Tres

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A pesar de que la abeja tiene un aguijón con veneno, es una bella criatura.

A pesar de que el tigre destroza con sus garras, es un indescriptible honor observarle.

Y así, a pesar de que las personas estén a la defensiva, confiaremos en ellas.

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-Pasa, anda. –las luces se encendieron mostrando el lugar repleto de adornos antiguos y motivos florales. La mujer se quitó el saco, se despeinó con placer al sentir los dedos en su cuero cabelludo. Se quitó los tacones quedando descalza por la casa.

-Con permiso. –pasó avergonzado mientras era impactado en los cinco sentidos. Observando el hermoso y elegante lugar que aunque pequeño, bien utilizado. El aroma floral era obvio y la casa tibia. Pero a sus oídos le llegó una dulcecilla voz que resonaba bajito invitándolo a buscarla. Era una chica cantando. –Que linda voz... -dijo sin culpa y vio a Sakura asentir acostumbrada. Notando que no era tan bien recibido, decidió esperarse a las nuevas órdenes. La escuchó hablar mientras se perdía por un pasillo, entre mas pasos daba, menos entendía lo que decía pero el canto se detuvo.

Suspiró con su mochila entre sus manos, cargándola sin animarse ni siquiera a dejarla en el suelo. Había muchas fotos, se acercó a una que estaba en la pared de su costado derecho. Era Sakura con una toga, su graduación. Ahí estaba Ino, la misma chica de la foto de su celular. Caminó un poco más para ver otra donde al parecer posaba con sus padres y arriba de esa, una de la chica de dorados cabellos con un listón azul que presumía indicar algún premio.

-Gané en la feria de jardinería. –escuchó a sus espaldas y al girarse al fin pudo verla en persona. Llevaba un pantalón corto hasta la rodilla, sumamente entallado y de color durazno pálido, perdiéndose a veces con su tono de piel. Su camisa verde, tirantes delgados, escote recto. Se veía relajada, daba la impresión de haberse levantado apenas puesto que su cabello estaba mal atado en su cabeza.

-Felicidades. –dijo sonriente.

-¿Así que tu eres el sacerdote? –animada, cortó el espacio y tomó la maleta arrebatándosela y subiéndola a una silla del comedor. –Un gusto, soy Ino.

-Mucho gusto, Ino. Mi nombre es Naruto... -dieron un apretón de mano mientras Sakura regresaba por el pasillo pero ahora con un pantalón de algodón tan largo que lo pisaba en los talones. La camisa rosada combinaba perfectamente con su cabello.

-Soy... una... amiga de Sakura.

-¿Amiga?

-Ya lo sabe. –dijo la otra con voz agresiva. –No te voy a negar solo porque un soldadito de Dios viene. –se recargó en una pared que dividía la sala y la cocina. –Naruto, ella es mi novia, Ino Yamanaka. –se acercó un poco más. –Ino, él es Naruto... viene a ayudar al Instituto.

-¡Es un alivio oír eso! –sorprendió a ambos. –No tienes idea de lo mucho que necesitan a alguien que los escuche. –comentó empática mientras avanzaba a la cocina.

-Por favor, hay psicólogos. –dijo su pareja siguiéndole. Naruto decidió tomar solo el comentario de la rubia.

-¡Deben tener hambre! –se asomó la chica. –Ya casi está la cena. Sakura, no seas descortés... -miraba hacia el interior de la cocina. –Llévalo a su cuarto, debe estar cansado.

-Dios te bendiga siempre. –dijo el muchacho encorvando la espalda y viendo a la doctora pasar con un puchero y mirar la maleta. –Con permiso. –le dijo a la de ojos azules.

Desde el cielo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora