Capitulo III

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Diciembre 25, 2017.

Soledad.

Era lo único que sentía, lo que más temía... pero lo que un tiempo más ame. Cerré los ojos con fuerza, no soportaba más esto, no quería seguir aquí, no quería recordar lo que me convirtió en lo que era, no quería ser la de antes... no de nuevo.

El miedo me arrastraba, el temor me sumergía, me asfixiaba... me regresaba a vivir de nuevo en el pasado.

Siento la presión del metal en mis tobillos y muñecas, pero no se compara con la presión en mi pecho.

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Diciembre 31, 2016.

― Gracias por su compra-dije al cliente, suspiré con cansancio.

Hoy me tocaba trabajar, y la verdad no me molestaba, me tocaba trabajar hasta las 22 horas. Eran las 20 horas, y estaba abarrotado de persona que deja todo para último minuto. Trabajo en un supermercado. Se han de preguntar cómo es que a mis 16 años, casi 17, trabajo... la respuesta es simple, el dueño de la tienda, Antonio, es mi padrino y gran amigo de mi padre, el me dio trabajo desde los 15, desde que mi vida se desvió, se fue al lado equivocado.

― ¿Llevará algo más?-le pregunté a la señora, ella me miro y frunció el ceño con concentración.

― No, creo que no querida.-me sonrió.

― Bien. Son $ 45.4 -me dio la tarjeta de débito.

Cuando ya se iba, me miro.

― Que pases una linda fiesta de fin de año-dijo con cierta sonrisa tímida en su rostro envejecido.

― Igual -no le Sonreí, solo dije-siguiente.

***

Me quedaba una hora más, estaba muerta del cansancio.

― Buenas noches-salude.

― Chesna, estaba buscándote, mira la fila que tuve que hacer.-dijo Carisa con las manos en la cintura.

Hemos estado hablando con mensajes, salimos una vez a una fiesta, es agradable.

― ¿Comprarás algo?-la miré seria, me entregó una bolsa de patatas y una botella de vino.

― Lo siento no podrás llevar la botella de vino, eres menor de edad-le dije con una sonrisa burlona.

Puso los ojos en blanco-no hablas en serio ¿verdad?-me miró suplicante

Me encogó de hombros-son las reglas del supermercado, no las mías.

― Bien, solo las patatas-dijo cruzándose de brazos-¿tienes planes para hoy?

― Solo llegar a dormir-la miré-¿tú tienes?

― Te propongo ir a una fiesta que hay en el muelle, son de las mejores, dicen...

― Salgo en una hora.

― Bien, te espero en la plaza.

***

― ¿crees que me vuelva a llamar?-me pregunto Carisa, se refería a su ex-novio, Marcus.

― No. No lo hará.

― Quisiera matarlo, y a ella. Anna, que nombre tan común. Me abruma. Es tan falsa ¿has visto su cabello? -dijo con enojo.

Eran las 23 horas. No estábamos en el muelle, estábamos en el auto de Carisa, con la calefacción encendida. Sabía que mi tono de piel no ayudaba a mi apariencia en estos tiempos, mi nariz pálida se tornada rojiza al igual que mis mejillas. Hacia un frío congelador. Decidimos quedarnos en el coche, con música, vino y patatas.

― No la conozco-Murmuré, me metí en la boca un puñado de patatas

― Es una de las animadoras-dijo sacando su celular del abrigo-te mostrare, espera entro a instagram

― No lo hagas, no le tomes importancia-dije con la boca llena de patatas- ellos están juntos, déjalos, no te atormentes-la mire con una mirada fría y trague el contenido de mi boca-ahora guarda ese maldito teléfono y olvídate de ellos. No merecen que pienses en ellos.

― oh-dijo sorprendida-me quieres, si me consideras tu amiga- susurró, me miro con una mirada cálida-gracias Chess.

Era una chica linda, agradable. ¿La consideraba mi amiga? Si, lo hacía. ¿Y yo, era su amiga?

― Carisa, mi nombre es Chesna.

― No desde ahora-me guiño un ojo- Deberías ponerme un apodo-dijo con una sonrisa.

― Olvídalo -le miré y seguía sonriendo, no sé porque me soporta tanto.

Suspire, las dos nos quedamos en silencio. En ese momento me vino a la mente la ultimas fiesta de fin de año que pasamos todos juntos en casa, todos. Fue hace tres años...

― ¿Quieres ir a mi casa?-dijo Carisa, suspire, era mejor no recordar eso. Continuo hablando viéndose las uñas nerviosamente- mi madre quiere conocer a mi única amiga.

Eso me puso la piel de gallina, Carisa era agradable, era una chica feliz, con sus problemas pero feliz, no dejaba que nada le quitara la sonrisa de su rostro. ¿Cómo podía ser yo su única amiga? Chesna Black, la chica solitaria.

― Mi padre no estará-siguió hablando, nerviosamente- le toca estar en urgencias. Mi hermano no pudo venir de California, al parecer fue a pasar la fiesta de fin de año con su novia-se rió de manera triste-tampoco vino en navidad, mis padres la pasaron con mis tíos, yo... bueno yo estaba con el idiota de Marcus. Mi hermano dijo que no encontró vuelo, ahora que tenía que ir a casa de su noviecita, menudo hermano, ¿Quién le paga la universidad? ¿ella?-me sonrió-no quiero dejar sola a mamá, ella esta con mi abuela en casa, pero sé que la abuela ya se durmió...

― ¿Qué esperas para irnos?-le dije tomando lo último de la botella

¡¡Demonios!! ¿Cómo se me salió eso? Tal vez, solo tal vez quiero que esta chica dulce que tengo al lado no se convierta en una persona como yo, quiero que disfrute al máximo de su familia.

― ¿Estas segura?-me miró sorprendida, yo solo me encogí de hombros

― ¿Tienes alcohol en casa?-le pregunté, asintió- pues vamos.

Sonrió. Espero no equivocarme de esto. Cuanto te extraño soledad.

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-Viviendo en la realidad de las letras-

Encadenada Oscuridad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora