Capitulo 4

20.5K 1.5K 74
                                    

Cap. 4(Infidelidad)

Habían pasado ya tres meses, desde la muerte de Carlos y mi barriga comenzaba a crecer. El Doctor prácticamente me obligaba a tomar vitaminas y a comer. No tenía ganas de hacerlo, pero tenía una criatura en mi vientre, producto de un gran amor entre Carlos y yo. No podía hacerle daño o mucho menos asesinarlo así que tenía que comer, quisiera o no. Al menos estaba en casa de mis padres y ellos me cuidaban muy bien. Mi padre se había ido a trabajar como de costumbre y mi madre estaba en su habitación.

Baje a la sala, tome mi portátil y comencé a escribir, quizás si escribía una historia nueva, eso me ayudaría a no pensar en Carlos.

Sonó el timbre de la entrada, me pare del sofá y abrí la puerta.

-Buenos Días señorita Elisa.

-Buenos Días, sargento William, ¿qué se le ofrece?

-tengo nuevas noticias del asesinato de Carlos.

-¡Sargento William!- gritó mi madre, la cual apareció de la nada.

-Buenos Días señora Marisa-dijo el sargento

-Elisa, ¿nos puedes dejar a solas un momento?-pidió mi madre, lo cual me pareció un poco extraño.

-No, quiero conocer las nuevas noticias del asesinato de Carlos.

-Lo único que vas a provocar es hacerte más daño así que ve a tu cuarto y deja que el señor William hable conmigo-ordenó mi madre.

-Mamá, soy una mujer de veintitrés años, ¡No soy una niña!

-Ve mi niña, hazme caso.

La obedecí, sinceramente no sé si soportaría escuchar más sobre el asesinato de Carlos, subí las escaleras hacia mi habitación.

Habían pasado unos quince minutos y me dio mucha sed así que decidí bajar a la cocina y servirme algo de jugo y así de una vez ponerme al tanto de la evidencia nueva en el caso de Carlos ya que la curiosidad me mataba.

Salí de mi habitación, baje a la cocina y me serví un vaso de jugo. Mi madre y el sargento no estaban así que supuse que el sargento se había marchado y mi madre habría salido a comprar leche en el colmado. Subí las escaleras hacia mi habitación cuando de pronto escucho unos gemidos en la habitación de mi madre. Algo muy extraño estaba sucediendo.

Me acerque a la puerta de la habitación  y los gemidos eran mucho más fuertes, era obvio que provenían de ahí. Abrí la puerta del cuarto y lo que vi me dejo totalmente sorprendida. Mi madre estaba desnuda en la cama y encima del sargento William. Los dos se percataron de que había abierto la puerta y ambos se quedaron completamente pasmados. El sargento William se levantó de la cama, tapándose sus partes con una camisa, recogió su ropa del suelo y salió del cuarto a toda prisa. Mi madre se quedó en la cama tapándose con las sabanas y totalmente avergonzada.

-No es lo que tú crees, Elisa- dijo mientras intentaba encontrar su ropa.

-Así que esa es la información que tenía el sargento del caso de Carlos.

-Elisa tienes que escucharme.

-¿Que tengo que escuchar mamá?, ¿escuchar cómo le eres infiel a mi padre?

-Elisa ¡no es lo que crees!

-¿Ah No? Entonces... ¿que es?-exigí una respuesta.

-pues, pues.

-Si eso pensé, no puedo creerlo, no puedo creerlo- al decir esto dos o tres lagrimas resbalaron por mis mejillas.

Salí de la habitación cerrando la puerta detrás de mí. Tome las llaves de mi auto y salí de la casa. No podía creer lo que acababa de ver. Que rayos pasaba con mi vida? Primero se muere Carlos, luego descubro que estoy embarazada y ahora descubro que mi madre le es infiel a mi padre, sabrá Dios desde hace cuánto. Esto era demasiado para mí.

