Seis

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Miéntele al mundo, es la manera más fiable de sobrevivir a ellos.

Miéntete a ti mismo, es la manera más fiable de sobrevivir a ti mismo.

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Qué bueno que había tomado dos cigarrillos aquella vez, ahora mismo estaba terminándose el segundo. El aire sucio salió desde sus pulmones hasta su boca y nariz, el viento se lo llevó en seguida. Golpeó tres veces su cabeza contra la pared que estaba detrás de él y que le servía de apoyo, sus ojos cerrados, sus labios presionados. Su mano izquierda subió a su pecho y se abrió dos o tres veces cual gancho pero no sostuvo nada más que la sotana.

-No la tienes, Naruto. –se dijo en voz baja mientras recordaba como Sasuke se la arrancaba. Que mala idea recordarlo... la mirada aterrada y agonizante de Sasuke se parecía tanto a la de Menma. Sus ojos azules repasaron la callecita vacía de personas, no escuchaba nada en particular y de repente miró a su hermano a su lado, tuvo que bajar la cabeza un poco para ver a ese niño de catorce años que no dejaba de leer la Biblia.

Sonrió cuando escuchó su voz aun si no entendía nada. El cigarrillo se consumió en sus dedos.

-Y escucha esto... es mi pasaje favorito...

-Si.-contestó sin notar que la señora Yuki le miraba asomada en la puerta si animarse a interrumpir. Naruto acarició el espacio vacío a su lado y sus ojos se humedecieron.

-¿Disculpe, puedo salir un momento? –le hablaron a la señora y esta tuvo que dejar su espionaje para atender. El chirrido del cancél de seguridad pasó igual de desapercibido que la voz de la mujer para el sacerdote que aun contemplaba algo invisible para los demás.

-¿Sabes qué significa eso?

-No.

-Que todo Él ya existía desde antes del comienzo. No fue una idea nueva, ya nos sabía imperfectos.

-Jamás logré entender eso.

-Eso es porque no te entregas por completo.

-... Lo siento.

-... ¿Disculpe? –una mano acarició su antebrazo cubierto por la gruesa tela negra. Menma se fue y él se giró algo asustado. –Lamento interrumpirle.

-Yo... -enrojeció, hace tanto que no hacía eso. –Lo lamento.

-No se disculpe. –ella hizo un movimiento con el pie, había terminado de apagar la colilla de cigarro que dejó en el suelo el rubio. –No tenía idea de que existieran sacerdotes aquí. –Naruto le contempló reconociéndole, su cabello negro caía liso y fresco hasta la mitad de su espalda, llevaba un vestido azul oscuro de terciopelo y sin embargo, aun con lo costoso que se notaba que era, ella se veía agotada, como si estuviese de luto. -¿Señor...?

-Eh... ¡Naruto! –se enderezó al notar su despiste. –Naruto Uzumaki.

-Padre Naruto, un gusto. –le ofreció la mano y en seguida fue tomada. –Mi nombre es Mikoto Uchiha. Uno de mis hijos está aquí.

-Sasuke. –no pudo evitar decirlo. Esperó su reacción pero ella estaba más ocupada en revisar algunas cosas de su bolso.

-Necesitaba un poco de aire. –él asintió encontrándola muy hermosa. Se recargaron ambos en la pared. -¿Padre...?

-Diga. –le sonrió de nuevo.

-¿Está...? –sus manos se fueron a su pecho, apenada. -¿Está en... servicio? –ni podía verle a los ojos.

Desde el cielo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora