera de silencio en la que dependía al cien por ciento de Naruto para todo. El chiste era curarse ¿no?

Desde el cielo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora