Capitulo 9

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Levanté mi vista hacia el cielo, estaba completamente nublado, apenas los rayos del sol podían traspasar las nubes. Dirigí mi mirada hacia Eduard, pero él continuaba inmerso en sus pensamientos.

De nuevo una gota cayó, pero ésta vez en mi frente. Advertí que Eduard había alzado la mirada, seguramente alguna gota cayó sobre él.

- Será mejor que te prepares- se dirigió a mi mientras maniobraba con las velas - se acerca una tormenta.

Me sobresalté, una tormenta en medio del mar podía ser peligroso. Me puse cómoda y visualicé aquellos objetos a los que podía agarrarme en caso de un gran oleaje.

El viento comenzó a ser más fuerte, y el traqueteo de las gotas golpeando la madera del barco se hizo más intenso, suspiré hondo.

- Esto solo ha comenzado- dijo Eduard mientras seguía al mando del timón y maniobrando al mismo tiempo.

- ¿ No deberíamos dejar de navegar hasta que pase la tormenta? - el ruido del viento se hizo intenso y costaba hablar con Eduard por lo que había que forzar la voz.

- Debemos aprovechar este viento, puede que logremos avanzar bastante - se dirigió a mi con seguridad.

El barco comenzó a balancearse de un lado a otro debido al viento y a las inmensas olas que éste había producido, chocaban contra el casco del barco por lo que en ocasiones se llenaba de agua y yo debía encargarme de achicarla, tarea inútil ya que era mayor la cantidad de agua la que entraba que la que salía.

De repente un mal estar inundó todo mi cuerpo, me pesaban todas las extremidades, apenas podía aguantar el cubo con el que estaba tirando el agua. Hacia frío y estaba completamente empapada, pero a pesar de ello un sudor frío embriagó mi cuerpo.

Me apoyé contra uno de los lados del barco, el cual no dejaba de balancearse.

- Kate - la voz de Eduard me interrumpió - ¿ estas bien? - fijó sus ojos en mi rostro - no tienes buen aspecto - apenas pude balbucear algunas palabras, cuando una fuerte presión inundó mi pecho, tenía el estómago en la garganta, me di la vuelta dando la cara al mar y comencé a echar lo que había comido y cenado el día anterior.

Estuve así durante un bien rato sin poder parar mientras la tormenta azotaba a nuestro pequeño barco.

Las manos de Eduard me rodearon agarrándome y con suavidad me acostó sobre la madera, a pesar de estar todo lleno de agua.

- Así te encontrarás mejor - su voz sonaba dulce, pasó su mano por mi frente apartando algunos cabellos - será mejor que te duermas, aunque sea difícil con este tiempo, te encontrarás mejor cuando te despiertes - asentí con la cabeza muy levemente, cerré los ojos, suspiré hondo y me quedé dormida.

Cuando me desperté seguía lloviendo, aunque no con la misma intensidad que cuando me dormí, seguía habiendo enormes montañas de agua en el mar, pero nuestro pequeño medio de transporte había tomado un poco de estabilidad. Eduard tenía razón, me encontraba mejor, aunque seguía con el estómago un poco revuelto.

Me incorporé sobre el suelo y me lavé la cara con el agua del mar, miré a Eduard, estaba concentrado en el patronaje del barco.

- ¿ Estas mejor? - asentí con la cabeza brevemente - dormir te sentaría bien... te lo dije - siguió oteando el horizonte

Una vez más el silencio nos inundó y a pesar de llevar un par de días el viaje empezaba a ser pesado, sentía un hormigueo por las piernas y comencé a frotarlas ya que era casi imposible conseguir estar de pie en la pequeña barca. Suspiré y comencé a observar mi alrededor, ningún avistamiento de tierra, comenzaba a desesperarme.

Y en el fin del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora