El grito de Ron retumbó en la habitación, sacudiendo el aire y causando que las paredes parecieran temblar. Hermione estaba atónita, incapaz de asimilar completamente lo que acababa de escuchar. La última sílaba de la respuesta de Ron resonaba en su mente como un martillo golpeando contra su cerebro, causando una migraña instantánea.
En otro rincón de Hogwarts, Draco Malfoy se preparaba para llevar a cabo la broma que, según él, pondría fin a la larga rivalidad con Ron y Harry. Mientras tanto, Snape había asignado una tarea monótona a todos los estudiantes de Gryffindor, manteniéndolos ocupados y sumidos en la concentración en la sala común o la biblioteca.
Draco sabía que este era el momento perfecto para entrar en la habitación de sus dos rivales. Sin embargo, para ejecutar su plan, necesitaba deslizarse en su dormitorio. Con agilidad, voló a través del frío invernal hasta la ventana de la habitación donde Harry y Ron compartían cuartos. Pero lo que encontró en su interior lo dejó sin palabras.
Harry y Ginny estaban allí, sumidos en un apasionado beso, su amor llenando la habitación y empañando las ventanas. Para Draco, este momento fue como un golpe al corazón. Una vez más, Harry superaba al joven Slytherin en algo, teniendo su propia "princesa".
Cegado por la ira y la envidia, Draco voló alrededor del castillo, con un fuerte viento azotando su rostro. En algún momento, encontró una ventana abierta en la habitación de la profesora Trelawney, donde decidió entrar.
Encendió un fuego y, con una concentración intensa, realizó dos hechizos. Uno hizo aparecer una nota frente a Ron Weasley, instándolo a subir al lugar. El otro hechizo creó la imagen de dos hermosas chicas: Hermione Granger y Ginny Weasley, tal como las había imaginado en sus sueños más profundos. Sin embargo, estas imágenes eran inalcanzables; Draco no podía tocarlas, hablarles o hacer que lo miraran.
A pesar de su dolor, Draco deseaba causar daño a Ron, quien parecía tenerlo todo sin esfuerzo. Había nacido en una familia maravillosa, tenía una novia hermosa y brillante, y era amigo de una celebridad. Draco se dejó llevar por su envidia y cegado por la ira que había acumulado durante años.
Desgarró su camisa y la arrojó cerca del fuego, junto con algunas prendas delicadas que había conjurado, imaginando que Hermione y Ginny las usarían. Se acostó junto a las imágenes tridimensionales de las dos chicas, llorando por el amor que nunca tendría.
A pesar de los errores evidentes en su hechizo, Draco intensificó el fuego y apagó las luces de la habitación. Luego, sintió la llegada de Ron mucho antes de verlo, ya que él era la única fuente de sonidos, y todo lo demás permanecía en silencio, incluso el viento.
Cuando Ron entró, la habitación pareció detenerse. Las imágenes que Draco había creado se habían desvanecido, pero Ron no lo notó. Estaba paralizado, sin poder procesar lo que veía.
Draco se levantó lentamente, sin revelar las imágenes que había dibujado, y le dio un guiño a Ron, pasándose la mano por los bóxers. Luego, en un susurro, dijo:
-¿Quién te dijo dónde estamos, Weasley?
Ron estaba sin palabras. Había entrado en la habitación y se encontró con la imagen de su hermana menor y la chica de la que había estado enamorado durante mucho tiempo. Sus cabellos, iluminados por la tenue luz del fuego, revelaban sus identidades: su hermana pelirroja y la morena de sus sueños.
Draco le puso un brazo en el hombro, como si intentara evitar que Ron despierte a las chicas.
-Se cansaron mucho, sobre todo Ginny... no me sorprendería si dentro de unas semanas escuchamos que está esperando un bebé igual de rubio que yo.
Los ojos de Ron se encendieron con furia, preparándose para atacar y, tal vez, para matar.
Draco notó lo lejos que había llegado. Miró hacia su camisa, donde guardaba su varita, pero Ron fue más rápido y la arrojó al fuego.
La pelea estaba a punto de estallar, y Ron lanzó todos los hechizos que había aprendido. Estaba enojado, cegado por la ira y la envidia. Durante un momento, Draco intentó atacarlo, pero la falta de su varita lo puso en desventaja. Ron lo atacó físicamente, golpeándolo sin piedad hasta que consideró que era suficiente.
Finalmente, se puso de pie para patearlo, pero, en ese momento, sintió compasión por Draco y decidió no matarlo. La sangre asesina no corría por sus venas, y no podía consumirse por la locura.
Ron culpó a su mejor amigo por no haberle advertido sobre Ginny. Habían estado enamorados, pero él había permitido que Ginny se entregara al maldito Slytherin. Hermione, el amor de su vida, se había refugiado en los brazos de un chico más guapo y de sangre más limpia.
Finalmente, Ron se rindió ante la locura que lo consumía.
Hermione rompió el silencio: "Sigo siendo virgen, Ron". Su voz era firme y segura. "No me acosté con Malfoy, jamás lo haría. Ginny tampoco lo hizo. Escúchame, no sé qué viste, pero tu juicio puede estar nublado. Mírame a los ojos y cree en lo que te digo
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El Honor De Ronald Weasley
FantasyAdéntrate en el emocionante mundo de Hogwarts y sigue la intensa historia de amistad, amor y misterio que envuelve a Harry, Ron, y Hermonie. Conviértete en un testigo de sus desafíos, alegrías y tristezas mientras enfrentan peligros y secretos oscur...