No hubo forma de sacarme de la UCI, así que Grace tuvo que mover algunos hilos para que llevaran un catre donde pudiera descansar, aunque no logré la gran cosa, médicos iban y venían a la habitación cada poco, yo estaba lo más cerca que podía de Christian, tomaba su mano fría para hacerle sentir que estaba ahí, no me iría en ningún momento, no lo haría jamás.
-Estaré aquí cuando despiertes -le susurré a media noche. -Siempre estaré a tu lado cuando despiertes, cada día del resto de nuestras vidas.
Cuando el sol comenzaba a salir entre las nubes grises, Grace y Elliot entraron a la habitación, fui obligada a ir a casa para cambiarme y comer, de otra forma no me dejarían volver ahí.
-No tardaré nada -le dije a Christian besándolo en la mejilla menos lastimada.
-Yo lo cuidaré bien, no irá a ningún lado -dijo Elliot, sonriéndome apenas.
Grace me llevó hasta la sala de espera, para mi sorpresa Taylor estaba ahí, iba vestido bastante informal con una chaqueta para la nieve, asintió hacia Grace y luego me miró sin transmitir nada.
-Señora Grey.
Las lágrimas volvieron a mis ojos, fui hacia él que me tendió el brazo, lo tomé y giré a ver a Grace que parecía exhausta también.
-Debes descansar también.
-Lo haré cuando vuelvas, ve con calma, no queremos más habitaciones ocupadas en este lugar.
-Hazme saber cualquier cambio, por favor.
-Así será.
No hablamos hasta que nos montamos en una camioneta que no reconocí, Taylor me abrió la puerta y cuando me ponía el cinturón noté que algo se movió atrás, me giré y quedé sorprendida al ver a una niña pequeña y rubia que iba muy abrigada, había varios ponys de juguete en su regazo.
-Le prometí a mi hija que vendría conmigo al trabajo, espero que no le moleste, pero en estas fechas me corresponde pasar tiempo con ella.
-No es problema -le sonreí a la pequeña. -Soy Ana, mucho gusto.
-Soy Sophie, tengo así -alzó seis dedos.
La adorable pequeña parloteó todo el camino al Escala sobre la navidad al lado de su papá y sus regalos, Taylor permaneció hasta que entramos al elevador, tomó a la niña en brazos y me miró fijamente, no sabía si iba a reprenderme pero seguro me lo tenía merecido, además había muchas cosas de qué hablar, cuando llegamos al departamento no tuve tiempo de decir nada porque mi madre entró al elevador y me abrazó con fuerza, estaba llorando y yo comencé a hacer lo mismo, decía cosas sin mucho sentido a causa de los balbuceos y sollozos, Ray estaba ahí también, y Bob, luego de abrazarnos, asegurarles que estaba bien y que notaran algo diferente en mí, vino la bomba de mi embarazo y el lugar quedó en silencio total, por suerte Gail apareció con una bandeja de chocolate caliente para todos, vinieron más abrazos y felicitaciones, ni mi madre ni yo podíamos parar de llorar, me abrazó de nuevo y parecía que se negaba a dejarme ir.
-Oh cariño, estoy tan feliz, mi bebé tendrá un bebé, es tan maravilloso -luego se separó y me tomó el rostro entre sus manos. -Estoy feliz, de que hayas vuelto, por la noticia... pero también sé que esto no debe ser nada fácil con Christian en el hospital.
-Va a ponerse bien mamá, tengo fe en que sea así.
Gail dijo que estaba preparando algo de comer, yo fui deprisa a ducharme y cambiarme, de alguna forma estar rodeada de las cosas de Christian y de su aroma me hizo sentir mejor, aunque seguramente no había pasado mucho tiempo en la habitación, parecía que no hubiera movido nada desde la última vez que estuve ahí, incluso el vaso que solía dejar con agua estaba en el mismo sitio con unas gotas seguramente por la evaporación. Me abrigué bien, aunque tuve que ponerme unos pantalones deportivos de mi marido ya que los míos me iban demasiado justos, también me puse una de sus camisas, al volver a la sala todos estaban sentados en la mesa, la señora Jones había servido sopa de pollo humeante, Ray me reprendió un poco hasta que la voz se le rompió y me disculpé con él de nuevo, luego me habló de su estadía en el hospital y de lo bien que se estaba recuperando, salió de ahí unos días después de que yo me marché.
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No mires atrás | Christian y Ana
Hayran KurguCuando las palabras lastiman el alma, se necesita una nueva vida para perdonar. Christian consiguió que Ana llegara a su límite, cruzó la linea de un dolor que no sabe si logrará perdonar y no estaba dispuesta a averiguar si él iba a arrepentirse. T...