Y he aquí, otro día más, tomando clases, viendo como Blanca me observa de reojo, pensando en la incompetencia de los maestros, la vida es aburrida.La vida es aburrida.
Meto todas mis cosas a la mochila y salgo antes de que la clase termine, iré al Starbucks, sólo quiero adentrarme en el mundo de los libros mientras disfruto de un buen té. Es lo que necesito.
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El Starbucks desde afuera se puede apreciar demasiado pequeño, sin embargo desde dentro es más grande, espacioso y con muchas cosas interesantes, como la nueva sala de juegos de mesa.
Entró y pido lo mismo de siempre, camino hacía la biblioteca y a mi zona preferida.
-Hace mucho no nos veíamos.- Es ella, lo sé, lo sé porqué al escuchar su melodiosa voz, siento los vellos de mis brazos erizarse y eso, sólo con ella me pasa.
Volteó torpemente.
-Bastante.
-¿Algo nuevo?
-No, ¿Y tú?
-He tenido demasiadas presentaciones en el Palacio, así que mi tiempo libre es muy poco.
-Eso habla que puedes ser la voz estelar.- Sonrió para mis adentro.
-Eso sería un enorme avance, eso me recuerda.- La veo meter la mano en su bolsillo.- Había estado al pendiente pues alguna vez te había dicho que fueras a verme.- Extiende su mano y ahí podía ver lo que podría ser un boleto V.I.P.
-No sé que decir.- Y era verdad, las piernas me temblaban y las manos me sudaban sin contar que la nuca me ardía.
- Tomalo y di gracias.- La veo sonreír, esa sonrisa de oreja a oreja que roba mis suspiros, si tan sólo no fuera un imposible, por ella si daría todo.
-Gracias.- Tomo el boleto y nuestros dedos se rozan, siento una corriente recorrerme todo el cuerpo.
Y recuerdo, ella tiene a alguien ya, una mujer de su edad y para mí pesar, se veía linda.
Que afortunada ella.
La veo alejarse y perderse entre los libreros, no sé cuanto tiempo me quedé viéndole, pero fue lo suficiente como para perder la razón.
Observo el boleto, el pase es para la función del viernes a las 23:00.
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Vuelvo a verme, mi cabello está en perfecto estado, el vestido está muy bien arreglado, nada esta fuera de lugar, excepto mis nervios, el corazón me late desmesuradamente, la veré en escena, será la primera vez que la vea cantar.
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Cada que el taxi se acerca al Palacio de Bellas Artes, el corazón palpita con mayor intensidad. Bajo del taxi y me decido a entrar, el pase es para dos personas, si Blanca no...
Entro sin más, y me guían a mi lugar, es en primera fila y me encuentro rodeada de pura celebridad y a lo lejos, veo a esa mujer, es la mujer de ella...
Sale un hombre y habla, «Ella es una mujer que ha sabido conquistar el oído de todo el público, den una calurosa bienvenida a: Daniela Romo», escucho a todos aplaudir y mirar hacia el escenario esperando la presencia de Daniela.
Primera vez que la veo así, con un vestido ceñido a su cuerpo, una coleta bien hecha y con un poco de maquillaje que definitivamente le sienta bien, se ve más alta de lo normal.
La escucho cantar, esa voz suave aterciopelada me hace sentir anonadada, «Yo anhelo lo que anhelas túúúú», me mira por unos segundos y después ve a esa mujer que no ha parado de sonreír desde que la vio salir, no sé que tan fuerte sea lo que tienen, pero... Yo lucharé por ella.
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Cantó cuatro canciones y bailaba, bailaba tan bien que a mí también me daban ganas hacerlo.
Empiezo a salir, pues todos hacían lo mismo, cuando siento a alguien detenerme.
-¿Qué te pareció?
-Fue espectacular, cantas muy bien.
-Gracias, espero que lo hayas disfrutado.
-Lo hice-. Sonrío y veo como esa mujer se la lleva, para así ponerle fin a la noche.
Se despidió de mí con un movimiento de mano.
Es perfecta.
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Tratando de hacerme feliz
RomanceA veces la vida te tiene preparada cosas distintas a lo que alguna vez imaginaste. Ese es mi caso, una chica sin oficio pero con muchas ganas de crecer profesionalmente. Lejos del alcance de las garras de mis opresores padres.