Nueve

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Usa toda tu fuerza. Tú no eres toda tu fuerza.

Después de todo, basta con mirar a tu alrededor y darte cuenta.

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-Cuando nos sentimos defraudados, es muy natural esa clase de molestia, esa sensación de enfado con la vida y con todo aquel que no se una a tu lógica. Lo importante, Sasuke –le llamó al ver que desviaba su vista hacia la ventana. –es que tu comprendas, interiorices tus propios sentimientos... y más importante, que vengas a terapia solo cuando quieras, porque si hay algo más importante en la ventana es bueno que no me hagas perder el tiempo. –el psicólogo le miró con aburrimiento. Ni siquiera le estaba haciendo caso, sus últimas palabras eran la muestra perfecta pues el muchacho ni siquiera reaccionó. -¿No es así, Sasuke?

-¿Eh? Sí, claro, comprendo. –le miró fugazmente para luego regresar a la vista del cristal. Afuera, podía verse la calle principal, estando en el segundo piso, la altura era considerable y le facilitaba observar quien entraba y salía. -¿Qué hora es?

-Las diez con veinticinco. –le dijo un tanto interesado en esa ansiedad constante delatada por su rodilla y sus manos frotadas una contra la otra.

-¿Está seguro?

-Pues si mi celular y el reloj de la pared están conspirando, no tanto. –se burló pero mantuvo silencio después cuando lo vio ponerse de pie y pegar las manos en la ventana, su nariz también tocó el cristal. –Esperas a alguien.

-Hoy tampoco llegó. –recargó uno de sus costados en la ventana, miraba impaciente hacia la callecita empedrada. Ahí estaba el auto de Sakura, ella si llegó, ayer y hoy, ambas veces sin Naruto. Inconscientemente, su mano subió a su cuello para sostener esa cadenita que ahora escondía con recelo no por miedo a que se la arrebataran, sino por ser algo más especial ahora que tenía el permiso del rubio para tenerlo.

-¿El sacerdote? Ya es tu amigo ¿no es así?

-No somos amigos. Es un tipo raro que me acosa y yo... solo es extraño que hoy no sea así. –se sentó con el seño fruncido y cruzó los brazos. -¿Qué decía? –el especialista solo sostuvo su cara con su mano, recargándola en el escritorio, no lo dejaba de ver lo cual le incomodaba al moreno que gruñó como respuesta. -¡¿Qué quiere?!

-La verdad. Está bien si me mientes, soy alguien más en tu vida, eso es todo. Pero mentirte a ti... -chasqueó la lengua varias veces mientras negaba con la cabeza. –Te irá mal después. Sobre todo si pensamos que tú estás aquí por mentirte.

-¡Yo no me miento!

-¿Te mentiste o no?

-¡Jamás! –sus puños contra el escritorio. -¡Qué tontería!

-¿Seguro? –acomodó un lápiz fuera de su lugar. –Ponerle excusas a las sensaciones o cubrirlas para no verlas es otra manera de mentir.

-¡Pues ya no lo hago!

-El sacerdote es un acosador, entonces. –se burló y el Uchiha alzó los hombros avergonzado. –No hay maldad en sentirse encariñado por alguien. ¿No quieres tener amigos?

-Los amigos estorban para avanzar.

-¡Claro que no! –se mofó. –Sin amigos yo no hubiera conseguido mi primer empleo, ni hubiera conseguido una camisa blanca de vestir el día de mi primer examen. Sin amigos, no hubiera llegado temprano el día de mi examen final, sin amigos uno no entiende cuando las cosas están mal. Sin amigos, Sasuke, yo no estaría aquí, no hablo precisamente de un amigo mío ¿verdad? –el otro se mordía el labio meditabundo. –Está bien si lo quieres.

Desde el cielo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora