Capítulo 23: ¿Tienes fiebre?

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(James)

No sé por qué razón, pero aquí estaba, a punto de llamar al timbre de casa de Lou, ¿qué por qué? No tenía la más mínima idea, pero creía deberle una por el desastre que monté en su cocina con el desayuno, aunque se lo devolví invitándola a desayunar.

Olvidemos esto, no sé porque estoy aquí y menos con el desayuno, que acabo de comprado en el Starbucks de abajo. Me dejé de tonterías y llamé al timbre, ¿Qué era lo peor que me podía hacer? ¿Tirarme el café encima?

Esperé unos minutos y al ver que no abría, volví a llamar, se escuchó un << Ya voy, impaciente. >> Ella y su buena educación.

Cuando abrió la puerta, no me dio tiempo ni a decir buenos días cuando me cerró la puerta en la cara. Por lo menos no me había tirado el café encima. Volvía a llamar.

- Que te largues. -Exclamó Lou desde dentro.

- Traigo el desayuno. -Comenté, ignorando las bonitas palabras que me había dedicado.

- ¿Cómo? -Escuché que preguntaba confundida. Me la imaginaba con el ceño fruncido.

Y para mi sorpresa fue exactamente así como estaba cuando abrió la puerta, sonreí levemente y me dejó pasar.

- ¿Por qué has venido? -Cuestionó. Me encogí de hombros.

- Ya te lo he dicho, he traído el desayuno. -Le expliqué mostrándole la bolsa de papel que contenía dos cafés y una magdalena para cada uno.

- ¿Por qué? -Preguntó, ¿dejaría de preguntar ya? Ni yo sabía por qué lo había hecho.

- Deja de preguntar y pongámonos a desayunar que se nos va a hacer tarde.

Se giró hacia la cocina y comenzó a andar en busca de lo que necesitaba para poner la mesa.

Mientras dejaba la comida en la mesa y me quitaba la chaqueta para dejarla en el sofá, me fijé en lo que llevaba puesto, aun no se había vestido para ir a trabajar y supuse que lo que llevaba era el pijama, estaba compuesto por un pantalón corto que le hacía un perfecto culo y una camiseta vieja de manga corta que llevaba por dentro del pantalón. Debía estar loco porque era una de las veces que más sexy la había visto y eso que llevaba un conjunto como para nominarla a la peor vestida del año, pero seguía sin saber la razón por la que, deseándola tanto aun no me había acostado con ella y eso, me estaba matando.

Una vez preparado todo, nos pusimos a desayunar, nos sentamos uno delante del otro.

- Te ves diferente. -Solté sin venir a cuento.

- ¿Gracias? -Dijo mientras fruncía el ceño y soplaba el café para que se enfriara, sonreí ante esto último.

- No te lo he dicho a mal, sonríes, que es algo a lo que no estoy acostumbrado. -Sonrío. -Ves, lo que yo decía. Además que llevas esa ropa, -Señalé su vestuario, se miró. - que no es precisamente lo más provocativo que tienes en el armario y aun así te ves bien.

- ¿Tienes fiebre? -Preguntó divertida poniendo su mano en mi frente. - Esto no es normal en ti.

- Yo también puedo ser halagador, no te pienses que por recibir tantos cumplidos me he vuelto un egocéntrico, también se decirle cosas bonitas a los demás. -Comenté.

- Que de cosas estoy aprendiendo hoy... -Dijo más interesada en su magdalena, que se le acababa de terminar, que en mí. - ¿Te vas a comer la magdalena? -Preguntó entre comillas, y digo eso porque antes de que le respondiera ya la estaba engullendo. Alcé una ceja.

- Que gran apetito tienes, chica. -Musité. Gruñó al no haber escuchado mi comentario.

- ¿Qué pasa? -Curioseó dejando la magdalena a un lado por un momento.

Don't forget me/No me olvides [VERSIÓN DEFINITIVA EN AMAZON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora