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Ipswich, Massachusetts, donde la mansión Kang se situaba, queda a unos cuarenta minutos del puente sobre el río Mystic, todo depende del tiempo y de la manera de manejar. Actualmente he recorrido el camino, en ocasiones, en veintinueve minutos. Un cierto distinguido banquero de Boston dice tener un récord todavía mejor, pero cuando se está discutiendo sobre el tema "menos de treinta minutos desde el puente a lo de Kang", es difícil separar la realidad de la fantasía. Y ocurre que yo considero veintinueve minutos como el límite absoluto. Uno no puede ignorar las señales de tránsito en la Ruta 1. ¿Puede usted?

—Estás manejando como un loco —dijo Daehwi.

—Esto es Boston —contesté—. Aquí todos manejan como locos —nos habíamos detenido ante una luz roja, en la Ruta 1, hacía un instante.

—Nos mataremos antes de que tus padres puedan asesinarnos.

—Escucha, Dae, mis padres son una gente encantadora.

La luz cambió. El MG alcanzó una velocidad de cien kilómetros en menos de diez segundos.

—¿También el jodeputa? —preguntó.

—¿Quién?

—Kang Baekho III.

—Ah, es un buen muchacho. Te gustará realmente.

—¿Cómo lo sabes?

—A todo el mundo le gusta —repliqué.

—Entonces: ¿por qué no a ti?

—Porque a todo el mundo le gusta —dije.

¿Por qué lo llevaba a conocer a mis padres, con todo? Quiero decir: ¿realmente necesitaba la bendición del viejo Cara de Piedra o algo por el estilo? En parte lo hacía porque él lo deseaba ("Es la manera correcta de hacerlo, Baekho"), y en parte por el simple hecho de que Baekho III era mi banquero en el más craso sentido: él pagaba mi maldita educación.
¿Tenía que ser el domingo a comer, no? Quiero decir, eso es comme il faut. Domingo, cuando los cretinos automovilistas se agolpaban en la Ruta 1 poniéndose en mi camino. Logré salir de la Ruta y tomar Groton Street, un camino cuyas curvas había estado aprendiendo a altísimas velocidades desde que tenía trece años.

—No hay casas aquí —dijo Daehwi—. Sólo árboles.

—Las casas están detrás de los árboles.

Yendo por Groton Street hay que ser muy cuidadoso para no perder la entrada a nuestra residencia. Y en efecto, yo mismo me descuidé y la perdí. Me había pasado unos trescientos metros cuando grité para hacer alto.

—¿Dónde estamos? —preguntó él.

—Nos pasamos —refunfuñé entre obscenidades.

¿Habrá algo simbólico en el hecho de haber retrocedido trescientos metros hasta la entrada de nuestra casa? De cualquier modo, manejé despacio una vez que estuvimos en suelo Kang, Hay por lo menos ochocientos metros desde Groton Street hasta la propia Dover House, En la ruta se pasa frente a otros... bueno, digamos edificios. Pero me imagino que Dover House causa una impresión muy grande cuando se la ve por primera vez.

—¡La gran puta! —dijo Daehwi.

—¿Qué pasa, Dae?

—Frena, Baekho. No bromeo. Para el auto.

Frené. Él estaba fumando.

—Eh... Nunca pensé que fuera como esto.

—¿Cómo qué?

—Tan lujoso. Quiero decir, apuesto a que tienes esclavos viviendo allí.

Quise estirarme hasta él y tocarlo, pero mis palmas no estaban secas (cosa rara), de modo que tuve que tranquilizarlo verbalmente.

Love Story «Donghwi/Baekhwi» ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora