Capitulo 9

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Cap. 9 (El asesinato de Carlos)

Fuimos a comer helado, Eduardo y yo. Yo ordene mi favorito, Helado de menta con chispas de chocolate, mientras que Eduardo ordeno un helado de vainilla. Pase una tarde maravillosa con él, su sonrisa me hacía olvidar de todos mis problemas. Este me contó de su vida, según dijo ha sufrido mucho intentando encontrar a la mujer ideal para él.

Llegue a la casa de mis padres a eso de las cinco de la tarde.

-Elisa, ¿dónde estabas?-pregunto mi padre quien tenía a Vanessa en brazos.

-Saliste a las tres de la tarde y no regresabas, nos estabas preocupando-esta vez hablo mi madre.

-Lo siento, es que en el colmado me encontré con Eduardo y este me invito a comer un helado-conteste

-¿Eduardo? ¿El hijo de Rosita?-pregunto mi madre algo emocionada

Asentí con la cabeza.

-¡Uhh! ese chico es muy guapo-volvió a decir mi madre.

Ignore sus comentarios y me dirigí a mi habitación. Es cierto que la pase muy bien con Eduardo, pero de algún modo me sentía culpable, mientras Carlos estaba muerto, yo salía con Eduardo y eso no estaba bien.

Sonó el timbre de la puerta y escuche que mi madre la abrió, baje las escaleras para ver quién era. Era el sargento William. Observe a mi madre nerviosa y a este también.

-Sargento William-dijo esta.

-Buenas tardes Señora Marisa.-contesto el sargento-Vine porque tengo algo importante que decirles acerca del asesinato de Carlos-dijo, muy nervioso.

Eso dijo la última vez y te acostaste con mi madre, pensé.

-Pase-le dijo mi madre muy nerviosa.

-Vanessa está durmiendo así que no hablen muy alto por favor-comentó mi padre mientras bajaba las escaleras.

Todos nos sentamos en el comedor para escuchar las palabras del Sargento, al parecer esta vez sí tenía información del caso.

-Hace días, una señora llego al cuartel y dice ser testigo de la muerte de Carlos.

Mis ojos se abrieron inmensamente.

-Y ¿esta persona podría identificar al asesino?-pregunte rápidamente.

-Esta señora dice haber visto a un hombre con unas gafas oscuras acercarse al vehículo de Carlos, pero eso ya lo sabíamos. Lo verdaderamente importante aquí es que la señora logro ver que el asesino tenía un tatuaje en su brazo izquierdo, la camisa lo tapaba un poco, pero al este alzar el brazo la señora logro notar el tatuaje.-contesto el sargento.

-Y ¿Cómo era el tatuaje?-pregunto mi madre, aun nerviosa porque su hija, su amante y su esposo estaban sentados juntos.

-Según nos describe la señora, el tatuaje es un ancla-

¿Un ancla? Pensé

-Rayos no conozco a ningún hombre con el tatuaje de un ancla-comenté

-Pues cuando tenga más información acerca del caso estaré pasando por aquí-dijo el sargento mientras se levantaba de su silla.

-Gracias-mi madre  lo acompañaba a la puerta.

No conocía a nadie con un tatuaje así, tenía que descubrir quien había asesinado a Carlos, no descansaría hasta averiguarlo.

No pude dormir en toda la noche, pensaba en Carlos, en Eduardo y en la infidelidad de mi madre. Todos mis problemas pasaron por mi mente, no sabía qué hacer, estaba demasiado confundida. Me sentía un poco mal Carlos llevaba solo ocho meses de asesinado y yo lo extrañaba mucho, pero la pasaba muy bien cada vez que salía con Eduardo y no sé si eso estaba bien.

Esta mañana comencé a hacer mis maletas para volver a mi casa. No sería lo mismo sin mis padres, ya que ellos me ayudaban a cuidar a Vanessa, pero saldría adelante. Mi madre me insistía con que me quedara, pero yo ya estaba decidida, subí las maletas a mi auto, amarre a la pequeña a su asiento especial y emprendí mi camino.

Mientras iba de camino a mi casa el neumático de mi auto se vacío. ¿Ahora qué haría? A mitad de camino, en medio de la carretera, sola y con una niña de nueve días de nacida. Mientras buscaba mi celular para llamar a mi padre para que viniera a ayudarme, un extraño de gafas oscuras se acercó al vehículo. Me asusté mucho al verlo ya que no sabía quien era, pero este se quitó las gafas y adivinen quien era, Eduardo. Este tipo últimamente se me aparecía hasta en la sopa.

-Veo que tienes problemas con tu neumático-dijo mientras observaba el neumático vacío.

-Si-conteste algo confundida.

-Voy a ayudarte, ¿tienes la goma de repuesta?-pregunto mientras sacaba unas llaves de su vehículo para desajustar el neumático.

-Si, está en la cajuela-conteste algo sorprendida. Parece como si él hubiese sabido que mi neumático se iba a vaciar y viniera ya preparado.

-Muy bien, saca a Vanessa del auto mientras arreglo el neumático.

Obedecí y saque a Vanessa del auto. Eduardo se quitó su camisa para no dañarla mientras cambiaba el neumático. Quede anonadada con su cuerpo tonificado y musculoso. Al parecer no pude disimular mi impresión porque este comenzó a reírse al ver mi rostro de sorprendida y al ver que estaba observándolo mucho. Quizás hasta necesitaría un babero de Vanessa. Porque en serio estaba buenísimo.

-Listo-dijo al terminar de arreglar el neumático.

-Gracias-conteste mientras me perdía observando los abdominales de este.

-No hay de que-dijo con una sonrisa- A propósito, pude ver que tienes unas maletas en tu cajuela, ¿te vas a mudar? -pregunto mientras se colocaba su camisa.

-Si, voy a volver a mi casa-conteste

-¿Y no necesitas ayuda?, digo una señorita delicada y bonita como tú, puede necesitar ayuda.

Al escuchar esas palabras mi corazón se sobresaltó, Carlos me dijo esas mismas palabras cuando me conoció.

-No, gracias-conteste con la mente perdida.

-¿Estas bien?-pregunto mientras observaba lagrimas rodar por mis ojos.

-Si, bueno gracias por todo pero me tengo que ir -conteste mientras colocaba a Vanessa devuelta en su asiento especial y encendía el auto.

-Ok, pues adiós-dijo algo confundido.

Acelere el auto y volví a mi casa, pensando solo en Carlos.

*

Estaba intentando quedarme dormida cuando de pronto caigo sobresaltada en mi cama y mi corazón comienza a latir muy rápido. Y solo pensé, el hombre que asesinó a Carlos, tenía esas gafas oscuras.

Un giro inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora