Ashton
Guardo cinco maletas de Reynard en el baúl del auto. Llevará todas las pertenencias que le importan y espero que sea feliz en la Fortaleza. En esta casa siempre estuvo sola y nunca recibió el afecto que merece.
Eso cambiará a partir de hoy.
Felipe, su mayordomo, es el único que está triste por verla irse. Su madre nunca llamó y su padre no volvió a aparecer desde que tuve la conversación con él. Son el peor ejemplo de progenitores. Incluso los animales aman a sus crías.
―Te extrañaré muchísimo, pero juro llamarte ―Reynard abraza al mayordomo ―. Por favor, cuida el jardín. No permitas que ninguna flor muera. Sabes cuánto las amo y significan para mí.
Felipe limpia las lágrimas que ruedan por sus mejillas.
―No te preocupes por ellas, me encargaré de que estén bien ―masculla ―. Promete que serás muy feliz, Reynard.
Mi compañera vuelve a abrazarlo.
―Gracias por ser el padre que nunca tuve, gracias por ser mi consuelo cuando las noches eran difíciles para afrontar. Gracias por todo, Felipe. Te quiero.
Felipe no contiene su sollozo esta vez. Le pedimos que venga con nosotros en la Fortaleza Karlsson, pero se negó. Según él, está muy viejo y no quiere ser una carga. Prefiere quedarse aquí.
―Y yo a ti, mi niña.
Carraspeo para interrumpir el emotivo momento. Por mucho que desee darles más tiempo, necesitamos irnos de una vez. No me gusta conducir en las noches y llegar al pueblo nos tomará horas.
―Te llevas a una reliquia muy preciada ―dice Felipe, mirándome ―. Reynard es la persona más noble, bondadosa y amable que he conocido. Ámala y cuídala. No todos son tan afortunados como tú.
Reynard se sonroja.
―Felipe...
―Tiene razón, soy demasiado afortunado ―La corto y estrecho mi mano hacia Felipe ―. No sé con certeza si seré el mejor compañero del mundo, pero prometo protegerla y quererla el resto de mis días.
Felipe asiente.
―Asegúrate de recordar esa promesa el resto de tu vida.
Hago un gesto militar que lo hace reír.
―Tiene mi palabra, señor.
Reynard le da otro breve abrazo y me mira ilusionada.
―¿Vamos? ―pregunta, tendiéndome la mano.
Acepto y uno sus dedos con los mío
―Vamos ―repito.
🐺
Durante los últimos minutos he oído a Reynard parlotear. El único momento dónde permanece callada es cuando duerme, aunque debo admitir que me encanta su forma de ser. Es alegre y contagiosa. Lo opuesto a mí. Ella es el alboroto que necesita mi silencioso mundo.
―¿Crees que voy a gustarles? ―pregunta. Mira su reflejo en el pequeño espejo que sostiene y pasa el rímel por sus largas pestañas rojas.
Sonrío y vuelvo a poner mi atención en la carretera.
―Ellos te amarán.
―Sé que a tu madre no le agrada Arianne y de tu otra cuñada no puedo opinar.
Aprieto mi agarre en el volante.
―Mamá es especial, pero su opinión no me importa.
Me da un beso en la mejilla y no es necesario verme en el espejo para saber que tengo rastros de pintalabios en mi piel.

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Dulce Perdición [En librerías]
Fantasy«Cuando tienes un motivo para vivir, puedes soportar cualquier obstáculo» #1 en fantasía 22/12/17 #2 en fantasía 25/08/17