A veces Dazai pensaba que debería empezar a hacerle caso a Kunikida y dejar de andar descalzo por casa. Estaría bien que pensase en comprarse unas zapatillas. O, por lo menos, en ponerse unos míseros calcetines. Así dejarían de enfriársele los dedos de los pies. Aunque lo prefería a hacer ruido y despertar a su enamorado.
Con una sonrisita divertida y alegre se sentó en el borde de la cama. El idealista todavía dormía. Abrazaba la almohada para sustituir así el calentito cuerpo de su novio. Los mechones rubios de su largo cabello se esparcían por las sábanas sin orden ni concierto alguno. A Osamu le encantaba verlo así, relajado, despeinado y sin gafas ni coleta. Su rostro perdía algunos años al dormir. Era al no fruncir el ceño, eso le daba una apariencia mucho más dulce. Pero por temas de gustos, al ex mafioso en general le encantaba verlo en ese estado. Sobre todo porque cuando descansaba una leve sonrisa se aparecía por sus labios. Era diminuta pero, a ojos del suicida, la más bonita del mundo. ¿Pensaba así por la fuerza de su enamoramiento? Puede, pero también se veía capaz de asegurar que nunca había sido tan feliz.
Despistado, Dazai dejó a sus dedos vagar, enredándose en los mechones del detective. Lo acarició con toda la suavidad del mundo, procurando que no se despertase e interrumpiese ese momento de deliciosa contemplación. Sus dígitos se pasearon por su rostro, como si quisiera dibujar la perfecta forma de su mandíbula. Y acabaron rozando su boca segundos antes de que el propio suicida se inclinase sobre esta. Con cierta timidez cargada de complicidad lo besó. O quiso hacerlo, pues sólo en el mundo al revés ese delicado roce entre ambos labios alcanzaría tal categoría. Por desgracia, eso valió para traer a Kunikida desde el mundo onírico.
-¿Osamu? -Cuestionó adormilado.
-Buenos días.
-¿Qué hora es? -Masculló incorporándose. Al ver el sol ya en lo alto, regresó a la realidad de golpe. Y Osamu frunció el ceño. Su reacción fue la que esperaba y la que no quería ver.
-Las diez y algo pasadas.
-¡Joder! -De un salto que le valió comerse el suelo, el idealista salió de la cama. Su novio puso los ojos en blanco-. ¡Llegamos tardísimo! ¿Por qué ni siquiera estás vestido?
-Porque, Doppo, cariño mío, amor de mi vida y de mi corazón -habló Dazai, atrayéndolo de nuevo a la cama y tirándolo encima suyo-, hoy es nuestro día libre.
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Kiss me, Kunikida-kun [BSD yaoi] [Kunikidazai fanfic]
FanfictionConjunto de drabbles inspirado en un reto que me encontré por Tumblr: el askfic kiss meme. Y que sí, que dice ask, pero no va a ser necesario que nadie pida nada, tranquilos. Ya me encargo yo de enseñaros todos esos besos que Kunikida y Dazai pueden...