Capítulo 1: " sorpresa"

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Ví como salía el sol desde el tejado de la casa, agarrada a la chimenea, si mamá se enterara que lo suelo hacer cada vez que no puedo dormir me mataría.

El sol es algo, que no ha cambiado y espero que no consigan cambiar, es tan bello ver los tono anaranjados que toma cuando sale entre las montañas verdes plagadas de árboles. La brisa fría de la mañana hace que se me ericé la piel y mueva algunos mechones de mi pelo recogido en una larga trenza, aún sigo en pijama que se me pega más al cuerpo, mostrando mi delgada silueta.

No puedo evitar que mi mente viaje al pasado, antes de que cayeran los países, la ciudad en la que vivía... Mi hermoso Londres... de aquello ya no queda nada... Una lágrima recorre mi rostro aún lleno de pecas. ¿ como ha podido el hombre acabar con todo aquello que construyó y que era tan hermoso?

La voz de mi hermana pequeña Cristin hace que me sobresalte

- ¡ Mamá, Kate ha vuelto a subirse al tejado!- grita de forma estridente

Oigo los pasos de mi madre subiendo de forma apresurada la escaleras hasta llegar a la buhardilla

- ¡ Catherine Ellizabeth Stuarts, no puedo creer que esté ahí arriba ! Cuantas veces tengo que repetirte que no subas al tejado- su voz suena enfadada - ¡ baja de ahí inmediatamente !- me pongo en pie sobre el inclinado techo de forma que hago asustar a mi mamá, ella se tapa la cara para evitar ver mis peripecias- un día de estos te vas a matar Kate- me dice mientras ya estoy entrando por la ventana por la que había salido.

- Mamá, eres una histerica, hago esto cada vez que no puedo dormir

- ¿ Has vuelto a tener pesadillas?- su voz se vuelve preocupada

- Si... Pero no me apetece hablar de ello, así que prefiero que no me preguntes más

- He calentado agua caliente para que te bañes.

Cogí una de las toallas que nos quedaban, aunque mamá estaba haciendo más.

Quité el pijama que cubría mi piel y me metí de pié dentro del barreño, en suelo había una de las pastillas de jabón que solía intercambiar mamá por alguno de los encargos que hacia a la señora Lawrence, nuestra vecina, que vivía a unos 500 metros de nuestra casa y que tenía un gran número de vacas.

Tras el baño, me vestí con la ropa de todos los días, los pantalones de piel, de uno de los becerros de la señora Lawrence y que mi madre había dado forma, unas botas del mismo material y también hechas por mamá, una blusa, que ya estaba muy gastada un cinturón con el que enganchaba el cuchillo que me había dejado antes de partir y con el que me defendía, si tenía la necesidad de ello.

Me dirigí al granero, abrí una de sus puertas, el olor ha cerrado y polvo invadió mis fosas nasales, ande entre los bártulos que allí se encontraban, hasta llegar a la bolsa de paño que colgaba de una de las vigas,la descolgué y la abría para coger un arco hecho por mi y varias flechas.

Colgué el arco pasando el cordón por el pecho y metí las flechas en el cargcal.

Salí del granero y con paso apresurado me dirigí hacia el camino de tierra que se había formado por el paso de los carros tirados por animales.

Al llegar al camino me paré, miré a todos los lados, para evitar que alguien me viera, no me gusta ir a cazar acompañada. Frente a mi estaba el bosque, con sus inmersos arboles verdes, estaba espero en esta época del año.

Cogí aire y comencé a correr, iba haciendo ruido, las plantas estaban altas y golpeaban mis piernas a mi rápido paso, mi respiración era agitada, escuchaba el crujir de las plantas que pisaba, el cantar de los pájaros que estaban en los árboles.

Y en el fin del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora