Capitulo 2. El principio del caos.

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Ya era febrero. Enero había quedado atrás, y Mikaela se pensaba que el extraño silencio que reinaba sobre las calles había desaparecido, pero no fue así. Es cierto que no había vuelto a soñar con ese hombre sin rostro, pero seguía habiendo algo que inquietaba a la joven. De hecho no había vuelto al pinar. Hoy tenia que llevar un recado a su tío Will. Era un hombre solitario, tacaño y muy gruñón. Aun así, Mikaela le quería. Intentaba ir todos los meses a verle. Will sabia que Mikaela no era feliz con sus padres, y que la gustaba ir donde el. Y aunque el también la quería, no le gustaba que fuera allí. Sabia que cuando iba a visitarlo,la joven corría peligro. Y Will no la podía decir nada. No por ahora. No debía empeorar mas las cosas. Y es que el oscuro pasado de la familia de Mikaela seguía muy presente. Y aunque ella creía que lo sabia todo, las cosas mas fuertes seguían en las sombras

Llego a casa de su tío. La abrió. Mikaela le dio el recado y Will la felicitó. Ni la propia Mikaela se acordaba de que hoy cumplía 17. Nadie de su familia la había felicitado nunca. Mikaela había llorado mucho que nunca se hubiesen acordado de su cumpleaños. Solo Will lo hacia. Le hizo una tarta. Se la comieron juntos y se fue.

De vuelta a casa no se encontró a nadie. Pasó por el centro, que siempre andaba tan alborotado, y tampoco había nadie. Otra vez esa sensación de que iba a pasar algo...

Andó entre la niebla que cubría Mindest Road, y, de repente, una mujer anciana con rostro bastante arrugado la paró. ¿De donde había aparecido esa mujer? Se pregunto Mikaela. Y empezó hablar.

-Niña, que haces por ahí sola, en un día tan oscuro. Ven a mi casa. Hace mucho frío, y está empezando a llover.

Mikaela no la conocía. Aunque su vida social era poca, en un pueblo mas o menos pequeño la gente se reconoce.

-No, gracias. Mi casa esta cerca.-Mintió. Aquella mujer no la daba buena espina. Ademas, recordó unas sabias palabras de su padre, que le dijo antes de convertirse en lo que ahora es : “Si alguien que no conoces te para por la calle, por muy buena gente que parezca, vete y no hagas caso”.

Así que se fue, pero la anciana la agarro del hombro.

-Hija, no te vayas. He hecho pastas con te, y hace mucho frío-Repitió, esta vez, con un tono mas amable.

-No. Gracias, pero no.

Y, apartándose bruscamente de la mujer, se fue acelerando el paso. De pronto, la anciana dijo, con un tono serio, bajo y pausado: “Mikaela, vuelve”.

La joven hecho a correr. No miro atrás. Tenia miedo. Por primera vez, quería llegar pronto a casa.

Llegó. No había nadie. Solo Zizu. Pensó atemorizada como aquella anciana sabia su nombre. Y pensó también donde estaría su familia. Siempre había alguien en casa. Tenia miedo. Pronto llegaron los cuatro. ¿Que estaba sucediendo? Era imposible que hubiesen salido los cuatro juntos. Hacia años que no salia la familia unida a pasear. Aquellos eran tiempos felices que a Mikaela no le gustaba recordar, porque la nostalgia la invadía, y rompía a llorar.

Pregunto a su madre que a donde habían ido.

La dijo que a dar una vuelta. Pero no, no era eso. Era la primera vez que veía a su madre llegar contenta a casa, pero no la pregunto mas. Tenia bastante con el susto de la anciana.

Algo estaba sucediendo. Y lo que quiera estuviera sucediendo no le hacia ninguna gracia a Mikaela.

Sin duda, aquello era el principio de algo muy importante.

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