Capítulo 10. La noche donde empezó todo.

251 9 2
                                    

Mikaela temblaba. Apretaba fuertemente la mano con la de Leah. Se miraban con complicidad y miedo. El viento procedente de Londres enfriaba aún mas los ánimos de las jóvenes. Estaban nerviosas, pues se encontraban frente la puerta de los juzgados londinenses. Sí, hoy era el día. No sabían a lo que se enfrentaban, ni contra que pruebas tendrían que luchar. Y para más emoción, James acudiría como testigo. Mikaela ya le había advertido que como no cerrara la boca durante el juicio, ella revelaría cosas sobre el que no le harían ninguna gracia. Beatrice estaba acompañando a las chicas, que seguían impacientes, nerviosas y mirándose con miedo e incertidumbre, esperando que la juez las citase para empezar el evento. Estaban dando la última calada al cigarro, mientras una voz las sacó de sus pensamientos.

-Las señoritas Looper y Sanders, por favor, entren en la sala.

Era la voz de la juez. El juicio iba a comenzar. Se despidieron con la mirada de Beatrice, y no sin antes lanzar un suspiro al aire, entraron a los juzgados, donde Michael, su abogado y primo de Leah, las estaría esperando.

Una vez presente todo el mundo, las muchachas no pudieron evitar lanzar una mirada de desprecio y aviso a James, que se encontraba en la zona de los testigos, detrás de ellas. Leah y Mikaela, y el abogado, estaban en una mesa justo en frente de la juez, que presidía la gran sala. Al lado de la mesa de la juez – que además, tenía fama de ser una de las más duras de todos los juzgados – estaba una silla y una pequeña mesa. Esa era la sala de declaraciones.

-Bien, pues el juicio acaba de empezar. Pónganse en pie las acusadas, Mikaela Looper y Leah Sanders. Se les ha citado en esta sala por el famoso "Caso del Crimen de la Estación".Aquel caso se abrió, por vez primera, en Enero de 1961, hace 6 años, y fue cerrado en Junio de ese mismo año, por falta de pruebas. - Leía la juez con un tono de voz serio, firme y severo, que no parecía tener ningún tipo de compasión – Se acordarán ustedes de que únicamente se celebró un juicio, en el cual, al igual que hoy, acuden como acusadas. Bien, este caso fue reabierto hace poco, ya que han llegado a nuestras manos unas pruebas determinantes. Pero antes de presentar dichas pruebas, debemos recordar a lo que nos enfrentamos.

Esas palabras fueron como un sablazo para las dos chicas, especialmente para Mikaela, ya que ahora llegaría la hora de destapar parte de su pasado. Destripar "aquello" que hace años que se guardó en un cajón no era nada bueno. ¿Y si hoy perdían el juicio?. Mikaela recordó las palabras del hombre sin rostro :"Lo peor está por llegar". Pero antes de que pudiese hundirse más en sí misma, la juez ya empezó a revelar El Caso del Crimen de la Estación.

-Empecemos. El 16 de Enero de 1961, día en que se abrió el caso por primera vez, fue hallado a las 8 : 00 de la mañana aproximadamente, por un vecino, el cuerpo sin vida de Ronald Simon Meyer, con 57 años. Apareció muerto en su domicilio particular, situado en la calle de La Estación, tirado en el suelo, con un tiro en el abdomen, rodeado de un pequeño charco de sangre. Solo fue un tiro, pero resultó mortal. Nuestro equipo forense determinó que el asesinato tuvo lugar a las 23 : 00 aproximadamente de esa misma noche. Además, el domicilio presentaba grandes señales de robo. Varios testigos afirmaron ver a una joven de 11 años entrar a su casa una hora o dos horas antes de que tuviese lugar el asesinato. Una niña morena con unos grandes ojos oscuros. Descubrimos que esa muchacha era Mikaela Looper, aquí presente. Pero no iba sola. Iba acompañada de otra niña de su edad. Una niña de familia adinerada, y con unos cabellos dorados que se veían a kilómetros.

Cada palabra que salía de la boca de aquella juez era como una puñalada para Mikaela y Leah. Ambas recordaban con exactitud aquella noche de Enero de 1961. La noche donde empezó todo.

