Capítulo 6.

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Samuel Baizen.

Desde mi bicicleta el soplo del viento en el rostro resulta suave, casi fresco para la época en la que estamos. Me trae paz y recuerdos, de cómo se aislaba él, buscando la frescura de una noche casi invernal. Algo que no terminé de entender pero que, con el tiempo, aprecié.

Gerard y yo siempre hemos sido polos opuestos, frío y calor. Noche y día, pero nuestras diferencias no nos alejaban, nos acercaban. Con él descubrí cosas nuevas, aficiones que nunca había probado, y...

-Sensaciones que todavía añoro. -Murmuró para mi mismo y me detengo, algo triste. Con la luz del atardecer el tower bridge muestra todo su esplendor, colores amarillos y naranjas se definen entre las nubes. Es hermoso.

En principio mi objetivo era la torre pero después de ver esto no sé si quedarme. La gente se ríe, hace fotos del puente, del rió, del cielo,.. Todos inmersos en ropa de verano y un ambiente alegre. Verano, vacaciones, esas palabras se pueden oler y sentir en el aire. Por un momento distingo una melena familiar cercana a mí y suelto un suspiro.

Por más que me empeñe en no pensar en Natalie estos días he conseguido lo contrario. Esa chica me tiene absorto y después de nuestro último encuentro no sé si me gusta.

Los ánimos se calmaron y sé que no debería darle vueltas, que podríamos intentar ser amigos, pero la sensación de sus labios en los míos sigue en mi mente. Unida a ciertas sensaciones que no sé descifrar todavía.

Ni sé si quiero.

Y aun así no puedo dejar de buscarla, de observarla ahora mismo, a su inconfundible melena pelirroja que se mueve y retrocede, tan absorta como yo. Solo que su objetivo es otro...

Delineo su figura mientras intento captarlo, ¿el puente?, ¿la gente? Por el movimiento de su objetivo diría que lo segundo. Desvío la mirada, enrojeciendo como un tomate cuando siento que este se mueve en mi dirección. No tengo remedio.

Natalie alza su mirada de su cámara observándome, curiosa. Deja colgando su cámara y desvía su mirada hacia el suelo. Arqueo una ceja, ¿qué siente? ¿Vergüenza? O quizás, no, no creo que se arrepienta. Tampoco sé por qué tengo la ilusión de que sí, no debería.

Sacudo la cabeza y decido volver a montarme en la bicicleta. Definitivamente estoy reaccionando como un estúpido. Sería mejor que me vaya si no voy a hablarle.

"Puestos a pensar tampoco sabría que decirle" Pienso. Una vez montado giro el rostro pero ya no está. Lo dicho, mejor irse, el mundo no va a detenerse porque lo desee.

- ¡Samuel! - Su voz aparece entre el murmullo de la gente. Me detengo para verla llegar con la respiración levemente agitada. - Hola...

-Hola. -Respondo simplemente bajando una pierna de la bicicleta. -Veo que sigues en busca de objetivos por la ciudad. -Me mantengo, sereno, sin bromear como en otras ocasiones, pero tampoco molesto, intentando que mi rostro no muestre ningún sentimiento.

- Si... Estos cielos no hay que desperdiciarlos. - Su voz se apaga a medida que habla. - ¿Todo bien? -La miro algo sorprendido, preguntándome qué me ha delatado y me encojo de hombros.

-Supongo que... sí. -Sonrío levemente. -Es solo que esto es...-La miro un instante y luego a mí y termino por sacudir la cabeza. No sé a santo de qué pretendo reclamar. -Bah, mejor no me hagas caso. -Viro los ojos hacia el horizonte intentando no pensar y consiguiendo todo lo contrario.

- Incómodo... - Susurra casi inaudible sin mirarme.- Lo siento, no debería... Será mejor que me vaya.-Niego con la cabeza.

-No, soy yo el que está reaccionando como un tonto. En ningún momento quise...Ya sabes. -No sabía explicarme, o más bien no me atrevía del todo, consecuencia de mi eterna timidez. -Deberíamos intentar ser...

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