Capitulo 7

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Cap. 7(La llegada de Vanessa)

Llegue a los nueve meses de embarazo, habían pasado ocho meses desde la muerte de Carlos. Mi vida no había tomado ningún giro interesante, solo esperaba ansiosa el día en el que vería a mi pequeña por primera vez. Mi madre y yo no habíamos vuelto a tocar el tema sobre su infidelidad, no quería perturbarla más.

Cada vez que miraba mi bariga y sentía a mi pequeña Vanessa patear, solo pensaba en Carlos, ¿cuál hubiese sido su reacción al saber que iba a ser padre? O ¿estaría de acuerdo con el nombre de Vanessa? No sabría su reacción, jamás la sabría.

Abrí mi portátil para continuar escribiendo mi novela. Algunas personas piensan que la vida de una escritora de veintitrés años es fácil, pero no es así. No todo es sentarse y escribir lo primero que me llegara a la mente, todas mis historias se caracterizan por ser diferentes, Así que tenía que investigar a fondo sobre las historias que iba a escribir.

La mayoría de las semanas, mi padre, mi madre y yo íbamos a comprar ropa y cosas para Vanessa. Pronto nacería así que teníamos que estar listos para su llegada.

Me desperté más temprano de lo normal, a eso de las 6:30am. Tenía antojos de tomar helado, pero no cualquier helado, tenía que ser exclusivamente el helado de la cafetería de doña Rosita. Me levante de mi cama con mucha dificultad, esta bariga ya no me dejaba casi ni caminar. Al parecer mis padres aún estaban durmiendo y ahora ¿quien me compraría helado? Sera esperar hasta más tarde, ay pero lo quería ahora, pensé. Tome mi bolso y las llaves de mi auto, dona Rosita abría la cafetería temprano en la mañana así que tenía que estar abierta. Me subí a mi auto, con mucha dificultad y maneje en dirección a la cafetería. Llegue a la cafetería y efectivamente, estaba abierta. Si, pensaran que estoy loca por comer helado a las 6:30am pero en verdad tenía muchas ganas. Me baje del auto y entre a la cafetería.

-¿Elisa?-pregunto doña Rosita, con cara de sorprendida al verme en su cafetería a las 6:30am y con nueve meses de embarazo.

-¿como esta doña rosita?-pregunte mientras me sentaba en una de las mesas.

-Muy bien, ¿ y tu, mi niña?-pregunto mientras se acercaba a mi mesa para darme un beso en la mejilla.

-Bien, como puede ver con nueve meses de embarazo.

-Si, me entere de la muerte de Carlos, lo siento mucho.

-Gracias, he estado intentado recuperarme, ahora que voy a tener un hijo de el.

-¿El hijo es de Carlos?-pregunto algo sorprendida.

Obviamente que era de Carlos, ¿que acaso pensaba que era de otro?

-¡Por supuesto!-conteste.

-Ahh es que como ha habido rumores, tu sabes malas lenguas de que le habías sido infiel a Carlos durante su noviazgo.

¡Que rayos! Amaba a Carlos con todo mi corazón, ¿como rayos iban a pensar que le iba a ser infiel?

-¿Quien rayos dijo esa estupidez?

-No se mi niña, solo son rumores.

-pues son rumores falsos, doña Rosita.

-Lo se mi niña, ahora lo sé, cuéntame ¿que haces en esta cafetería sola y embarazada a las 6:30am?

-Pues es que tenía antojos de un helado, de los que usted vende.

-Ay mi niña, ¿en serio tienes antojos de helado a las 6:50 am?-dijo entre risas mientras verificaba su reloj para ver la hora.

-Si-dije algo avergonzada.

-Pues espera aquí que te lo traeré enseguida.

Me quede sentada en la mesa en espera de mi helado. Recibí una llamada de mi madre.

-Hola-conteste

-¿Elisa, donde rayos estas?

-Es que me dieron antojos de un helado de doña...

No pude continuar hablando, un fuerte dolor había comenzado en mi bariga. En un abrir y cerrar de ojos se rompió mi fuente. Comencé a respirar profundo debido al dolor.

-¿Elisa, que ocurre?

-Mamá, he roto fuente-conteste algo asustada.

-¿¿QUE??-grito mi madre desde el otro lado del celular.

Doña Rosita se dio cuenta de mi situación y se me acerco.

-Ok Elisa, respira profundo. Mi hijo Eduardo está aquí, él te llevara al hospital, dame tu celular-cuando doña Rosita me dijo esto, me tranquilice un poco y le di mi celular.

-Señora Marisa, es Doña Rosita, mi hijo llevara a Elisa al hospital, tráiganle sus cosas y espérenla allí-le dijo Doña Rosita a mi madre a través del celular.

Ahora si estaba asustada, quería a Carlos conmigo, lo necesitaba en estos momentos.

-Ok mi niña respira profundo, ¡Eduardo ven rápido!-dijo Doña Rosita.

Del almacén salió un chico muy guapo, al parecer era Eduardo. Me tomo en sus brazos y me llevo al auto. En el camino los dolores eran más fuertes aún. Eduardo no hablo en todo el camino y yo estaba a punto de desmayarme.

Llegamos al hospital y ahí estaba mi madre y mi padre, ambos muy nerviosos. Eduardo me llevo en sus brazos hasta una silla de ruedas que traía una enfermera. Luego me llevaron a un cuarto que honestamente asustaba mucho. Mi madre gritaba.

-Elisa respira.

Honestamente la que tenía que respirar era ella, porque estaba más nerviosa que yo.

-Solo puede pasar el padre de la criatura-dijo la enfermera.

Cuando la enfermera dijo esto comencé a llorar. Carlos no estaba.

-El padre de la criatura, no está-dijo mi madre con lágrimas en sus ojos-Pero yo voy a pasar, soy su madre.

-Muy bien, pues pase-ordenó la enfermera.

Esas fueron las peores dos horas de mi vida. Después de tanto esfuerzo y tanto dolor, al fin escuche el llanto de mi bebe. Estaba agotada de tanto esfuerzo. La enfermera acerco la niña hacia mí, era hermosa, no pude contener mis lágrimas. Eran lágrimas de dolor y de felicidad. De dolor porque Carlos no estaba para ver a su hermosa hija y de felicidad porque no podía creer que esa criatura preciosa había crecido dentro de mí y que por fin la tenía en mis brazos.

-Hola Vanessa-le dije a la bebe mientras la tenía en mis brazos.

Le di un beso en la frente y mientras la observaba, lloraba y sonreía.

Un giro inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora