Sábado noche. Enero. Menos tres grados en la calle. Una nevada inminente prometía cubrir de blanco las calles de Yokohama. ¿Qué mejor plan para una velada como aquella que el clásico de sofá, película y palomitas? A Dazai y a Kunikida, desde luego, no se les había ocurrido nada mejor.
Allí estaban los dos, en el mullido y cómodo sofá del piso que compartían. Osamu se encontraba parcialmente tumbado, usando a su novio como almohada y arropado por una manta de lana roja muy suave y muy calentita. Esta cubría sólo el regazo de Doppo, pero al rubio no le importaba en absoluto. Su pareja ya le proporcionaba el calor suficiente y necesario. Frente a ellos, en la mesita del salón reposaba un bol gigante de palomitas de microondas, y ya más de la mitad habían sucumbido a la gula del suicida. En la televisión se reproducía un clásico a color. Desayuno con diamantes, una de las películas favoritas del dueto, fue la elegida. Habían visto aquella cinta miles de veces, y ganas no les habían faltado de recrear la mítica escena del beso final bajo una lluvia torrencial. Una pena que su gata tuviera nombre y que Dazai se resfriase fácilmente.
Inconsciente de sus actos, Kunikida acariciaba a su novio por encima de la manta. A veces lo notaba ronronear, y en ningún momento dejó de sentir su respiración constante y calmada. Más o menos a mitad de la película, cuando dejó de coger palomitas de forma intermitente, una sospecha arribó a los pensamientos del rubio. Unos veinte minutos después, vio que como buen detective había acertado. El suicida se había dormido. Y Doppo sonrió al notarlo. Su novio tenía ciertos problemas para dormir, despertarlo hubiese sido una crueldad. Él no era cruel, y cuando estaban en privado y se trataba de Osamu pecaba de ser especialmente cariñoso. Por eso esperó a que la película acabara.
Cuando Holly y Paul se hubieron dado su último beso y comenzaron los títulos de crédito, Kunikida apagó la televisión y tomó al moreno en brazos como si se tratase de una princesa, todavía envuelto en la antes mencionada manta. Trató de no despertarlo y lo llevó a la cama, logrando su objetivo. Lo depositó entre las sábanas y bajo los cálidos edredones con dulzura infinita, para luego tumbarse a su lado y abrazarlo. Dazai se acurrucó en su pecho, murmurando algo ininteligible en sueños. Y el rubio no pudo hacer más que sonreír y posar los labios en su frente a modo de beso de buenas noches.
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Kiss me, Kunikida-kun [BSD yaoi] [Kunikidazai fanfic]
FanfictionConjunto de drabbles inspirado en un reto que me encontré por Tumblr: el askfic kiss meme. Y que sí, que dice ask, pero no va a ser necesario que nadie pida nada, tranquilos. Ya me encargo yo de enseñaros todos esos besos que Kunikida y Dazai pueden...