XI

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Ágape.

El amor más desinteresado que puede existir. El más dulce, el más puro.

Blanco, brilloso, esbelto...

Yuri se veía así mientras patinaba su rutina de hace años atrás. Los cabellos rubios caían en sus hombros pues, habían crecido considerablemente después de haber pasado días de felicidad junto a Beka.

Nunca hubo imaginado que la longitud del cabello dependiera del estado de ánimo de uno mismo pero, a él eso le tocó. Su cabello brillaba como diamantes dorados, como oro puro a la luz del sol.

Era puro resplandor, hermoso y entonces Otabek, que le estaba observando desde la banca de descanso, se sintió miserable por haberlo humillado en aquellos años. Sintió tanto amor en su pecho que simplemente atinó a entrar a la pista de hielo, descalzo, y correr para tomar entre sus brazos a ese ruso que le volvía loco, el único en su vida, su alma gemela.

— ¡Beka! —chilló Plisetsky cuando sintió los fuertes brazos del kazajo envolverse alrededor de él.

—Me vuelves loco —le susurró al oído —cada parte de ti me llama a gritos, no puedo controlarlo.

—Eres tan cursi.

—Lo sé, pero es que... —Otabek vio los labios rosados de Yuri y le besó sin esperar algo a cambio. Simplemente, le besó porque necesitaba hacerlo. —Quiero hacerte el amor, ahora, aquí.

El rubio se ruborizó hasta las orejas. Incluso pensó que tal vez sus cabellos se habían vuelto rojizos.

Joder. El kazajo le encendía al máximo.

¿Y ahora, qué demonios haría? Tenía la cadera de su novio presionándole contra su ingle.

¡No era de hielo!

Le agarró de la muñeca y refunfuñando algo inteligible, le arrastró fuera de la pista.

Le llevó hasta un camerino, oscuro. Con solo las luces del día colándose por entre las rendijas superiores de las paredes.

Yuri, que estaba besando a su novio sin algún frenó, se quiso arrimar hasta la grande banca en el centro del camerino pero, Otabek no se lo permitió. Cogió al rubio del brazo y le empotró contra la puerta.

Yuri gimió. Gimió fuerte.

Otabek le lamió el lóbulo de su oreja, y el rubio sintió derretirse por todos lados. 

Alguien carraspeó. 

La pareja abrió los ojos, ambos asustados y jadeantes. 

  —Parece que ni han notado mi presencia. 

La voz de Jean salió natural, sin resentimiento o muestra de burla. Yuri le miró, le observó bien. Miró sus ojos, sus facciones, su rostro y no encontró algo por lo que sentirse amenazado. 

Jean le devolvió la mirada y alzó los brazos. 

—Parece que he perdido totalmente —dijo. 

—Nunca fue un juego para mí—respondió Beka. 

—Lo sé, para mí dejó de serlo pero, fue demasiado tarde cuando me di cuenta.—JJ resopló —Espero que cuiden bien de esto que tienen, la prensa es muy sensacionalista. 

—¿Siempre puedes hacer un escándalo mayor, cierto?—Yuri se acercó a Jean de forma juguetona. 

JJ rió. 

Rió de verdad. 

A pesar de que había hecho todo ese torneo para poder conquistar el corazón de hielo de Yuri, no contó con que el destino siempre le iba a favorecer al kazajo que había estado en la cúspide del triángulo amoroso que se habían montado. 

Triangle ➸ Otayuri / PliroyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora