Capitulo 2

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Un día antes de irnos de Estados Unidos, Antje recibió un mensaje sumamente importante, nuestro agente de bienes raíces vendió nuestro departamento junto con todos los muebles que teníamos y nos consiguió una buena propiedad en Alemania, pero los antiguos dueños se llevaron todos los muebles y solo nos dejaron dos camas y los electrodomésticos de la cocina, por lo que al llegar a Alemania, Antje estuvo dos días comprando muebles y adornos.

Para Antje era muy divertido, pero para mí, fueron los dos días más estresantes. Había personas en nuestra casa, yendo para el lado al otro, instalando y armando los muebles, ensuciaban, rompían y siempre gritaban "Cuidado ahí abajo", nunca me acostumbré a eso, por lo que me estresé mucho.

Era mi tercer día en Alemania y Antje había salido a trabajar, ella me dejó una lista junto con su tarjeta de crédito, en la lista me ponía las cosas que necesitaría para la escuela y lo que hacía falta en la casa, también, me dejó un mapa señalándome a donde debía ir y, pegada del refrigerador, había una nota escrita con letra cursiva y muy legible.

-Espero que no tengas que usarlos -se leía en la nota. Era una lista con los números a los que debía llamar si me perdía.

Reí por bajo, Antje sabía perfectamente que me perdería y que terminaría buscándome en la estación de policía. Desayuné deprisa y salí a comprar las cosas.

-Bien, lo primero en la lista son los libros de texto -dije mientras caminaba por una calle no muy transitada-, después vienen los cuadernos, lápices... -me detuve en un cruce. Hasta ese punto no había revisado el mapa, se me aceleró el corazón. Saqué el mapa y no encontré la calle en la que estaba, comencé a asustarme.

Entré en pánico, no entendía el mapa y como cambiamos de número, no podía llamar a Antje, ¡no anoté su número! Bien hecho, Neferet. Mi única opción era regresar por donde vine hasta llegar a casa, pero adivinen quien se distrajo leyendo la lista y no recordaba cómo era su casa por fuera.

-Ok, Neferet, tercer día en Alemania y ya te perdiste, esto no puede empeorar.

Saben, cuando dicen "Esto no puede empeorar" es cuando todo empeora, y esta vez no fue la excepción. Estaba tan asustado que un ciclista, el cual iba muy rápido y pese a que me grito "Apártate", me arrolló.

-¡Te he gritado "Apártate"! ¿Qué parte de "Apártate" no entendiste? -dijo el ciclista mientras se ponía de pie y me quitaba la bicicleta de encima-. ¿Estás bien? -se quitó los lentes oscuro que traía puestos y me ayudó a levantarme.

Todo me daba vueltas, tardé un rato en recobrar la postura.

Cuando me puse de pie, noté que el ciclista era más o menos de mi edad, traía un casco puesto, pero noté algunos mechones sumamente rubios asomarse por los lados del casco, sus ojos eran azules y su tez era un poco bronceada, el hecho de que su nariz y barbilla tuvieran una forma perfectamente definida hizo que me ruborizara un poco. Si nos hubiéramos conocido en otra circunstancia, creo que lo habría invitado a salir.

-Sí, estoy bien -dije entrecortadamente, el golpe me sacó todo el aire-. No te preocupes.

-¿Disculpa? -dijo desconcertado-. Ah, eres extranjero, perdona, no hablo inglés.

Me sentí un tarado, no noté que le hablé en inglés y no en alemán.

-No soy extranjero -respondí, esta vez hablando en alemán-. Nací aquí.

-Tu alemán es sorprendente -dijo asombrado- Soy Yale, por cierto -me extendió la mano y se la estreché.

-Neferet.

-¿Neferet? vaya nombre... Bueno Neferet, déjame decirte que me has estropeado el neumático de la bicicleta -señaló con un dedo el neumático delantero, el que fue a parar contra una pared que estaba cerca. No lo había notado, pero Yale estaba vestido con abrigo y vaqueros, no tenía la pinta de un ciclista.

Como te odio [Yaoi/Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora