Ahora al menos no tenía miedo de volver a casa, no me asustaba el tener que "actuar normalmente". Estábamos una vez más compartiéndolo todo, aunque fuera la horrible certeza de que cada uno de nuestros días juntos estaba numerado.
Había cosas que teníamos que discutir, cosas no tratadas generalmente por parejas de veinticuatro años.—Cuento con que serás fuerte, tú, atleta de hockey —dijo.
—Lo seré, lo seré —le contesté, preguntándome si el gran conocedor Daehwi podía decir que el gran jugador de hockey tenía miedo.
—Quiero decir, por Sehwan —continuó—. Va a ser más duro para él. Tú, después de todo, serás el viudo alegre.
—No estaré alegre —lo interrumpí.
—Estarás alegre, carajo. Quiero que estés alegre. ¿Okay?
—Okay.
—Okay.
Fue cerca de un mes más tarde, justo después de cenar. Él todavía cocinaba, insistía en hacerlo. Finalmente lo había convencido para que me permitiera limpiar (aunque me tomó el pelo diciendo que no era un trabajo para un hombre de hockey), y estaba secando los platos mientras él tocaba a Chopin en el piano. Lo escuché pararse en la mitad del Preludio y entré inmediatamente al living. Él estaba simplemente sentado allí.
—¿Estás bien, Dae? —pregunté, queriendo decírselo en un sentido relativo.
Me contestó con otra pregunta:
—¿Eres lo bastante rico como para pagar un taxi?—Seguro —respondí—. ¿A dónde quieres ir?
—Algo así como... al hospital —dijo.
Yo sabía —en el veloz barullo de movimientos que siguió— que aquello había llegado. Daehwi estaba por salir de nuestro departamento y nunca volvería. Sentado allí, mientras yo juntaba unas pocas cosas suyas, me preguntaba qué estaría cruzando por su mente acerca del departamento. Quiero decir, ¿qué querría mirar para acordarse?
Nada. Estaba simplemente sentado, inmóvil, sin fijar sus ojos en nada.—Eh —dije—. ¿No quieres llevar algo en especial?
—Mmm, mmm... —él dijo "no", y después agregó como con retardo—: Tú.
Abajo era difícil conseguir un taxi, por ser la hora de los teatros y demás. El portero hacía sonar su silbato y movía los brazos como un desesperado réferi de hockey. Daehwi sólo se apoyaba en mí. Y yo secretamente deseaba que no hubiera taxis, que él siguiera apoyándose en mí. Pero finalmente conseguimos uno. Y el chofer era —por suerte— un tipo divertido. Cuando escuchó "Hospital Mount Sinaí, rápido", se lanzó a una total rutina.
—No se preocupen, chicos, están en manos experimentadas. La cigüeña y yo hemos trabajado juntos por años.
En el asiento trasero, Daehwi estaba abrazado a mí. Yo besaba sus cabellos.
—¿Es el primero? —preguntó el alegre conductor.
Creo que Daehwi se dio cuenta de que estaba por tirarle un tarascón al tipo, porque me susurró:
—Sé bueno, Baekho. Él está tratando de serlo con nosotros.
—Sí, señor —le dije—. Ojalá pudiéramos embarazarnos, pero mi esposo no se siente muy bien, así que... ¿podríamos pasar algunas luces, por favor?
Nos llevó al Mount Sinaí a todo lo que daba.
Fue muy amable, bajándose para abrirnos la puerta y todo. Antes de irse nos deseó toda clase de buena suerte. Daehwi se lo agradeció.
Él parecía poco seguro de sus pies, y quise levantarlo en mis brazos pero insistió:—No este umbral, Preppie.
Así que entramos caminando y sufrimos a través del doloroso proceso de entrada.
"¿Tienen Tarjeta Azul u otro plan médico?"
"No".
(¿Quién iba a pensar en esa trivialidad? Nosotros estuvimos muy ocupados comprando la vajilla.)
Por supuesto, la llegada de Daehwi fue inesperada. Había sido anticipado anteriormente, y ahora estaba siendo supervisado por el doctor Lee Euiwoong, M.D., que era, como Daehwi lo predijo, un buen tipo a pesar de ser un completo Yale.—Se le están dando glóbulos blancos y plaquetas —me dijo el doctor Lee—. Es lo que más necesita por el momento. Él no quiere antimetabolismo para nada.
—¿Qué es eso? —pregunté.
—Es un tratamiento que demora la destrucción celular —explicó—, pero, como Daehwi sabe, puede haber efectos secundarios desagradables.
—Oiga, doctor, Daehwi es el jefe. Todo lo que él diga se hará. Sólo le pido que hagan todo lo posible para que no le duela.
—Puede estar seguro de ello —dijo.
—No me importa lo que cueste, doctor —pienso que estaba alzando la voz.
—Puede durar semanas o meses —dijo.
—A la mierda con el costo —dije. Él era muy paciente conmigo. Quiero decir, en realidad yo le estaba discutiendo.
—Sólo estaba tratando de decir —explicó Lee—, que no hay modo de saber cuan largo o cuan corto tiempo tardará él en consumirse.
—Pero recuerde, doctor —ordené—, recuerde que quiero que él tenga la mejor habitación privada. Enfermeras especiales. De todo. Por favor. Ya he conseguido dinero.
ESTÁS LEYENDO
Love Story «Donghwi/Baekhwi» ADAPTACIÓN
FanfictionKang Baekho, proveniente de una opulenta familia, es un joven estudiante de Harvard entregado al deporte y a sus estudios. Lee Daehwi, de 24 años, estudiante de música y arte, es de origen coreano y trabaja como bibliotecario. Un día Baekho pide un...