Mi padre amaba demasiado a mi madre, yo era testigo de ese amor y descubrir que mi madre lo engañaba en su propia casa, en su propia cama y con el sargento que investigaba el asesinato de Carlos, era muy difícil. No podía creerlo, esto tiene que ser una pesadilla, mi vida entera era una pesadilla.

Era mucho el enojo y la tristeza que tenía en mi corazón. Iba muy rápido por la carretera, solo deseaba morirme, pero luego me puse a pensar, tengo una criaturita en mi vientre, debo de luchar por ella. Poco a poco comencé a reducir la velocidad del auto y me detuve en mi casa, donde se supone que viviría con Carlos.

El día de mi boda, cuando Carlos murió mi madre me llevo a su casa, no quería que estuviera sola. Me baje del auto y me detuve en frente de la puerta a observarla. Recordé cada vez que Carlos entraba por esa puerta con un ramo de flores y con una sonrisa para mí. Entre a la casa y observe las paredes, todas esas paredes las había pintado Carlos. Mas recuerdos llegaron a mi mente.

Un día estaba escribiendo mi segunda novela, llamada "Solo un paso más" cuando de pronto escucho la voz de Carlos.

-Elisa ¡ven rápido!

-¿Que ocurre Carlos?-pregunte algo asustada

-Mira esto.

Me acerque hacia el buscando ver algo extraño o buscando a lo que él se refería, solo vi que había comenzado a pintar la sala. Cuando volteo para buscarlo este tomo una brocha y pinto mi cabello y mi rostro, color azul y comenzó a reírse.

-¿Para eso me llamas? Eres un imbécil.

Este comenzó a reírse, me tomo de la cintura y me alzo en sus brazos.

-Wow, te ves, mucho más bonita pintada de azul.

-No seas idiota Carlos, mira como me dejaste-dije con mucha rabia

Se quedó observando mi cara llena de rabia y ahora de color azul y comenzó a reír más fuerte.

-Tú sí que eres una obra de arte Elisa. Una obra de arte con mi color favorito-dijo entre risas

-¿Ah sí?

-Si-diciendo esto tomo un beso de mis labios- Te amo.

Un gran portazo me devolvió a la realidad, voltee para ver quien había cerrado la puerta y vi a Penny. Esa niña era una dulzura, con su coleta de caballo parecía una muñeca de porcelana. Penny era hija de los vecinos de al frente.

-Hola Penny-Dije con una sonrisa.

-Wola señolita Elisa-Dijo ahogada con una barra de chocolate. Penny aún no podía pronunciar muy bien la letra R.

Sonreí, tome una servilleta de mi bolsillo y limpie sus mejillas llenas de chocolate.

-¿Es veldad que Calos ahola esta con los angelitos?

-Si hermosa, Carlos esta con los angelitos.

-¿Que le paso?

¿Cómo le iba a explicar a una niña de cinco años que aún tenía problemas para pronunciar la R, que un hombre había asesinado a Carlos?

-Pues Diosito decidió llevárselo para que estuviera mejor.

Solo eso pude decirle.

-Ahh, pues adiós señolita Elisa, mi madle me está llamando.

-Adiós Penny.

Carlos quería mucho a Penny, este le traía todos los días una barra de chocolate, de sus favoritas.

Continúe caminando por mi casa y subí las escaleras. Entre a la habitación, la que sería la habitación de ambos. Me senté en la cama y comencé a observar la pared. Carlos hizo un mural, amaba tanto ese mural. Lo hizo antes de que fuéramos novios. Recuerdo que le dije que quería un mural y el solo busco su pincel y comenzó a trazar líneas de distintos colores, al terminar se pudo apreciar lo que era. Era una pareja bailando ballet en una alcoba. Comencé a llorar, todos mis problemas resbalaron por mis mejillas en forma de pequeñas lágrimas. No sabría cómo continuar adelante, ¿como le vería la cara a mi madre después de lo que acababa de ver? ¿o como le diría la verdad a mi padre?

No sabía qué hacer. Toda esa tarde estuve recostada en mi cama, llorando y pensando, hasta que me quede dormida

Un giro inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora