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Anastasia.

Es la última vez que soporto un ataque de furia de Christian Grey, ya he tenido suficiente.

Lo veo salir del escala echando humo por las orejas, de haber tenido una puerta, la había azotado como un adolescente después de discutir con sus padres, y es en ese momento en el que decido que no voy a pasar por esto de nuevo, me seco las lágrimas a toda prisa mientras me encamino con decisión a las escaleras, la señora Jones comienza a llamarme pero la ignoro hasta llegar a mi habitación, la mía, no la que comparto con Christian y me pongo a rebuscar entre mis cosas, aún hay varias cajas que traje del departamento que aún no he desempacado.

-Señora Grey, Ana, escuche por favor -Gail entra a toda prisa y se detiene al llegar a mi lado, como si no supiera qué hacer conmigo. -Lo lamento, lo escuché todo, no pretendía... ¿está bien?

-Lo estaré cuando salga de aquí.

Encuentro una vieja bolsa de gimnasio que me dio Ray, tendrá que servirme para llevarme mis cosas, no pienso llevarme nada que no me pertenezca. Veo que Gail se ha colocado en la puerta, si intenta que no salga de ahí no va a conseguirlo de esa forma.

-Señora Grey por favor, usted conoce cómo es el señor Grey, puede ser un poco difícil y se dará cuenta...

-¿Un poco difícil? -una carcajada sarcástica brota de mis labios. -Eso es quedarse corto, y hoy ha llegado al límite de mi paciencia.

-Créame cuando le digo que lo sé -ella juguetea con el delantal que lleva en torno a la cintura. -Pero se le pasará, solo necesita hacerse a la idea.

-No sé cuánto tiempo le va a tomar eso, y no estoy dispuesta a estar aquí sintiéndome mal por sus berrinches y desplantes -dejo la bolsa sobre la cama y respiro profundamente mientras la abro, no es espaciosa, pero me valdrá para guardar suficiente ropa por unos días. -Necesito espacio tanto como él ahora mismo, esto es bastante inesperado señora Jones, y necesito meditarlo.

-Señora Grey...

-Por favor -cierro los ojos. - No estoy para formalidades ahora.

-Lo siento Ana, es solo que ¿no estarás pensando en interrumpirlo...?

-¡No! -mis manos cubren mi vientre instintivamente. -No podría, de ninguna manera, pero has visto a Christian, su reacción... me llamó estúpida, estaba furioso y yo me siento igual, solo vamos a hacernos daño y herirnos, además es un hombre adulto, por más problemas que tenga, sabe que los actos tienen consecuencias.

Gail se queda en silencio, sabe que tengo razón y que solo busco no perjudicarnos más, como no dice nada me apresuro a tomar la ropa que tengo ahí para comenzar a empacar, meto la ropa que usaba en la universidad, todo discreto, nada llama demasiado la atención, saco un abrigo viejo y lo sostengo en alto, mierda, no sé a dónde iré, y estoy segura que a mi marido no va a costarle demasiado encontrarme si me voy de esta forma.

-Ayúdame.

Escucho el susurro de Gail cuando unos pasos se aproximan por el pasillo, Taylor aparece en el umbral, se ve agotado sin el saco y con la camisa que siempre lleva bien puesta a medio abrochar con las mangas subidas hasta los codos, le hace in asentimiento a Gail antes de dirigirse a mí, dejo el abrigo sobre la bolsa y me recorre un escalofrío ante la mirada gélida que me da.

-Sabe que no puedo permitir que se vaya.

Asiento, él suspira y se pasa las manos por las sienes.

-No es fácil ocultar nada aquí, he escuchado su discusión con el señor Grey -su mandíbula se tensa un momento. -Es mi jefe, por lo general siempre debo estar a su favor, pero esta vez no me ha gustado nada su actitud.

No mires atrás | Christian y AnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora