*AVISO: Contiene algún ligero spoiler del manga*
Kunikida llamó un par de veces a la puerta de la habitación trescientos doce con los nudillos de su mano libre, la derecha. En la izquierda sostenía un pequeño ramo de tulipanes. Los vivos colores de las hojas amarillas, rosas y de aquellos cuyos delicados pétalos estaban jaspeados rompían con la monotonía del hospital. A pesar de carecer de aroma, al menos parecían mitigar el penetrante olor a desinfectante. Una voz amortizada por las paredes le permitió el paso.
Dazai estaba solo, sentado en la cama, vestido con el clásico pijama verdoso propio de estos sitios, con un libro cerrado sobre el regazo y la mirada perdida por la ventana. Ante sus ojos, era muy frágil. No dirigió la mirada hacia su visitante hasta que escuchó la puerta cerrarse de nuevo tras este. Entonces le regaló una velada sonrisa llena de amargura. Ambos estaban muy desmejorados, uno por haber pasado menos de un día desde su salida de la cárcel y el otro por la herida todavía abierta en su costado.
-Hola. -Saludó el idealista, dejando el ramo en un jarrón en la mesilla y sentándose a su lado-. Te... te he traído flores.
-Ya lo veo. Son muy bonitas, gracias.
-¿Cómo estás?
-Voy mejorando. Aunque las enfermeras no me dejan salir de aquí ni un segundo.
-Te escapaste del hospital por la ventana para venir a ayudarnos, es normal que desconfíen.
-Era una emergencia. No podía quedarme sin hacer nada.
-Lo sé. Y te agradezco que no lo hicieras. Ganamos gracias a ti.
-Ganamos gracias a Fitzgerald. -Esa falsa sonrisa que había mantenido en sus labios se torció al rememorar el canibalismo. Estaba frustrado. Muy frustrado-. Yo perdí, Kunikida-kun. Odio admitirlo, pero Dostoievski se me adelantó. Y todavía no hemos ganado la guerra.
-¿Incluso tú te sientes derrotado?
-Más que nunca. Siento que os defraudé a todos.
-No más de lo que pude haberlo hecho yo... -Suspiró el rubio.
-¿Y tú? ¿Cómo te encuentras?
-Me siento como la mierda. Deberían haberme condenado por la muerte de ese niño, me lo merecía. -Se sinceró el rubio, pasándose una mano por los cabellos, ya de por sí despeinados-. Creo que tenías razón. Mis ideales, mi justicia... no son más que patrañas que pueden herir a otros.
-Yo nunca dije eso.
-Cuando lo del rey azul tú...
-Dije que la rigidez de tus ideales era peligrosa, y lo sigo manteniendo. Pero las cosas no son tan sencillas, Kunikida-kun. En un momento como este si tú dudas, ¿quién demonios va a sostenernos?
-Alguien que no sea un arma de doble filo.
-Todas las armas tienen doble filo, Kunikida-kun. Pero ese doble filo se puede emplear para proteger, y no sólo para herir.
Con sus ojos dorados, Doppo se quedó mirando a su compañero. Osamu también se mostraba serio.
-Has cambiado. Hace dos años no eras así.
-Puede que sea cierto, pero he cambiado gracias a ti. -Dudando un segundo, el suicida tomó la mano del rubio. Cálida y grande, no podía abarcarla con sólo una de las suyas-. Junto a Ranpo-san, eres uno de los pilares de la Agencia. No permitas que Dostoievski te haga tambalearte, Kunikida-kun.
-Gracias, Dazai.
-No me las des. -El detective apretó inconsciente la mano del ex ejecutivo. Las sonrisas en sus rostros transmitían mucho más de lo que se permitirían decir-. ¿Te quedas un rato más conmigo? -Le pidió-. Estar aquí solo es muy aburrido.
-No sé cómo lo haces, pero siempre me alteras los horarios.
Aquel no era el mejor lugar para reír, pero se permitieron emitir unas suaves carcajadas. Dazai quiso besarlo. Kunikida también. No lo hicieron. No se atrevieron. Aquel beso que tanto habría sanado sus almas nunca fue dado, pero la sola presencia de la mano contraria pudo ser suficiente para ayudarse mutuamente.
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Kiss me, Kunikida-kun [BSD yaoi] [Kunikidazai fanfic]
Hayran KurguConjunto de drabbles inspirado en un reto que me encontré por Tumblr: el askfic kiss meme. Y que sí, que dice ask, pero no va a ser necesario que nadie pida nada, tranquilos. Ya me encargo yo de enseñaros todos esos besos que Kunikida y Dazai pueden...