-Llevamos a Mikaela y a Leah a tomar declaración – prosiguió la juez – y lo negaron todo. El día que se celebró el juicio, también lo negaron todo, y, tanto por falta de pruebas, como por la corta edad de las chicas, el caso se cerró en Junio. - La juez, antes de continuar con el relato, lanzó una impasible mirada a las acusadas – Las pruebas que nos han llegado hace poco son concluyentes. Lo más extraño de todo fue que, dichas pruebas, metidas en un paquete, fueron entregadas de incógnito sobre la mesa de recepción de la comisaría. Nadie sabe quién las envió, ni por que las dejó de incógnito, ya que aquí preservamos mucho la intimidad de las personas que no quiere que se sepa su identidad. En el paquete ponía : "Para el comisario". Y en su interior había un telegrama de papel, en el cual ponía, textualmente :

"QUERIDO COMISARIO. EN ESTE PAQUETE LE HAGO ENTREGA DE UNAS PRUEBAS CONCLUYENTES PARA EL CASO DEL CRIMEN DE LA ESTACIÓN. ESPERO QUE LE SEAN DE GRAN AYUDA.

ATENTAMENTE : X

-Y ahora ustedes se preguntarán, ¿que contenía tan misterioso paquete? Pues, ni mas ni menos, la pistola con la que se efectuó el mortal disparo hacia Ronald.

Mikaela y Leah miraban con miedo. El corazón se les iba a salir en cualquier momento por la boca.

-Pues bien, la historia continúa. Recordarán ustedes que se las hicieron unas pruebas de ADN y huellas dactilares por si nos podrían ayudar en la investigación. Pues aún conservamos el resultado de esas pruebas. Hemos examinado bien la pistola, y las huellas coinciden perfectamente con las de ... Mikaela Looper. Lo cual es extraño, pues si esa pistola lleva 10 años desde el disparo, lo normal sería que los resultados no fuesen válidos, pero al serlo, pensamos que el arma ha sido meticulosamente cuidado por alguien. Pero prosigamos, por favor. Todas las pruebas apuntan a Mikaela como la asesina de Ronald Meyer.

Mikaela, que estaba sentada mirando fijamente a la juez, no sabía que hacer. Lo peor era que no se equivocaba del todo, pero tenía que explicarse.

- Ahora, es el turno de los testigos. Se sentarán cada uno de ustedes en esta silla que esta al lado mío, y responderán todo lo que les pregunte.

Llegaba el turno de las preguntas. Todos los testigos citados a declarar ante la juez, que eran 26, eran vecinos de Mindest Road, que vieron como Mikaela y Leah entraban a casa de Ronald horas antes de su asesinato. A todos se les formuló las mismas preguntas. ¿Vio usted a Mikaela Looper y Leah Sanders entrar a casa de Ronald Meyer horas antes de su asesinato? ¿Le consta que Mikaela Looper mató a Ronald? ¿Le consta que Leah o Mikaela fueron las autoras del robo?

Todos los testigos, uno a uno, fueron respondiendo a estas preguntas, pero todos contestaron lo mismo. A la primera pregunta dijeron que sí, y a las dos restantes respondieron que no. Leah y Mikaela, expectativas, iban viendo como iba saliendo cada uno de los testigos a declarar, hasta que era el turno de él, de James. Las dos amigas miraban fijamente a James. Su declaración sería la más importante. Entonces, la juez le formuló las 3 preguntas. Y James respondió a todo que no. Cosa que alivió a las acusadas. Evidentemente, Leah y Mikaela sabían que no había dicho toda la verdad. Seguramente por miedo. James tenía tanto que callar.

Una vez las declaraciones, era hora de seguir con el juicio, y la cosa pintaba muy mal, especialmente para Mikaela, ya que todas las pruebas la apuntaban como principal culpable.

-Bien, ya tenemos todas las declaraciones. Y tenemos varias conclusiones. Mikaela Looper entró, acompañada de Leah Sanders, a casa de Ronald, horas antes de la hora de su muerte. La pistola con que se efectúo el disparo, que ha llegado de una manera muy misteriosa a nuestras manos, apunta que Mikaela efectuó el disparo que acabo con la vida de la víctima. Y como el robo tuvo lugar esa misma noche, todo apunta a que estas muchachas fueron las autoras del robo. ¿Algo que añadir, señor letrado? - Decía firme la juez mirando al abogado. El era la última esperanza de las jóvenes. Pero el pobre no sabía que hacer. Todo estaba demasiado mal. Así que Mikaela miró a Leah, hablaron con la mirada. Era hora de contar la verdad.

-Con la venia, señoría. Solicito permiso para hablar.

-Permiso solicitado, Mikaela.

-Gracias. Creo que ha llegado la hora de contar toda la verdad. - Decía Mikaela temblorosa y muy asustada. La situación era insalvable, así que pensó que lo mejor sería contarlo todo, aunque la doliese abrir parte de su pasado. James también temblaba, pues si Mikaela lo contaba todo, estaría perdido. Pero ya no hay vuelta atrás. Mikaela iba a contar lo acontecido aquella noche de Enero de 1961. La noche donde empezó todo. La noche en que sus vidas cambiaron para siempre.


FALLENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora