Capítulo 15. El plan perfecto.

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El día siguiente de la extraña aparición del hombre sin rostro, Mikaela se sentía muy aturdida, pero sobre todo preocupada. Su tío Will corría peligro, y encima en la cárcel no estaba segura. Había que escapar. Lo primero que hizo al levantarse fue hablar con Leah, y ponerla al corriente de todo. Hablarla de la extraña huida de sus padres, de la inquietud que aquella misteriosa anciana la proporcionaba, y del hombre sin rostro y sus advertencias. A Leah le costó asimilar tanta información junta, pero creía a su amiga. La creía a pesar de lo inverosímil de la situación.

-Pues si el hombre sin rostro ese dice que huyamos, tendremos que huir, ¿no? - Dijo Leah a la hora de comer. Las chicas estaban un poco más integradas en el Módulo. Se alejaban todo lo que podían de Trecy y sus compinches, y pasaban el rato con Tamara y sus amigas, con las que habían hecho buenas migas.

-Ya, pero como. Es imposible salir de aquí. Vigilan día y noche todo el Módulo. - Respondió en susurros Mikaela. La daba la impresión de que alguien las observaba. Miro al rededor, y vio como Julianna, que estaba sola en la mesa más alejada del comedor, apartaba rápidamente la vista de ellas. Lo raro es que no era la primera vez que Mikaela o Leah sorprendían a Julianna observándolas. Esa chica solitaria, que nunca hablaba con nadie, siempre atrajo la atención de Mikaela.

-Tiene que haber alguna manera. - Prosiguió Mikaela.

-Lo que más me preocupa es mi tío, Will. Además me dijo que se reuniría conmigo dentro de poco para contarme algo muy importante acerca de todo lo que está pasando. ¿Cómo me lo va a contar, si él ni siquiera sabe que estoy en la cárcel?

-No te preocupes, Mikaela. En este pueblo las noticias vuelan.

-Ya, pero el hombre sin rostro me dijo que estaba en peligro. ¿Qué puede significar eso?

-No lo sé, Mikaela. No lo sé...

El resto del día pasó sin pena ni gloria. Era verano. Hacía calor. Era su segundo día en prisión. A las seis de la tarde, Beatrice fué a la sala de encuentros. Lloraron. Media hora más tarde se separaron. A las 20:30 horas tenían que ir a acostarse. Durmieron sin ganas, pues estaban muy cansadas de los días anteriores. Volvió a amanecer. Seguía siendo verano. Seguía siendo Agosto. Seguía estando en prisión. Nada había cambiado. Se pasó todo el día en silencio, pensando, apartada. Incluso cuando Leah la hablaba ella no la prestaba atención. Estuvo ausente durante 3 días seguidos. Nadie sabía que podría estar pasándole por la cabeza a aquella muchacha. Pensaban que estaría con la tristeza propia de quien va injustamente a prisión y ve como su vida se desmorona. Pero no. Nada más lejos de la realidad. En verdad, nunca había estado tan lúcida. Su cabeza estaba pensando a toda velocidad un plan perfecto, sin dejar ningún cabo sin atar. Por fin, la noche de su quinto día entre rejas, cuando todas las presas dormían en sus celdas, Mikaela despertó a Leah.

-Leah, Leah.

La empujó para despertarla.

-Leah, despierta, es importante. - La susurró sin dejar de empujarla.

-¿Qué quieres? Déjame dormir - Dijo entre murmullos, medio dormida.

-Es importante.

Leah se alertó. Si ella decía que era importante es que ocurría algo grave, teniendo en cuenta la mala racha que llevaban. Pero esta vez no era nada malo.

-¿Ocurre algo?

Entonces Mikaela, con una sonrisa en los labios, habló.

-Ya tengo el plan para escapar de aquí. Somos libres.


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