Capítulo 3

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Mamá se puso muy contenta al ver aquel gran animal, me prometió que me haría un buen abrigo con él para el invierno.

El día fue continuando, llegó la hora de comer y esta vez fue Cristin quien le llevó la comida a Eduard.

El calor era agobiante y el sol quemaba, me senté bajo un gran árbol que había en la parte delantera de la casa y que su sombra era agradecida, sobre todo en las horas más puntuales del día.

Estaba tumbada, el sueño comenzó a apoderarse de mi, puse un brazo sobre mis ojos, protegiéndolos de los rayos del sol que se colaban por aquel frondoso árbol.

Justo antes de caer en un sueño profundo, escuché el crujir de una de las hojas que había en el suelo.

Quité el brazo con pereza y abrí uno de mis ojos verdes y justo a la derecha de mi cuerpo se encontraba él mirandome. Su aspecto era serio con algunos matices de preocupación.

Me senté apoyando mi espalda sobre el tronco del corpulento árbol.

- ¿ Te molesto si me siento? - me limité a negar con la cabeza y él se sentó junto a mi , apoyó su espalda en el tronco, como anteriormente había hecho yo y sus brazos los posó sobre las rodillas.

Ambos observábamos aquel campo seco, Eduard achinaba los ojos para impedir que el reflejo del sol le molestará aún más.

- Este calor es agobiante- asentí con la cabeza, impidiendo que las palabras salieran de mis labios, estaba tensa, su sola presencia provocaba en mi una extraña sensación de comodidad y al mismo tiempo de incomodidad.

- ¿ Qué vais a hacer con el animal? - volvió a preguntar

- Seguramente mamá haga ropa de invierno y de seguro que hará algún tipo de guiso con la carne- el asintió con la cabeza, con gesto de que me estaba escuchando y atendiendo mis palabras

- ¿ Suele haber lobos por esta zona?

- Bueno... tal vez, yo nunca los había visto, si los he escuchado, sobre todo en invierno

- Tal y como me temía- su voz tomó un acento serio

- ¿ Qué es lo que ocurre?- estaba preocupada

- Los lobos son animales territoriales, no suelen cambiar de zona tan facilmente, - su voz se llenó de autoridad y seguridad- puede haber dos razones por las que esté cambiando su territorio- clavó sus ojos en los míos - una razón puede ser, que hallá, en las montañas se haya acabado el alimento, que lo dudo, porque en esta época del año los animales están criando y esas crías son un blanco fácil para ellos... y... la segunda opción.... que el hombre los esté asustando y por eso huyan a otros lugares- mis ojos se abrieron como platos

- Eso es imposible- le contesté- el señor O'connor mandó una expedición hacia las montañas cuando nos asentamos aquí, para asegurarse de que estaríamos solos y que nadie nos atacaría para gobernarnos - mi voz sonaba asustada- es más cada ciertos periodos de tiempo esas expediciones vuelven allí, como vigilancia de aquellas zonas

- Tranquila, no te asustes Kate, puede que me esté equivocando- su voz tomó un tono tranquilizador y volvió su mirada al campo- lo más seguro es que fuera un lobo extraviado.

El silencio nos inundó, solo se escuchaban las chicharras cantar bajo los rayos del sol. Volví mi mirada hacia Eduard tenía la cabeza apoyada sobre el tronco esta vez, parecía pensativo.

- También hay una tercera posibilidad - le dije mirandolo

- ¿ Cuál?

- Tal vez, hayan probado la carne humana y tal vez, su sabor les haya gustado- continuaba mirándolo y sin mirarme con los ojos cerrados,esbozó una traviesa sonrisa

Y en el fin del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora