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Soomin

Sentía que en cualquier momento mis oídos iban a estallar y sangrar. El zumbido era insoportable, y todo gracias por estar sentada cerca del ala del avión. Mi hermana Sooyun iba durmiendo a mi lado, con cubre ojos para que la luz no la molestara. Mientras yo lloraba en silencio y me cubría los oídos, intentando parar el zumbido, pero era imposible. Lo intenté todo, desde tapones de oídos hasta audífonos, pero nada funcionaba.

En una hora aterrizaríamos y ya podía ver por la ventanilla que estábamos sobre territorio Brasileño.

¡Por favor que ya pueda salir de aquí o mis tímpanos explotarán!

El dolor no se detuvo, más bien incrementó, y yo ya estaba sollozando. Mi cabeza daba vueltas y no encontraba posición en la que estuviera cómoda en mi asiento.

─¿Ya llegamos? ─preguntó mi hermana con voz soñolienta. Se quitó el cubre ojos y se sentó correctamente para luego mirarme y sorprenderse─. ¿Estás bien? ─Negué y me acerqué a ella, apoyando mi frente en su hombro en lo que me abrazaba.

Le expliqué que el zumbido me estaba matando e intentó calmarme.

Vi la gloria cuando el avión aterrizó y poco después los pasajeros fueron saliendo. No perdí el tiempo y me puse de pie, cogí mi bolso y con mi hermana detrás salimos del avión.

Estando en tierra firme aún podía sentir el zumbido, pero esta vez menos. Sin embargo, estaba sorda. Literalmente. No podía escuchar nada a menos que gritaran.

Tomamos un taxi para llegar hasta nuestro hostal, pero jamás creí que sería tan largo el camino gracias al tráfico. El calor era fuerte, un calor tropical. Intenté distraerme viendo el panorama. El mar estaba al lado izquierdo de nosotros, mientras que la ciudad al lado contrario, llena de edificios altos, la mayoría viejos. Autos, camionetas, motos peculiares, taxis, buses. . , todo tipo de transporte terrestre se podía apreciar en las calles.

¿Cómo se sentiría subirse a una moto de esas? Jamás había visto ese estilo antes. . . . ¡Y se subían hasta cuatro personas! ¿No se supone que son solo dos asientos?

La música dentro del taxi era una típica brasileña, y bastante animada, aunque apenas la podía escuchar.

Una hora más tarde llegamos a la calle de nuestro hostal, exactamente a tres calles de la playa más popular. El taxista nos dejó en una esquina, frente a un supermercado pequeño, ya que la calle para ir al hostal era muy estrecha y los autos no podían pasar. Ambas sacamos nuestras maletas del maletero y nos dirigimos por la calle estrecha, en busca de lo que sería nuestro hogar por dos meses.

Veíamos varias personas por el camino, algunas sentadas en un pequeño bar-restaurante, y las que nos seguían con la mirada. Incluso, algunos hombres nos llamaban con silbidos y haciendo otro sonido con la boca, que sonaba como si una llanta estuviera desinflandose. Eso sólo nos asustó un poco. Nos apresuramos a llegar a nuestro hostal. Mi hermana se guiaba por su teléfono, y yo la seguía. En un momento se detuvo y buscó con la mirada el edificio, hasta que dio con el nombre del hostal. No se veía muy bonito por fuera, pero no le tomamos importancia.

Entramos al edificio, quedando en el pequeño lobby de este. A un lado estaba un mostrador, detrás de este una puerta que llevaba a no sé dónde, y al fondo del lobby unas escaleras que llevaban a los pisos superiores.

Find You {Im Jaebum}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora