Capitulo 13

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Cap. 13 (¿Una hija?)

Un mes había pasado, luego de aquella noche. Aun los policías ni el sargento William habían averiguado quien era aquel hombre, solo sabíamos que obviamente tenía el tatuaje de un ancla en su brazo izquierdo. A veces despertaba a media noche asustada, debido a una pesadilla. Vanessa, quien ya tenía un mes y nueve días de nacida, estaba hermosa. Me había ido nuevamente a casa de mis padres debido a que tenía miedo de dormir sola, ese hombre había dicho que yo era la próxima, obviamente se refería a la próxima que iba a morir y todo por una deuda de Carlos, pero ¿Qué deuda?

Eduardo me fue a recoger a casa de mis padres, según él, nos dirigíamos a un lugar especial. Llegamos a un extraño edificio, no sabía qué lugar era este. Eduardo tomo un pañuelo y con este me vendo los ojos.

-Ten cuidado-decía mientras me llevaba del brazo hacia el edificio.

-Ok, vamos a quitarte esta venda que cubre esos hermosos ojos café- dijo mientras quitaba la venda de mis ojos y tomaba mi mano.

Observe el lugar, parecía un estudio de ballet, lleno de espejos, este lugar era muy bonito.

-Esto era un estudio de ballet ¿no?-pregunte observándome en uno de los tantos espejos que habían.

-Si, es el estudio de ballet en el cual bailaba Alicia-contesto con tristeza.

-¿Quién es Alicia?-pregunte.

-Alguien muy importante en mi vida-contesto mientras pequeñas lágrimas bajaban por sus mejillas.

-¿Una ex novia?-pregunte algo confundida

-No

-Pues entonces ¿Quién era?

-Mi hija.

¿Una hija? ¿Eduardo tenía una niña? Me pregunte a mí misma.

-¿Tienes una niña?-pregunte algo confundida.

-Tenia-dijo mientras intentaba contener sus lágrimas.

-¿Qué ocurrió?-pregunte nuevamente.

-Pues, alguien la asesino y luego la dejo tirada en un callejón, como si no fuese nada- Al contestar esto, se le notaba la rabia y el dolor en sus ojos.

Baje la cabeza, ¿porque había preguntado eso?

-Lo siento-dije intentando calmar sus lágrimas.

-Está bien, pero te traje aquí también porque es un lugar hermoso, ¿No lo crees?-dijo intentando contener su rabia y su dolor.

Observe todo el lugar y si, era hermoso. Tenía espejos por todos lados, las paredes estaban decoradas con pequeñas flores y bailarinas de ballet, el lugar te hacía sentir bien. Era tranquilo y podías sentir paz hay.

-Sí, lo es-conteste con una sonrisa.

-Bueno pues vamos al lugar que tengo preparado para ti.-dijo mientras tomo mi mano para dirigirme a un lugar.

Llegamos a un cuarto inmenso en el estudio de ballet. Este tenía velas por todas partes y había una gran mesa con elegantes candelabros y rosas por todas partes. Eduardo es muy bueno planeando citas, pensé.

Se acercó a la mesa, jalo una silla e hizo un gesto con su mano.

-Siéntese señorita

Sonreí y me dirigí a la silla para sentarme. Luego este se sentó en otra silla y abrió una botella de vino, luego lo sirvió en elegantes copas de cristal.

Eduardo se quedó observándome por unos momentos y luego sonrió.

-¿Qué ocurre?-pregunte algo confundida.

-A veces me pregunto que pasara por esa hermosa mente tuya-dijo observándome.

Lo mire a los ojos, sin saber que decir.

-Elisa-volvió a decir.

-¿Si?-pregunte.

-Me siento extraño cuando estoy contigo.

Esto me sorprendió un poco.

-Pero extraño ¿porque?-pregunte algo confundida

Este sonrió.

-Tranquila, es solo que me siento especial contigo.

No pude evitar sonreír.

-Yo también me siento especial contigo Eduardo-conteste algo nerviosa.

Este se acercó lo más que pudo hacia mí, ya que el candelabro de la mesa se lo impedía, tomo mi rostro en sus manos y tomo un beso de mis labios.

-Elisa-dijo mientras se volvía a acomodar en su silla.

Me quede callada esperando que terminara lo que iba a decir.

-Te quiero y no dejare que nadie, absolutamente nadie, te haga daño, ni a ti ni a Vanessa-dijo mientras tomaba mis manos en las suyas.

-Yo también te quiero Eduardo y lo sé, me siento segura contigo.

Este solo sonrió.

Pase muy bien la noche con Eduardo, la comida que preparo estaba deliciosa y como olvidar sus besos que sabían muchísimo mejor que el vino tinto. Con Eduardo, todos mis problemas desaparecían. El y mi hija eran los que me alegraban los días. Pensaba también en la hija de Eduardo, pobre chica, mientras comíamos Eduardo me conto de ella. Tenía el cabello castaño oscuro y ojos amarillos como el Sol, según lo que me conto, pude notar que era una chica muy inteligente, a sus 15 años, ya había escrito varias novelas ya que quería ser escritora, como yo. Según me dijo Eduardo, nunca se descubrió quien la había asesinado y la había dejado tirada en ese callejón hace dos años. ¿Quién habrá tenido el corazón para haber asesinado a una pobre e inocente chica de 15 años? Imaginaba el dolor de Eduardo, debía de ser muy fuerte. No podía ni siquiera pensar que le pasara eso a mí hermosa Vanessa. Mientras pensaba todo esto en mi habitación, en casa de mis padres, escuche unos fuerte gritos, al parecer provenían de la cocina. Al bajar las escaleras escuche a mi padre decir:

-¿Porque me hiciste esto Marisa?

-José, no quería lastimarte.-contesto esta

-Ah ¿No? ¡Perdón si te he molestado, sabes!- gritaba mi padre de forma sarcástica.

Tuve que intervenir en la conversación o si no este escándalo despertaría a Vanessa.

-Pero ¿Qué rayos ocurre aquí?-grite intentando que ambos se callaran.

Ambos se callaron, voltearon y me miraron.

-¿Que, Que ocurre? Pues hija querida lo que ocurre es que la zorra de tu madre me ha sido infiel con el sargento William, sabe Dios desde cuando-dijo mi padre con los ojos aguados y lleno de rabia.

Me quede completamente frisada, mi padre se había enterado de la infidelidad de mi madre. Esto le debe de estar doliendo mucho.

-¿No vas a decir nada Elisa?-repitió mi padre.

Solo baje la cabeza y me quede en silencio.

-Así que ya lo sabias-volvió a decir.

Yo continuaba callada, ¿Cómo le iba a explicar que se lo oculte por su bien?

-Así que el único engañado aquí y el único estúpido ¿Era yo?-dijo mientras pequeñas lagrimas bajaban por sus mejillas.

-Jo...-mi madre intento hablar, pero mi padre la interrumpió.

-No me vengas a dar explicaciones que no las necesito-diciendo esto tomo su billetera, las llaves de su auto y se fue.

Mi madre cayó al suelo y comenzó a llorar. Yo no sabía qué hacer, me sentía culpable de habérselo escondido a mi padre, pero era por su bien, pero ya veo que en vez de un bien, había hecho un mal. Me sentía fatal, miles de pensamientos, pasaban por mi cabeza.

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Bueno pues aqui otro cap. de Un Giro Inesperado. Espero que les guste...

No olviden vota y comentar, lo apreciare mucho!

Gracias por leer :* <3

Un giro inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora