La noche nos alcanzó hasta que finalmente quedamos ambos dormidos. El sol entrando por mi ventana y pegandose sobre mi piel hizo que despertara, abrí los ojos de golpe, pensando en Eduard, lo busqué por la habitación. Me paré durante unos segundo a pensar si lo ocurrido la noche anterior era cierto. Me levanté y me acicalé.
Cuando bajé a la cocina todo estaba en silencio, no se escuchaba ningún ruido, hasta que la tos de mi hermana provocó que me alterara un poco, fui hasta la habitación donde ella estaba. Me asomé con sigilo por el quicio de la puerta y allí estaba ella, tumbada sobre aquella cama, con los ojos abierto y mirando hacia un lado, intentando ver algo por la ventana, aunque esta se encontraba un poco lejos para que consiguiera ver algo. Al percartarse de mi presencia giró su mirada hacia mi, me acerqué sobre su cama y me senté en los pies de esta
-¿ Cómo estas hoy?- mi voz sonaba ronca debido al sueño, ella aún tenía el ronstro pálido y las ojeras muy marcadas
.Creo que un poco mejor, pero esta noche apenas he podido dormir por culpa de los rayos, los relámpagos y la tos, creía que podía asfixiarme...- su voz sonaba débil, me acerqué un poco a ella para darle un abrazo, intentado pasarle un poco de la buena salud que yo gozaba- hoy te ves realemente guapa Katy- sonreí por las palabras de mi hermana incluso llegué a ruborizarme un poco, en ese momento entró mamá
-Buenos días dormilona- ella también tenía bastantes ojeras, seguramente se pasó la noche cuidando de mi enferma hermana
-Buenos días mamá- en ese momento me levanté de la cama dirigiendome hacia la puerta
-¿Ya te vas?- preguntó un poco indignada, me limité a asentir con la cabeza- por cierto...Eduard está en el granero- ambas comenzaron a reirse de forma para que no me enterara, aunque si lo hice, apresuré mi paso, antes de que mi madre pudiera agarrarme y darme alguna de sus charlitas sobre el amor.
Salí de casa, a pesar de que el sol estaba completamente fuera y el cielo tuviera un azul muy hermoso, la imagen que tuve fue de caos absoluto, todo estaba lleno de barro y de charcos, miré hacia un lado, las vacas de la señora Lawrence estaban todas juntas, parecían tener muchisimo miedo debido a la tormenta. Había algunos árboles caíados y aquellos que habían desistido al viento tenían muchas ramas quebradas, algunas en el suelo y otras apunto de caer.
Di un paso sobre la tierra mojada y el agua entró por mi zapato provocando que mi pie se mojara " genial" pensé mientras miraba a mis zapatos, a pesar del incidente seguí con mi marcha hacia el granero, tal y como mamá había dicho. Una vez en la puerta entré sin dudarlo ni un segundo, dentro la imagen no era muy diferente a la del exterior, una parte del tejado había caído y todo estaba lleno de agua y madera. Entré con cuidado intentando no tropezar con nada, iba solteando algunos tablones, hasta que tropecé con una cuerda y caí al suelo, hice bastante ruido, me levanté rápidamente por si Eduard se encontraba cerca, para evitar que se riera de mi, pero a cambio de eso obtuve silencio.
-¿Eduard? ¿estas aquí?- dije en voz alta para que me escuchara si estaba escondido, pero no obtuve respuesta.
Continué andando hasta que llegué donde habíamos dejado atado al caballo y para mi gran sorpresa ya no estaba ¿ que había ocurrido?¿ había escapado y Eduard salió corriendo detras suya?Con paso rápido salí del granero, volví a caer en el mismo sitio que la primera vez, debido a aquella cuerda, pero me levante más rápidamente aún. Al salir me dirigí hacia el camino de tierra y una vez cruzado me adentré en el bosque, había muchas ramas de árboles y troncos de los mismos en el suelo, por lo queno pude ir tan rápido como quería, estaba empezando a preocuparme. Me adentré un poco más hasta toparme con nuestro nuevo amigo animal amarrado a la rama de un árbol que parecía bastante pesada, por lo que era imposible que el caballo saliera huyendo, una vez al lado del animal me paré para observar si era capaz de visualizar al Eduard.
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Y en el fin del mundo
Historical FictionEl mundo que conocemos ha sido destruido, la población que ha sobrevivido a las guerras, a las crisis y a la hambruna, ha corrido a refugiarse en el campo, en los bosques, intentando comenzar de nuevo y huyendo de la amenaza inminente del emperador...