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Jaebum


Daba vueltas y caminaba de un lado a otro en el pequeño kiosko en el que trabajaba, sirviéndole bebidas a las tantas personas que iban y venían, algunos nuevos del día, otros no.

Me gritaban si no los atendía apenas llevaran dos segundos esperando; hacían desastre sobre el mostrador de madera, tirando sus bebidas por accidente o dejando migajas de comida . . . Y tenía que lidiar con todo yo solo.

─Te llaman ─me dijo Bruno, mi jefe. Estaba apoyado en el mostrador hablando con unas chicas. Lo fulminé con la mirada y me dirigí al señor que recién había llegado.

─Una Coors Light ─me pidió y asentí antes de ir en busca de su cerveza.

Se iba un grupo, y volvía otro más grande. Ya me dolían los pies de tanto moverme. Creo que era el día más ocupado que he tenido en la semana y media que tenía aquí, ¡y apenas eran las una de la tarde! Ya entendía a Jinyoung que llegaba muerto a la casa y con los pies hinchados. Me arrepiento de no haberle dado masajes antes porque ahora él tampoco me los dará a mí.

Mientras buscaba una nueva bolsa de hielo para llenar la hielera, Bruno se acercó a mí.

─¿Te importa encargarte del kiosko hasta que termine tu turno? Tengo unas diligencias que hacer ─Antes de que pudiera responder que sí me importaba, me palmeó la espalda y se dirigió a la salida del kiosko─. Gracias, campeón. Hasta mañana.

Respiré profundo para intentar calmar la ira que sentía y no lanzarle la bolsa de hielo atrás. ¿Para qué molestarse en venir si no hacía nada o se iba pocas horas después?

Llené la hielera y volví a servir bebidas a los clientes. De lejos pude ver a Bruno alejarse, abrazando a dos chicas rubias con las que estuvo hablando hace poco. Suspiré y negué con la cabeza: Ese estaba disfrutando sus vacaciones más que yo.

─¿Me puedes traer la cerveza a la tumbona? ─me preguntó una señora después de pedirme la bebida.

─Lo siento. No hay servicios a domicilio ─intenté sonar divertido, pero ella no pareció entender mi gracia. Me miró con seriedad, y algo molesta por mi respuesta.

─El otro bar les sirve a los clientes en sus tumbonas y mesas, ¿ustedes no? ─habló sobre el bar vecino y me encogí de hombros.

¿Cómo se supone que salga del kiosco a atender a los que están en la comodidad de sus tumbonas cuando ya tengo que atender a los que están sentados delante de mí? Si no se había dado cuenta, ¡estaba yo solo!

─¡Una piña colada, por favor! ─escuché a una chica gritar detrás de mí.

─Lo siento ─volví a disculparme con la señora. Rápidamente le serví su cerveza y se la entregué. Me tiró el dinero en la cara y se fue. Apreté los dientes ante su acción grosera. Cogí el dinero del mostrador, y otro poco que cayó al suelo, y lo conté─. ¡Hey! ¡Falta un dólar! ─le grité, pero lo que recibí como respuesta fue el dedo del medio sin siquiera girarse a verme.

Qué imprudente. . . .

Volví a lo mío, dejando atrás el odio que me creció hacia esa gorda rubia, y fui a atender a la chica que me había pedido la piña colada.

─¿Sin alcohol o con alcohol? ─le pregunté, no con una sonrisa como solía atender a los clientes, sino serio, y todo por esa vieja espantapájaros.

─Con alcohol ─respondió y asentí.

Le preparé la bebida y le puse una sombrilla miniatura de plástico roja, como el color de su pintalabios. A los clientes que pedían piña colada, les ponía una sombrilla dependiendo de un color que lleven puesto y que haya notado a primera vista.

Find You {Im Jaebum}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora