Capítulo 8. Mal momento para recordar.

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Después de la intensa charla entre tío y sobrina, a Mikaela le quedó claro lo que debía de hacer. Por ahora, tenía que guardar todas sus fuerzas para el día del juicio, que cada vez estaba mas próximo. Además, pronto James volvería al pueblo. Mikaela solo pensaba cual sería la manera más dolorosa de matarlo en cuanto lo viese llegar, pero con todos los problemas que se la avecinaban, lo mejor sería hacer como si no estuviera presente. James es una de las personas que mas daño había hecho a Mikaela, y ella había jurado venganza desde entonces. Pero en esos momentos tenía cosas más importantes de las que preocuparse.

Mikaela iba de camino del hogar de Leah y su madre. Haciendo caso a su tío Will, el mejor refugio sería la casa de los Sanders.

Mikaela llamó a la puerta y Leah la abrió.

-¡Vaya! No te esperaba tan pronto – Dijo Leah saludando a su amiga con un fuerte abrazo.

-Ya...Verás .

-¿Qué pasa? Malas noticias, ¿verdad?

-No, no. No es eso. - Respondió Mikaela. - Verás, tengo que pedirte algo.

-Tu dirás.

-Pues...¿Puedo quedarme en tu casa unos días? - Preguntó Mikaela con un poco de vergüenza. No la gustaba pedir ayuda, pero si Leah decía que no, Mikaela estaba perdida.

-Sí, vale. No tengo ningún problema, y mi madre seguro que tampoco.

-Gracias. Muchas gracias – A Mikaela se la encendió una luz en la cara, y una bonita sonrisa que cubría su rostro.

-¿Pero por qué tienes que quedarte en mi casa? - Preguntó Leah, desconcertada.

-Mis padres me han abandonado.

-Vaya, lo siento.

-No te preocupes. Ya sabes que nunca me he llevado bien con mi familia, pero mi casa está sola, y no me siento a salvo. Es una tontería, ya lo sé.

Mikaela no le estaba contando toda la verdad a Leah. Pensaba que se empeorarían mas las cosas.

-Vale. Quedate el tiempo que quieras. No será ningún problema. ¿No traes ropa?- Dijo Leah.

-Tampoco tengo mucha.

-Bueno, ya te prestaré algo. Tu habitación será una que está pegada a la mía. Es pequeña, pero no esta mal. Ven. Te la enseñaré.

-Gracias. - Concluyó Mikaela.

12 DIAS DESPUES



Mikaela vivía en casa de Leah y Beatrice, a la que la había hecho mucha ilusión que hubiese un invitado más en casa. Beatrice ya se estaba curando de su catarro. Ahora solo vivían ellas tres y la pequeña Rose. Su padre trabajaba como mercader y estaba haciendo un largo viaje de negocios en China, y esperaban que volviese en casi un año. Leah tenía dos hermanos más, John y Jane, que un buen día, hace más de un año, sin decir nada, se marcharon. Todos pensaban que los habían secuestrado a algo así, pero todos los meses llega una carta enviada por ellos a casa de Beatrice, donde ponen que todo sigue bien.

No se sabe aún por qué se fueron ni donde están, ya que la carta cada vez es enviada desde un lugar diferente. Al menos está la tranquilidad de que siguen vivos, pero esa situación olía muy mal.

Dejando a un lado la familia Sanders, lo mas importante es que mañana vendría James, o eso ponía en la carta que envió a Leah. James era vecino de Leah, lo cual suponía un problema. Querían olvidarse de él y estar pendientes del juicio que se avecinaba en apenas una semana. Estaban muy nerviosas. Se enfrentaban a un caso que ya había prescrito, o eso creían. Michael, el primo de Leah que las defendió con éxito en el primer juicio, las volvería a defender.

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