Cap. 12 (Disculpas)
Un nuevo día comenzó y me sentía igual de estúpida que la noche anterior. No sabia si Eduardo me perdonaría por dudar de él, por pensar que él había asesinado al hombre que sería mi esposo. ¡Elisa tu arruinas todo!, me decía a mí misma. Tal vez hubiera tenido una oportunidad de ser feliz con Eduardo, pero lo arruine, como siempre lo hacía. Al menos eso me había dicho Carlos cuando le arruine una de su obra de arte.
-¿Elisa que rayos te pasa?, ¡Siempre arruinas todo!
Esas fueron sus palabras. No fue mi intención, solo iba pasando y sin intención alguna derrame un poco de jugo de uva en uno de sus cuadros. Ese día solo arruine la obra de arte de Carlos, pero anoche pude haber arruinado los sentimientos de Eduardo. ¿Por qué fui tan estúpida? Me deje llevar por el miedo, actué como una loca. Ahora si metí la pata.
Le eche un vistazo a mi celular, con la esperanza de que Eduardo me hubiera llamado, pero no, ni rastro alguno de este. Decidí llamarlo, pero este no contesto. Estaba deprimida, me sentía mal.
Suena el celular. Le eche un vistazo ilusionada de que fuera Eduardo, pero era mi madre.
-Hola-conteste.
-Elisa, ¿Te has enterado?-dijo algo nerviosa.
-¿Enterarme de qué?-pregunte un poco asustada.
-Hija, del accidente que tuvo Eduardo anoche, está en el hospital, según me dicen iba a exceso de velocidad e impacto a otro vehículo.
El celular resbalo de mis manos cayendo al suelo. ¿Un Accidente? ¿Eduardo? ¿Anoche? Tome mi bolso y mis llaves y me subí al auto, sentí que se me quedaba algo, pero lo seguí. Iba a toda prisa por la carretera.
-¡VANESSA!-grite a toda voz.
Había olvidado a mi hija de doce días de nacida en casa. Vire el auto en dirección a mi casa y busque a mi hija. En el camino hacia el hospital me preguntaba como estaría Eduardo, ¿Habría tenido el accidente por mi culpa?, pensaba una y otra vez.
Llegue al hospital, baje a mi niña y la coloqué en su coche. No tenía ni idea de que le diría a Eduardo cuando lo viera, solo quería ver que estuviera bien. Entre a toda prisa al hospital en busca de señales de familiares de Eduardo pero no había nadie, me estaba desesperando. Comencé a preguntarles a las enfermeras si conocían a algún paciente llamado Eduardo pero ninguna de estas me respondía. Decidí preguntarle a una de las secretarias y esta me dijo que ya Eduardo había sido dado de alta.
-¿Qué? No, no puede ser, busque de nuevo en la computadora.
Mientras la secretaria buscaba nuevamente en su computadora escuche otra voz.
-¿Elisa?
Me voltee para ver quién era y era Eduardo junto a su madre.
-Eduardo-dije mientras observaba su mano enyesada y su cara con algunas heridas.
-¿Qué haces aquí?-pregunto algo disgustado.
-Pues, no respondías mis llamadas y me entere de que habías tenido un accidente y vine para ver que estuvieras bien-respondí esperando que me comprendiera.
-Pues estoy bien, cómo puedes ver.
-Si.
Al parecer este aún estaba disgustado conmigo, así que era mejor que me retirara. Voltee para seguir mi camino con mi niña.
-¿Ya te vas?-pregunto.
Voltee nuevamente.
-Si, vine para ver que estuvieras bien, lo estás y supongo que no quieres verme aun, así que me voy-conteste algo frustrada.
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Un giro inesperado
RomanceImagínate que el día de tu boda (El día mas feliz de tu vida), ocurra un suceso que impida esta, tal y como le ocurrió a Elisa, una joven escritora de 23 años que atravesara muchos problemas en su vida. Descubre los secretos y las mentiras en la vid...