A la velocidad de un rayo me separé del rubio teñido, y miré a mi hermano, Mark, quién alzaba una ceja de manera interrogante. Estaba bien jodida.
-¿Que pasa aquí?-quiso saber. Miré al techo, esperando salir viva de esa. Si, era demasiado exagerada.
-Eh... Mark, él es Ross, un... amigo.-presenté. Mi hermano se acercó un poco.
-Claro, un "amigo"-sonrió sarcasticamente a Ross, quién se encontraba algo confundido. Seguramente porque no sabía quién era Mark.
-Lo juro, es un amigo. Ross, él es Mark, mi hermano.-presenté nuevamente.
-¿Hermano? Pensé que no tenías uno.-comentó con una pequeña sonrisa incómoda.
-Pues claro que lo ten... un momento, ¿como carajos podrías haber pensado que yo no tenía uno?-pregunté con desconfianza. Entonces comencé a sospechar algo.-¿me seguiste a mi casa?
-Eh... no, ¿como crees?-preguntó con nerviosismo. Alcé una ceja, como Mark lo había hecho antes. Maldito y bonito rubio. Eh... ¿que acabo de decir?-está bien, si. Di que soy un acosador.
-No voy a decir nada. En fin, hace poco me enteré de que soy adoptada, y Mark es mi hermano verdadero. -expliqué, ya que Lynch no entendía nada.
-Asi es, soy su hermano, y te advierto que soy una persona muy celosa. MUY celoso.-advirtió Mark de forma amenazante a Ross, quien dio un paso atrás con los brazos cruzados.
-No te ofendas, amigo. Pero das miedo. -dijo el rubio. Mi hermano sonrió.
-Esa es la idea: dar miedo para que nadie se acerque a mi hermanita.-replicó. Lo miré alzando una ceja.
-¿Eso significa que no me dejarás acercarme a nadie?-pregunté.
-Si. No fiestas, no alcohol, y nada de chicos hasta los cuarenta. -avisó seriamente. Rodé los ojos. Sobreprotector.
-Eso no es justo. Nos conocemos hace... un día y ya me sobreproteges.-me quejé con pesar.
-Bueno... Lucía, te espero para llevarte a mi casa para el trabajo. ¿Vale?-me preguntó Ross. Asentí, sin darle mucha importancia. Pero mi hermano si se la dio.
-¿Trabajo? ¿que trabajo? -quiso saber con desconfianza.
-Uno de biología.-respondió el rubio teñido. Como que ya me acostumbré a llamarlo rubio teñido...
-¿Biología? Eso no me gusta. Se más claro.-ordenó Mark, seriamente.
-Es sobre la reproducción. -repliqué. Y él se sonrojo levemente, y comenzó a negar con la cabeza.
-No, no, no. Nada de reproducciones por aquí. No.-dijo. Y entonces comprendí a que se refería.
Maldito mal pensado.
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Después de mucho rogar a Mark, por fin me dejó ir a la casa de Ross para hacer ese estúpido proyecto. Aunque, técnicamente, no podía impedirme que fuera a la casa del rubio. Pero por si acaso...
Al entrar junto a Lynch a la casa, una chica de su edad, o más, nos saludó alegremente. Me presenté con algo de timidez. Sin embargo, ella me abrazó como si nos conociéramos de toda la vida.
Fue cuando recordé que ella era la hermana de Ross. Eh... Rydel Lynch si no me equivocaba. No me juzguen, no tengo buena memoria. Es más, tengo la memoria de un pez.
La cosa fue que la chica me cayó super bien. Hablaba mucho, igual que Ross. Aunque supongo que eso era genético. Era muy tierno ver cuando ella decía al rubio que porque no nos había presentado antes. Y él arrugaba la nariz en forma de protesta, murmurando que yo había estado ocupada con "asuntos".
-Y díganme, ¿ya tuvieron su primera cita?-preguntó Rydel con curiosidad. Ross, que en ese momento tomaba algo de jugo de naranja, lo escupió en mi rostro. Mi expresión debió de ser épica, ya que la hermana del chico soltó tremenda risotada.
-No... no somos novios, ni nada por el estilo.-respondió el rubio, dándome un pañuelo para que me secara.
-Eres un asco, Ross.-dijo Rydel quién no paraba de reír. Su risa era contagiosa, por lo que sin poder evitarlo, comencé a reír también. Parecíamos dementes riéndonos de esa forma, tanto que Ross nos miró con una cara de: ¿que se fumaron éstas chicas?
Fue algo épico.
-Ok, esto ya da miedo.-admitió el rubio alejándose un poco de nosotras, quiénes ya habíamos dejado de reír, pero no podiamos quitar la sonrisa tamaño gigante de nuestros rostros.
-No, pero ya en serio, Ross. ¿Cuándo invitarás a Lucia a una cita?-preguntó ella alzando ambas cejas repetidamente. Me sonroje por completo, y el rubio más que yo. Parecía tomate. -aw, te sonrojaste.
-No, ¿en serio? No me di cuenta.-replicó Ross con el sarcasmo más evidente del mundo.
-Pues date cuenta. Oye, Lucía, tenemos que arreglar para salir al centro algún día. Me caes muy bien, chica.-comentó Rydel con una sonrisa. Sonreí también.
-Genial. Cuándo quieras, Rydel. No tengo problema.-dije.
-Super. Y a ti.-señaló a Ross.-no quiero que sigas trayendo a esa chica ligera de ropa. Esa rubia platinada me cae muy mal.-al oír eso, me imaginé a Ashley. Pero no, no podía tener tanta mala suerte. Miré a Ross, alzando una ceja.
Estaba molesta, y no sabía porque...
-Oh, vamos. Ashley solo es una amiga.-defendió él. Rydel se dio en la frente con la palma de la mano.
Y... yo tenía razón.
-Claro, "una amiga".-dijo ella sarcasticamente. Y recordé vagamente a Mark, quién había utilizado las mismas palabras y el mismo tono de voz aquella mañana.
-Lo juro. Además, no es mi tipo. Prefiero una chica más sensible.-me miró por un segundo fugaz. Y me sonroje.
-Aw. Las chicas que se sonrojan cuándo les dicen algo bonito están en peligro de extinción. -comentó enternecida. Y luego agregó. -oh. Estoy interrumpiendo su momento romántico.
-No tengo idea de lo que estás hablando. -repliqué seriamente.
-Claro, no sabes.-ésta chica es la reina del sarcasmo, ¡lo dice mejor que yo!-bueno, me largo. Lucía, pasame tu número, así podemos arreglar para salir al centro.
-Vale.-intercambiamos números y ella se fue, diciendo que tenía que comprar algunas cosas. Me dejó a solas con Ross, con quién terminé media parte del proyecto. Hubiera seguido con aquéllo, pero la vagancia me ganó la batalla.
Luego me acompañó a mi casa, y en el camino hablamos de varias cosas. Los momentos incómodos sobraban... ¡y vaya que si eran incómodos!