2 - Last kiss

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-Lo siento. No... no he podido hacer nada.

-No puede ser...

-P-Pero, Yosano-sensei... no...

Toda la Agencia se había congregado alrededor de la puerta de la enfermería, esperando ansiosos la salida de la doctora. Necesitaban oír buenas nuevas, unos más que otros pero todos con el corazón en un puño. Por desgracia, la respuesta obtenida por parte de Akiko era de todo menos eso.

-Pero si cuando lo trajimos aún estaba...

-Cuando lo trajisteis no es cuando llegó. -Cortó la médico a Atsushi. La voz de la mujer temblaba de rabia y de desesperación. Y al joven medio tigre le fallaron las rodillas-. No puedo resucitar a los muertos.

-P-Pero...

-¡No hay peros aquí! -Exclamó alzando la voz-. Lo he intentado todo y ha sido demasiado tarde...

La sala quedó en silencio absoluto. Hasta Fukuzawa y Ranpo estaban conmocionados. No había forma de sobrellevar esa pérdida con dignidad, no teniendo en cuenta quién los había dejado. Y sin duda había alguien más afectado que el resto. Claro que sí. Tenía nombre, apellido y sus vendas estaban manchadas de la sangre contraria. Los sollozos de Nakajima y de Naomi no llegaban a sus oídos -o no eran procesados- y sus manos no dejaban de temblar. Si no había humedad en sus ojos castaños era única y exclusivamente por el shock en el que se encontraba. Porque esa situación lo había mandado de una patada cuatro años en el pasado.

-Dazai, yo... -pesarosa, Yosano se dirigió hacia el suicida, tendiéndole esa libreta, ese ideal tan preciado por Kunikida-, lo siento tanto...

Como si se tratase de un robot, tomó y sostuvo el cuaderno, antes de alzar la mirada. Forzó una sonrisa como sólo él sabía. Pero esa vez todos pudieron ver a través de su muralla.

-No ha sido culpa tuya, Yosano-sensei. -Su voz fue la única que lo traicionó, rompiéndose al final de la frase y haciendo que debiese excusarse-. Dadme sólo un segundo...

Raudo, casi huyendo, Osamu salió de allí. Cruzó el umbral de la oficia y dejó que la puerta se cerrase a sus espaldas. Entonces se apoyó en ella y se resbaló hasta acabar sentado en el suelo, con las rodillas flexionadas, abrazando ese bloc de notas con el rostro enterrado en su propio cuerpo. Había vuelto a pasar. Alguien a quien amaba había vuelto a abandonarlo. Su profecía eterna, su maldición de perder lo querido se había cumplido de nuevo. Y esta vez ni siquiera pudo despedirse, ni siquiera pudo oír sus últimas palabras. Puede que todos sus compañeros estuviesen destrozados, pero en su caso un corazón ya de por sí roto se había reducido a polvo. Al fin y al cabo, la persona encargada de pegar los pedacitos con super glue acababa de morir.

Lo único que logró hacer para decirle adiós fue rozar con sus labios la portada del ideal, regalándole así un último, helado y salado beso.

Kiss me, Kunikida-kun [BSD yaoi] [Kunikidazai fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora