IX

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»Dedicado a: Lauren-Giner (por ser el primer
comentario en el
capítulo pasado
💕)



Una despampanante peliroja caminaba por el pasillo de hospitalización, buscando el cuarto en donde Yuri Plisetsky estaba siendo medicado.

Cuando lo encontró, Mila guardó la preocupación que sentía y acomodó su mejor sonrisa en su rostro. Esa clase de sonrisa maquiavélica que tanto le gustaba actuar.

—Vaya vaya —dijo al entrar y ver al rubio despierto —había escuchado rumores de tu recaída pero no pensé que podía ser real.

Yuri ni se inmutó. No quería hablar con ella, ni siquiera quería mirarla. Su presencia le recordaba lo que, hace unos días, iba a hacer con Beka.

—Quise comprobarlo yo misma —habló la ojiazul deslizando su dedo índice sobre la piel desnuda del brazo de Yuri. —El tigre de hielo estará muerto en unos cuantos días.

Plisetsky se conmocionó.

Si bien Mila nunca había sido de su agrado ahora las palabras que profería le hundían en una obscuridad terrible. En la mente del rubio, el hecho de que Mila pensará así solo tenía una razón: Otabek le había hablado sobre cuánto deseaba verle mal.

¿Y para qué tanto drama?
¿Para qué tanto deseo malintencionado?

Yuri estaba conciente de que su cuerpo era débil, su delgadez no era producto del entrenamiento o cualquier otra tontería que había dicho en alguna entrevista.

El estado de su cuerpo gritaba a viva voz la depresión por la hubo atravesado; y esta había vuelto con la presencia del kazajo.

—Mírate. Luces como un estropajo.

—Si tanto de incomoda verme puedes salir por esa puerta y no volver jamás —respondió el menor.

—¿Y perderme ver tu estado deplorable? Jamás.

—¿Qué haces aquí? Ya viste lo que tenías que ver, no soy competencia para nadie ¡Yo también quiero desaparecer!

Yuri había perdido los estribos. Sus manos se habían sujetado a las sondas por donde pasaba el suero que le mantenía despierto y eso era lo que no quería, no necesitaba estar despierto si lo que viviría en la realidad era un brutal pesadilla, una donde Otabek le odiaba y le hacía ver que él, Yuri, solo traía mal.

Mila le tomó de las muñecas, Yuri pataleó. Empujó con su pierna el parante de sueros y al instante las agujas puestas en sus sus venas se soltaron de su piel rasgándola.

Mila al ver la sangre que caía de las manos de Yuri, tembló. Nunca había visto tan roto a aquel rubio. Comprendió todos sus males y era hora de mostrarse como era: la hermana que Yuri no quería pero, que siempre estaba dispuesta a ayudarle.

Y así lo haría.
Le demostraría a Plisetsky que existen ocasiones en las que debemos mostrarnos débiles, tales como nos sentimos. No hay ningún problema en sentir debilidad, simplemente debemos admitirlo. Dejar el orgullo y afirmar lo que queremos, lo que nos hace débiles.

—¿Qué es lo que quieres decir, Yuri? —murmuró la peliroja, sosteniendo aún las manos del rubio.—¿Quieres que me vaya con Beka y...

—No le digas Beka.

—¿Por qué no?

—Porque no quiero —Yuri escondió su mirada entre sus cabellos dorados —Solo yo puedo decirle así, solo yo. Soy el único que puede llamarle de ese modo.

Triangle ➸ Otayuri / PliroyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora