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Kang Baekho IV
Jeju, South Kor.
Edad: 20
Estudios: Ciencias Sociales
Cuadro de Honor: 1961, 1962, 1963
All-Ivy* First Team: 1962, 1963
Aspirante a la Carrera de: Derecho Sénior
Phillips Exeter
Estatura: 1,83 - Peso: 80

Ahora Dae había leído mis datos en el programa. Me aseguré triplemente porque Vic Claman, el manager, vio que él tenía uno,
"¡Por el amor de Dios, Kang, ni que fuera tu primera cita!"
"¡Cállate, Vic, o te rompo la jeta!"
Mientras hacíamos en el hielo los ejercicios previos de ablandamiento, no le dirigí ni un gesto de saludo (¡qué recio!), y tampoco miré hacia el lugar adonde él estaba. Y sin embargo creo que pensó que yo no le sacaba los ojos de encima. Quiero decir: ¿acaso se quitó los lentes, mientras tocaban el Himno Nacional, por puro respeto a la bandera?
Hacia la mitad del segundo tiempo estábamos bailando a Dartmouth cero a cero. Vale decir que Kang Daniel y yo estábamos a punto de perforarles la valla. Los Verdes* hijos de puta se dieron cuenta y empezaron a jugar violentamente. Quizás nos podían romper un hueso o dos antes de que empezáramos a atacar. El público ya estaban pidiendo sangre. Y en hockey esto significa literalmente sangre o, a falta de sangre, un gol. Como con una especie de noble obligación, yo nunca me negué ni a una cosa ni a otra.
Noh Taehyun, el centro de Dartmouth, embistió a través de nuestra línea azul y yo me arrojé contra él, le robé la pelota y empecé a deslizarme sobre el hielo. El público rugía. Podía ver a Daniel a mi izquierda, pero pensé que yo la llevaría todo el tiempo, pues el arquero de ellos era un tipo medio cagón que me tenía un miedo brutal desde que jugó para Deerfield. Antes de que pudiera golpear, sus dos defensores estaban sobre mí, y tuve que patinar alrededor de sus redes para retener la pelota. Tres de los nuestros los empujaban hacía los bordes. Siempre habían sido algo así como mi policía privada, amontonándose como ahora, vapuleando de lo lindo a cualquiera que usara los colores enemigos. En alguna parte, bajo nuestros patines, había quedado la pelota, pero por el momento estábamos concentrados en sacarnos a esos mierdas de encima.
El réferi hizo sonar su silbato.

—¡Usted, dos minutos suspendido!

Levanté la vista. Me estaba señalando a mí. ¿A mí? ¿Qué había hecho yo para merecer una penalidad?

—Pero réferi... ¿yo qué hice?

No parecía de ningún modo interesado en continuar el diálogo. Estaba llamando a la cabina oficial: —El número siete, dos minutos —y señalando con ambos brazos.

Yo protesté un poco, como es de rigor. La multitud siempre espera una protesta, no importa cuan flagrante sea la falta cometida. El réferi me echó afuera. Hirviendo de frustración patiné hacia el box de las penalidades. Mientras entraba, escuchando el ruido de la base de mis patines sobre la madera del piso, oí el ladrido de los altavoces:

—Penalidad. Kang, de Harvard. Dos minutos. ¡Ya!

La muchedumbre abucheó, varios de los de Harvard impugnaron la visión y la integridad de los referís. Yo traté de contener el aliento, sin mirar arriba y sin mirar hacia el hielo, donde los de Dartmouth nos estaban dando con todo, además de superarnos en número.

—¿Por qué estás sentado aquí, cuando todos tus compañeros están jugando?

Era la voz de Daehwi. Lo ignoré, alentando a los jugadores de mi equipo.

—¡Vamos, arriba, Harvard! ¡Agarren esa pelota!

—¿Qué hiciste de malo?

Love Story «Donghwi/Baekhwi» ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora