Incidente en la Sala de los Menesteres

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Harry no podía confiar en Draco Malfoy. Era evidente que el chico de Slytherin estaba tejiendo una red de engaños con sus palabras, como una serpiente astuta que desliza su lengua venenosa. Todos en Hogwarts sabían que Ron no era estaba tan loco.

Sin embargo, las palabras de Malfoy parecían convencer a muchos, creando una confusión generalizada. El chico rubio insistía en su versión, aunque Harry, con su astucia y olfato para los misterios, sabía que algo no encajaba en su relato.

El testigo clave de ese oscuro incidente era precisamente Draco Malfoy, y su testimonio resultaba tan confuso y contradictorio como el laberinto del Ministerio de Magia. No existían pruebas sólidas aparte de sus palabras y la confusión reinante.

Ron, por otro lado, podía haber aclarado todo muy rápido, pero no podía hablar.

Malfoy, con sus ojos desbordados de miedo y sus palabras entrecortadas, no lograba proporcionar una explicación coherente para la extraña escena que se había desarrollado en la habitación. Sus palabras contradecían sus propios relatos, y el terror nublaba su mente.

La profesora McGonagall le pidió a Draco que se callara, respiró profundo y le pidió que comenzara de nuevo con la historia:

"Crabbe y Goyle vinieron corriendo a mi habitación en Slytherin, asustados y apenas podían hablar. Después de discutir durante un rato sobre quién hablaba primero, dijeron que "Weasley está llorando en la Sala de los Menesteres". Me sonó raro, así que decidí echar un vistazo. Mientras salía de la sala común, Goyle gritó de miedo y me dijo que no me acercara. A pesar de estar asustado, fui a la Sala de los Menesteres con mi varita en mano. A medida que me acercaba, el silencio era más profundo.

Antes de entrar a la escalera que llevaba a la sala, escuché un ruido extraño, como si algo pesado se hubiera caído en la habitación. Pensé que sería mejor llegar antes que un profesor, así que entré.

Vi una figura que salió volando y se escapó por la ventana, riendo. Luego abrí otra puerta que llevaba a una habitación con una cama grande con velos de colores. Ahí estaba Ron Weasley, sentado y llorando. Me acerqué, pero el suelo crujía y Weasley, furioso y llorando, se abalanzó sobre mí, golpeándome. Hablaba sin sentido y me amenazaba. Intentó agarrar su varita, pero estaba demasiado alterado. Me puse a reír, pensando que no podía lastimarme.

Para distraerlo, abrí una ventana detrás de él, y Weasley corrió hacia mí. Me golpeó en la cara y en la boca. Cuando me giré para escupir sangre, me pateó y le lancé el primer hechizo que se me ocurrió, pero no funcionó. Mi varita estaba apagada. Weasley quemó mi camisa y la tiró a la chimenea. A pesar del frío y los golpes, me mantuve firme.

Weasley me amenazó, prometiéndome que sería mi último día en esta vida. Pero su valentía flaqueó, consciente de las consecuencias por dañar a un Malfoy de esa manera. Arrojó su varita y agarró un cuchillo. Me cortó la pierna, no muy profundo, pero me asustó. Grité pidiendo ayuda y Weasley se derrumbó. Acabé en el hospital y mi padre me llevó a esta clínica privada.

Weasley me atacó sin razón, y yo soy inocente. Debe haberme confundido o estar bajo un encantamiento. Él es el problema aquí, no yo. Mi padre está asegurándose de que esto no me cause problemas graves."

El Honor De Ronald WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora