La tarea de dar la noticia a Lee Sehwan cayó sobre mí. ¿Sobre quién si no? No se deshizo en pedazos como pensé que lo haría, sino que con toda calma cerró la casa de Cranston y vino a vivir a nuestro departamento. Cada uno de nosotros tiene su propia idiosincrásica manera de luchar contra el dolor. La de Sehwan era la limpieza. Lavar, fregar, lustrar. Yo no entiendo realmente sus procesos mentales, pero, por Dios, déjenlo trabajar.
¿Acaricia el sueño de que Daehwi vuelva a casa?
¿Sí o no? El pobre viejo. Es por eso por lo que limpia. Simplemente, no acepta las cosas como son. Por supuesto, no me admitiría esto, pero
sé que está en su mente.
Porque también está en la mía.~•~
Una vez que Daehwi estuvo internado, llamé al viejo Kwak y le hice saber por qué no podía ir a trabajar. Pretendí que tenía que desocupar rápidamente el teléfono porque sabía que él se sentía dolorido y querría decirme cosas que posiblemente no podría expresar. De allí en adelante, los días se dividieron simplemente en horas de visitas y todo lo demás. Por supuesto, todo lo demás era nada. Comer sin hambre, mirar a Sehwan limpiando el departamento (¡otra vez!), y no dormir ni siquiera con las pastillas que me dio el doctor Lee.
Una vez oí a Sehwan musitar para sí mismo: "No podré soportarlo mucho más tiempo". Estaba en la habitación de al lado lavando los platos de la casa (a mano). No le contesté, pero pensé para mí, yo puedo. Quien fuere que esté allá arriba, dirigiendo el show, Señor Ser Supremo, señor, que siga así. Puedo soportarlo ad infinitum. Porque Daehwi es Daehwi.
Esa tarde él me echó de la pieza. Quería hablar con su padre "de hombre a hombre".—Esta reunión está permitida sólo a norteamericanos de ascendencia coreana —dijo, tan blanco como sus sábanas—, de modo que afuera, Kang.
—Okay —dije.
—Pero no muy lejos —dijo cuando llegué a la puerta.
Me senté en la sala de espera. Luego apareció Sehwan.
—Dice que vayas para adentro, —susurró roncamente con el tono sepulcral de toda su interioridad—. Yo voy a comprar cigarrillos.
—Cierra esa maldita puerta —ordenó él mientras yo entraba en la habitación.
Obedecí, cerrando la puerta suavemente, y cuando me volví para sentarme en el borde de la cama, pude verlo mejor. Quiero decir, con los tubos que iban a su brazo derecho, que él mantenía oculto debajo de las cobijas. Siempre me gustó sentarme muy cerca y simplemente mirarle la cara en la que, aunque pálida, los ojos siempre brillaban. De modo que rápidamente me senté muy cerca.
—No duele, Baek, realmente —dijo—. Es como caerse de un acantilado en cámara lenta ¿sabes?
Algo se revolvió en el fondo de mis tripas. Alguna cosa sin forma que iba a subir a mi garganta y me haría llorar. Pero no lo haría. Nunca. Soy un cretino hijo de puta ¿ve? No voy a llorar.
Pero si no voy a llorar, entonces no puedo abrir la boca. Tendré simplemente que asentir
con la cabeza. Así lo hice.—Macanas —dijo él.
—¿Eh? —fue más un gruñido que una palabra.
—Tú no sabes lo que es caerse de un acantilado, Preppie —dijo—. Nunca te caíste en tu perra vida.
—Sí —dije recuperando el don de la palabra—. Cuando te conocí.
—Sí —dijo, y una sonrisa cruzó su rostro—. ¡Oh, qué caída hubo allí! ¿Quién dijo esto?
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Love Story «Donghwi/Baekhwi» ADAPTACIÓN
FanfictionKang Baekho, proveniente de una opulenta familia, es un joven estudiante de Harvard entregado al deporte y a sus estudios. Lee Daehwi, de 24 años, estudiante de música y arte, es de origen coreano y trabaja como bibliotecario. Un día Baekho pide un...