Kunikida le apuntaba con un arma real directamente a la cabeza. Dazai estaba seguro de que una sola de esas balas podría matarlo y acabar de una bendita vez con el tormento que era su vida. Aquella no era una invención del idealista, no podría anular el disparo. Las posiciones de ambos estaban invertidas, visto desde fuera. La víctima amenazada de muerte se mostraba tranquila y sosegada, a pesar de maldecir una y mil veces la situación. Mientras tanto, quien debería haberse presentado con más confianza por poseer la clara ventaja, no hacía más que temblar de arriba a abajo. Doppo no deseaba aquello, incluso trataba de evitarlo. Lo que menos quería era hacer daño a su compañero, pareja y confidente, a esa persona a la que tanto amaba. Sin embargo, la marca morada de una mano plasmada en su cuello lo obligaba a actuar así. Y él lloraba sangre por la maldición de Dogra Magra.
-Kunikida-kun, baja el arma. -Ordenó Osamu, alzando las manos en señal de rendición. Su melodioso tono tenía por objetivo calmar al rubio, pero no le terminó de salir bien.
-No puedo, Dazai... no puedo. -La voz del idealista se tambaleaba tanto como su pulso. Si disparase, quizá el perdigón no llegaría ni a rozar uno de los cabellos del moreno-. Sasaki-san... ¿q-qué hace ella aquí?
-Kunikida-kun, es una ilusión. Aquí sólo estoy yo.
-N-No... no... ¡Aléjate! -Chilló, increpándole algo a un espectro maligno que únicamente él veía-. ¡Vete!
-Kunikida...
-¡Está muerta por tu culpa, Dazai! ¡Podría haber sobrevivido! ¡Tú la mataste! -Gritó-. Ella...
-¡Doppo!
No fue por oírlo pronunciando su nombre. Fue por notar su presencia tan cerca de él. Dazai había acortado las distancias hasta el punto en que el cañón del arma se apoyase en su pecho. Kunikida lo miró. Lo miró y lo vio, venciendo el amor a la maldición por unos cortos instantes. Y contempló esos ojos tan preocupados por él, esos ojos que sólo en su presencia eran sinceros.
-Retrocede, por favor... No quiero hacerte daño.
-No puedes hacerme daño, tú no.
-P-Pero...
-Atrévete a matarme, Doppo -musitó-, o déjame salvarte.
Sin reparar en que el idealista podría haber apretado el gatillo, hizo lo único que se le pudo ocurrir para detener la maldición. Con su brazo sano rodeó el cuello del rubio, hizo que agachase la cabeza y lo besó. Sus dientes chocaron con brusquedad, notando como si una corriente eléctrica los recorriese de arriba a abajo.
Y la pistola cayó al suelo con un ruido metálico.
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Kiss me, Kunikida-kun [BSD yaoi] [Kunikidazai fanfic]
FanfictionConjunto de drabbles inspirado en un reto que me encontré por Tumblr: el askfic kiss meme. Y que sí, que dice ask, pero no va a ser necesario que nadie pida nada, tranquilos. Ya me encargo yo de enseñaros todos esos besos que Kunikida y Dazai pueden...