Capítulo 11

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—¿U-una cita?—Mi piel se puso pálida como un papel.

—Si, una cita— me miró.

— ¿Conmigo?— Trague saliva.

—No veo a nadie mas por aqui— Giró su cabeza a todos lados y sonrió.

— ¿Por qué conmigo?

—No arruines el momento Tamara, solo di que si.

—Yo no lo se — mi cerebro aún estaba procesando su petición.

—¿Qué tal un día de campo mañana?

—¿Mañana? no lo se hay universidad— mi corazón se aceleró.

—No te preocupes,será después de la universidad ¿Qué dices? 

—No lo se, te responderé mañana— dije rápidamente.

—De acuerdo—sonrió.

—Hipotéticamente hablando, si digo que si ¿A donde iríamos?

—A un día de campo.

Asentí con la cabeza sin decir una palabra.

—Creo que ya es hora de irnos, no quiero que tu papá me fusile.

—No creo que lo haga, le caes bien—sonrei.

—Tamara ¿Por qué lees tanto?—preguntó después de un rato.

Lo pense un segundo.

—Para escapar un poco de la realidad—respondi sincera.

—¿De que quieres escapar?

—Tonterías, no me hagas caso—sonrei.

—Salgamos de aquí— se puso de pie y me ofrecio la mano.

—Salgamos—la tome y me puse de pie.

Subimos al auto y por primera vez, el silencio entre nosotros no era incomodo, supongo que ambos teniamos muchas cosas en la cabeza, el manejaba y yo solo miraba por la ventana sintiendo ese cosquilleo, el mismo que senti cuando bailamos.

—Llegamos —me interrumpió su voz después de un rato.

—Gracias por traerme—sonreí.

—Agradeceme mañana.

—Todavía no dije que si —dije nerviosa.

—De acuerdo— suspiró— Adiós Tamara —su voz sonaba decaída.

Su auto arranco y me fui directo a casa.

—Buenas noche mamá y papá— mire hacia l cocina donde estaban tomando un café.

—Buenas noches cariño ¿Cómo te fue?

—Muy bien— sonreí— Me quiero ir a Dormir, estoy algo cansada.

—De acuerdo, que tengas dulces sueños.

Subi a mi cuarto, me duche y me puse mi pijama de unicornio.

Me acosté pensando en lo que había sucedido, quizá después de todo si estaba la posibilidad de tener algo con Alejandro, recordé su sonrisa y no pude evitar esbozar una también, recordé sus  malos chistes en la morgue y ya no me parecían ser tan malos, podía llegar a ser muy molesto pero incluso eso ya no me parecía tan malo.

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El sonido del despertador hace que abra mis ojos, doy un largo bostezo, me pongo de pie y como de costumbre tomó una ducha y cepillo mis dientes, antes de vestirme pienso en la propuesta de Alejandro, no se lo que responderé todavía así que me visto con un vestido floreado, unos botines y tomó mi pelo en una coleta ya que no sabía si diria que si y Alejandro dijo que iríamos a un día de campo.

La lista de Tamara WilsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora