PINTURA REGADA

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Al día siguiente Lauren llegó temprano por lo cual no sabía de su presencia en la casa y me dispuse a bajar a comer algo

-se te ve bien el pelo estilo talco- escuché que dijo Lauren a mis espaldas

Girándome un poco asustada por su presencia le pregunté - ¿talco?-

-tal como te levantaste- lo dijo con gracia a lo cual no pude reprimir una sonrisa pues, no me esperaba eso de ella. Decidí entonces relajarme y ser más informal

-¿no se supone que eres una adulta ya madura, profesional y seria?- le pregunté cruzándome de brazos para asumir una actitud más mesurada

-¿me estás diciendo inmadura?- tomó mi misma postura ahora más cerca de mí

-tu me lo estás demostrando- dije con tono apático

-pero también dijiste que no soy seria-

-esos chistes tan malos muestran que tu seriedad es mínima-

-entonces cuéntame un buen chiste adolescente seria- y una sonrisa burlona se dibujó en su cara

-cuando se me ocurra alguno te lo contaré- y con esto me dispuse a salir del salón pero su voz me hizo detener

-pero también me has dicho que no soy profesional-

-pues no conozco todavía tu trabajo, así que no puedo todavía cambiar esa afirmación- me encogí un poco de hombros

-podría tomar esto como una gran ofensa Señorita de Tebas- y al escuchar esto me alarmé pues su actitud se tornó totalmente rígida y seria

-yo, lo siento, perdón, de verdad...- traté de vocalizar mis palabras que salían nerviosamente de mi boca pero ella me interrumpió

- o podría aprovechar el tiempo mientras que se seca la capa de brillo que le di al mármol, para demostrar el porqué soy la mejor profesional en el arte- y su sonrisa triunfante y llena de petulancia salió al rescate de lo que yo pensaba era enojo lo que ella tenía

-y ¿cómo piensas hacerlo?-  mi curiosidad salió a flote, cosa que ella percató y creo que tomó provecho pues se acercó quedando a poca distancia de mí

-piensa en algo que te guste- dijo tan cerca de mí que su cercanía se tornó cómoda para mí, lo que era extraño pues si fuera otra persona ya la hubiera apartado, pero no me sucedió esto con ella; la poca distancia me permitió detallar sus rasgos faciales pero me quedé de nuevo perdida en aquel azul verdoso de sus ojos

-tus ojos- dije en susurro aun perdida en algún sitio de mi mente, pero fue demasiado alto el tono pues ella escuchó y sonrío conmovida; yo en cambio al escuchar mis propias palabras quise que la tierra me tragara; mierda, ¿por qué tuve que decir eso?, hubiera pensado mejor. Apenada y nerviosa de nuevo di unos pasos atrás y agaché mi cabeza

-son geniales, lo sé- dijo divertida ante mi reacción -pero tengo una mejor idea- y al decir esto me tomó por la muñeca y me llevó al salón donde estaba trabajando. Me indicó que me sentara en una silla delante de un lienzo, ella tomó asiento al frente de este y me miró por algunos segundos antes de tomar el pincel y algunas pinturas

-¿qué es lo que más te gusta de tu rostro?- me dijo pero yo no fui capaz de modular palabra, ella sin saberlo había hecho una pregunta realmente difícil para mí, no es que no me gustara nada de mí, solamente que nada lo encontraba  realmente digno de exaltar. Ella notó ese cambió tan drástico en mi actitud así que se paró y se acercó a mí -si me lo preguntaras, a mí me encanta tu sonrisa, expresa ternura y alegría, tus labios se ven realmente delicados, tu nariz es perfectamente delineada y un poco respingada, tus ojos son preciosos pero... a tus cachetes les falta algo- y se puso una mano en el mentón para que yo entendiera que estaba pensando. Mi subconsciente estaba trabajando de forma irregular y sus palabras seguían presentes en mi cabeza, ella me estaba adulando, me estaba haciendo sentir especial; pero ¿qué le faltaban a mis cachetes? ¿Le habrán parecido feos o raros?

El Bosque Griego (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora