Capítulo II

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Diciembre 25, 2017.

No sé cuánto tiempo ha pasado, no sé si han sido ¿Minutos? ¿Horas? Desde que desperté. No sé si es oscuridad o estoy ciega. Me he pellizcado, mordido, me hale el cabello... pero nada funciona para despertar de este sueño. Sé que es un sueño, gracias a eso he logrado empezar a calmarme, aunque en el fondo este consiente que no lo es. Es la cruda realidad.

Por un tiempo pensé que en situaciones de crisis se necesitaba estar con la mente clara, despejada, estudiar la situación... ahora en lo único que puedo pensar es en la soledad en la que estoy, en la frialdad del suelo, en la oscuridad que me consume transformándose en temores que proviene del pasado.

Me mantengo con los ojos bien abiertos, aunque no logre ver nada, solo hay un sonido, y es el viento, se escucha el sonido de árboles en movimiento, de ramas que chocan entre sí. Siempre me ha parecido un hermoso sonido, pero ahora, ahora solo siento miedo.

Diciembre 25, 2016.

Son las 1:27 de la madrugada, sentada en un taburete, sola, tratando de borrar lo tatuado en mi alma con algo tan fuerte como él alcohol.

Cuando era pequeña soñaba con tener un árbol de navidad construido por papá, mamá, George y yo, por caminos que toma la vida solo lo construíamos George y yo. Las cenas de navidad las realizábamos en mi dormitorio, solo George y yo. Él y yo.

Ahora solo soy yo.

Miro a mi alrededor, el lugar no está tan transitado como otros dias... hay felices y miserables. Hay unos con compañía y otros, pues como yo, en la inmunda soledad. Unos bailando, otros sentados en la barra. Unos deseando que el tiempo pase más rápido; tristes de no haber pasado esta fecha con su familia feliz, obligada a trabajar en un bar en tal fecha de tremenda magnitud. Y otros como yo, lejos de la etapa de la felicidad.

― ¿Crees que en lugres como estos deberían de colocar decoración navideña?-giro mi rostro hacia el sonido de esa voz. Una chica esta a mi lado viendo detenidamente cada espacio del lugar.

No conteste, solo regresa mi atención a la botella frente s mí.

—¿Es eso posible?-siguió hablando. Luego de una pausa espezo a tararear un villancicos.

― ¿Qué quieres?- pregunté al borde del colapso.

― Solo saludar-dijo, puse los ojos en blanco-vale, estoy sola...

― Ok-dije.

Me parecía que ya la había visto alguna vez en algún lado, pero era una extraña.

—¿Cual crees que es el propósito de celebrar navidad?-suspiró dramáticamente- amiga, no se tu nombre.

―Lo siento, no te conozco-dije como diciendo adiós.

― Bien, eso se puede solucionar- hizo una pausa y su sonrisa se hizo más grande-hola, soy Carisa.

― Clarisa-dije

― No, Carisa-me corrigió.

― Oh-le di una sonrisa forzada de labios cerrados- Soy Chesna.

― ¿Por qué tan sola, un día como hoy?-me preguntó

La pregunta del año es cuando no estoy sola. La soledad para mí es como respirar, la necesito, me la merezco. Pero también me asfixia.

― No es tu problema.

― Bueno yo acabo de terminar con mi novio. Estábamos en su casa y empezamos a discutir sobre... oh bueno no lo recuerdo, pero eso no importa, me llamó zorra-bajo la cabeza, y se limpió lo que me pereció que era una lagrima-yo lo amo. ¿crees en el amor? ¿crees que existe?

¿Existe el amor? si, si existe. Lo que no existe es el amor a primera vista. El amor o como yo lo llamo "el cariño" va creciendo, primero es empatía, luego cariño... pero jamás el amor nace de la nada ¿Cómo es posible que dos sujetos que jamás se habían visto se amen? Para mí eso no es posible. Yo no sabía amar, solo he amado a dos persona... ellas ya no están. El amor ya no está.

No le respondí.

― Yo estoy empezando a dudar si el amor existe, me engaño y sigo pensando en él.

¿Y a mí que me interesa? ¿Esta hebrea?

Suspiró-idiota-levanto la cara, y volvió a esa sonrisa que tanto estaba empezando a odiar-¿quieres bailar?

― No.

― Bien-la mire, estaba sonriendo, pero en su mirada se miraba un mar de tristeza.

Maldicion, ahora mismo me estoy odiando, el licor me está haciendo débil, hace que sienta lastima.

― No bailo-le dije, ella se sorprendió-¿Qué?

― Nada, chica solitaria...

― Al grano-le dije, mirándola con cansancio.-y no vuelvas a llamarme así.

― Lo siento-sonrió, de nuevo-¿no puedes bailar o no te gusta?

― Un poco de ambas, supongo.-me encogí de hombros.

Seguimos hablando de temas sin sentido, no era tan mal estar acompañada. Cuando una persona es lastimada tiende a alejarse de ese peligro, nadie quiere volver al mismo dolor.

― Debo irme-le dije levantándome

― Nos vemos-hizo ademan de abrazarme, pero yo la fulmine con la mirada.

― Adiós.

― Te llamo luego, ve con cuidado.

¿dijo que me llamaría?

Por Dios, como si hubiésemos intercambiados números.

Salí del bar y comencé a caminar a casa, solo mi soledad y yo. Como me gusta.

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-Viviendo en la realidad de las letras-

Encadenada Oscuridad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora