Hola, hola, al habla Paula. Estoy aquí, al fin, para publicar el epílogo de esta historia. Sentimos el retraso, pero en ocasiones la vida real nos supera, y no solo en cuestiones de tiempo y quehaceres. He pasado por una mala racha de moral en su momento, pero ya logré remontar y poco a poco iré retomando mis publicaciones. Os dejo el epílogo, y espero que os guste y nos volvamos a leer algún día en algún lado. :D
Epílogo
Samuel Baizen
El dibujo que mi hermana entrega al aire es tan bello que siento que me van a saltar las lágrimas. Lo recojo al momento y aunque Samantha se aleja con esa mirada perdida y confusa que ahora le reconozco demasiado bien, no efectúa ningún ataque contra mi persona. En el centro se percibe una suave melodía navideña, lo mismo que representa el dibujo, es para Natalie, me dijo, nosotros, nieve, amor.... Debo luchar contra el impulso de recordarle que mi novia odia la navidad.
Mi hermana es peculiar, lo fue desde que cumplió los quince y afirmaba que mi mejor amigo estaba enamorado de ella, peor fue cuando mencionaba llamadas que nunca existieron y, o, efectuaba acusaciones en contra de sus propias compañeras de clase por daños no infringidos. Se aislaba, fallaba constante en clases y no era la última vez que reportaron algún episodio violento de ella a mis padres. Como es obvio mi padre era quién se encargaba de aquellos casos, tratándola como una simple niña desobediente cuando en realidad era más que eso.
Fue lo que la empeoró hasta la conclusión inevitable, el asesinato de mi padre y su reclusión en un psiquiátrico, intenté de todo para sacarla pero al final desistí, incapaz de demostrar su estabilidad mental, como sí hice con Victoria. Obviamente, no vamos a comparar el trastorno límite de personalidad que posee mi amiga con una clara esquizofrenia aguda.
–¿Hermano? No me ignores, ¿se lo darás, verdad? –Tuve que repetir mi afirmación dos veces para que se calmara, deje de actuar como si le hablaran tres personas a la vez y por ello no distinguir mi voz. Decido llamar a una de las enfermeras encargadas de ella, esto me supera.
Mentiría si dijera que no sé qué le ocurre en estas fechas, los recuerdos que la atormentan, navidad es una de las fechas que más me gustan por una razón obvia, mis padres nunca discutían, tampoco papá bebía, ni me pegaba. Eran épocas en donde reinaba la felicidad y los obsequios. Es natural que la falta de ello ponga a mi hermana en todos sus estados, más cuando recuerda a qué se debió.
De vuelta al coche suelto un suspiro y decido envolver el cuadro, quisiera dárselo a Natalie, festejar estas fiestas como es debido, y de paso desconectar un poco. En momentos como este me siento como un punto y aparte, colgando guirnaldas y regalos con mis amigas, mientras otros sufren envueltos en tristeza o recuerdos. Es un proceso natural de mi carácter escapista, pero obviamente, no puedo obligar a Natalie a pasar por lo mismo.
Cuando me consigo tranquilizar arranco de vuelta a casa, Michael me recibe algo inquieto, más cuando le explico las novedades. Últimamente parece más preocupado por Samantha que de costumbre, no se lo reprocho, es bueno que ella se relacione con personas de fuera, sin ser estos familiares.
–Victoria me llamó recién, quiere organizar la fiesta de navidad de todos los años. –Sonríe relatando, más animado, cuando solicito un cambio de tema. Desde que nos conocemos mi amiga gusta de organizar esas fiestas, invitar a la gente a su casa, pasarnoslo bien, entregar regalos. Incluso nos hacemos algunas fotos, de las cuales siempre ella o alguno de sus amigos, yo incluido, hacemos el truco de venir disfrazados de papá noel. Francamente no tengo ánimos de disfrazarme, pero de ahí a no asistir hay un gran mundo. –¿Vas a invitar a Natalie?
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RomanceDesde el principio fueron como las dos mitades de una naranja. Tan similares que se asocian al instante. Complemetándose de forma natural, como las dos caras de una moneda. Natalie y Samuel. Samuel y Natalie. Los dos en...