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Punto de vista de Lucía...
Ya tan solo faltaban 5 minutos para que el castigo se terminara, y luego... libertad. Podía ver a todos mis compañeros ansiosos y mirando el reloj sin parpadear, impacientes por largarse de ese infierno.
Mentiría si dijera que yo no quería irme. Quería comprar unos nuevos auriculares y... digamos que no me siento muy cómoda con Ross a mi lado. Pero, él si parece muy cómodo, ya que no deja de mirarme, y eso me incomoda, aunque me halaga. Si, muy masoquista, ¿eh?
Al tocar el timbre, todos salieron corriendo como alma que lleva el diablo, incluso el profesor. Sin embargo, yo me quedé para que no me aplastaran al salir, al igual que el rubio, quién parecía pensar... Al notar que yo tomaba mi mochila, saltó de su silla y me miró con emoción.
—¿Quieres ir a tomar algo, Lu? —preguntó con sus ojos café brillando de entusiasmo. Negué con la cabeza.
—No creo que sea buena idea. —contesté, y su sonrisa se borró.
—Entonces... ¿quieres venir a mi casa? Estarán mis hermanos, y mi hermana, seguramente te llevarás bien con ella. —propuso, pero antes de que siguiera hablando, lo interrumpí.
—No puedo, Ross. Tengo... que comprar algunas cosas, además... no creo que sea una buena idea.—repetí seriamente, y su rostro se tornó algo molesto.
—¿Por que no aceptas ninguna de mis invitaciones? ¿Por que no sonríes? ¿Por que usas abrigo en verano? —preguntó alterado, haciendo gestos con las manos.
—No te incumbe. Ahora, déjame sola, ¿quieres? —pedí sin responder ninguna de sus preguntas. Eso pareció molestarle, pues sin decir palabra tomó sus cosas y salió del salón apresuradamente.
Suspiré profundamente. Se había enfadado, y yo lo sabía. Pero, ¿por que me importaba tanto? Sin prestar atención, yo también tomé mis cosas, y comencé a dirigirme a la salida, cuándo alguien entró en el salón, y cerró la puerta encerrandonos.
Y yo sabía muy bien quién era ella.
Se llamaba Ashley, nombre de diva, ¿eh? Era un año mayor que yo, y su objetivo al parecer era joderle la vida a todos los marginados sociales como yo. Era una rubia platinada, con ojos color azul cielo, parecía tener un aspecto angelical. Aunque sus acciones la delataban.
—¿Que hacías con Lynch, emo? —quiso saber furiosa. A ella le encantaba llamarme emo, era como su pasatiempo favorito.
—Solo hablábamos, no tiene nada de... —razoné, pero antes de acabar me interrumpió bruscamente.
—Cállate, imbécil. No vuelvas a acercarte a él. Es mio, ¿me entiendes? ¡Mío! Y si vuelves a hablarle, tomaré cartas en el asunto. —al decirme eso, salió dando un portazo.
Ya sabía que estaba mal que Ross me hablara. Ya sabía que iba a traerme problemas, y ahora... ahora debía alejarme de él, como sea. Pero, debía hacerlo.
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Al llegar a mi casa, todo se escuchaba silencioso, por lo que comencé a preocuparme. Como mis padres siempre discutían yo ya me había acostumbrado a escucharlos al llegar de la escuela. Y ahora que lo no los oía, se sentía extraño.
Entré en la cocina, y vi un papel. Decía que mi madre había salido de la ciudad para visitar a mi abuela materna, y mi padre.... había salido para ayudar a mi tío paterno con algunos problemas. Ya estaba acostumbrada también a eso, a que me dejaran sola en la casa, a que nunca estuvieran ahí para mi.
Subí a mi habitación, y pusé el pestillo. Dejé la mochila a un lado de la puerta y miré por la ventana, directamente a la casa de al lado. Gente nueva se estaba mudando, y uno de ellos me parecía extrañamente familiar.
No presté atención, y me senté en mi cama, reflexionando sobre lo que debía hacer con Ross. ¿Me alejaba o no? Bueno, tenía que admitir que él era muy buena onda, aunque era muy hablador.
Si no me alejaba, Ashley probablemente me haría la vida. Aunque, no creía que pudiera más imposible de lo que ya hacía. Me insultaba, en clases de gimnasia más de una vez me golpeó "accidentalmente" con la pelota. Y... yo no se que le hice, pero ahí está ella, haciendo que mi vida sea una mierda.
Quizás si debía alejarme de aquél rubio, o mi vida se volvería más insoportable, y podría tomar medidas que de las que me arrepentiré profundamente.
Definitivamente, a partir de ese momento, no podría hablarle más.
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Punto de vista de Ross.Al llegar a mi casa, mis padres me dieron un sermón que duró como media hora. Estaban muy molestos. Pero, me libré de un buen castigo de su parte, seguramente por ser la primera vez.
En ese momento, me encontraba en mi habitación, mirando al techo, pensando en aquélla chica de actitud extraña. Asi es, Lucía. A pesar de que no respondió mis preguntas, no podía enojarme con ella, me era algo imposible. Necesitaba hablar con ella, necesitaba hacerlo, era una gran necesidad. Creo que se había molestado un poco conmigo cuándo me fui apresuradamente de ahí.
Ryker entró a mi habitación. Sin embargo, yo no lo miré, pues seguía pensando en aquélla chica de tan lindad facciones.
—Ey, ¿de vuelta pensando en Lucía? —preguntó sonriendo picaramente. Asentí levemente.
—Creo que me gusta. —comenté pensativamente.
—Pues... parece ser una buena persona. Pero, no sonríe mucho. —replicó él.
—Lo se, intento hacerle sonreír. Pero, parece una tarea imposible. De todas maneras, no voy a rendirme. —dije.
—Invitale a ir a algún lado o que se yo. —propuso haciendo gestos con las manos. Suspiré profundamente.
—Ya rechazó mis dos invitaciones. Ya no se que hacer. —repliqué mirando nuevamente al techo.
—Pues... primero intenta acercarte a ella. Hazte su amigo, y luego... la invitas al cine o a tomar un café. —indicó y salió de mi habitación.
Si, era buen plan. Lo seguiría.