Act. IV

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Cada día que pasaba Kihyun seguía acudiendo al mismo museo porque él sabía que en cualquier momento Im Changkyun llegaría a su lado, para tomarle una fotografía sin previo aviso o para comentar cualquier estupidez. La personalidad del castaño se le hacía demasiado extraña, porque podía pasar de ser un sarcástico total a avergonzarse por detalles mínimos que al pelirosa le parecían absurdos. Un ejemplo de esto era que se le insinuaba de una manera tan natural que Kihyun cada vez comenzó a tomarlo menos en serio.

Aunque efectivamente, a Changkyun le gustó Kihyun desde que lo vió. Pero eso ya era un tema más complicado.

Las semanas pasaban y Kihyun ya no sollozaba como antes, porque cada día el castaño llegaba más temprano que el día anterior al museo, sólo para verle. Cualquiera diría que habían acordado reunirse, pero no fue así; sólo pasó. Inconscientemente era algo que ambos querían, porque desde que cruzaron palabras no quisieron olvidarse.

—¡Changkyun! —el mayor se hartó, sin embargo el castaño seguía observandolo a través del lente de su cámara.— ¿Podrías dejar de fotografiarme a cada segundo? 

Hizo su cámara a un lado y le observó como si hubiese hecho el descubrimiento más grande del mundo. —Dilo otra vez. —si Kihyun ya se encontraba molesto en ese momento, aquellas palabras causaron que rodara los ojos y su molestia aumentara aun más; odiaba repetir lo mismo dos veces.

—¿Qué, acaso no escuchaste? Te pedí que dejaras de tomarme fotografías, no puedo hablarte correctamente si estás apuntándome con esa cosa todo el tiempo. —bufó.

—Esa cosa que tu dices se llama lente, y no me refería a eso. 

—¿Entonces qué? —esta vez fue el turno del menor de rodar los ojos, Kihyun era difícil de tratar porque la mayor parte del tiempo tenía plantada muecas de desagrado en su rostro o el ceño fruncido. Aun así eso no detenía a Changkyun para molestarlo cuando tenía la oportunidad, de hecho lo alentaba a hacerlo.

—Dijiste mi nombre, dilo de nuevo. —su grave voz y la felina mirada en sus ojos descolocaron un poco a Kihyun, no había notado que pronunció su nombre pero sí logró percibir el calor que se acumuló en sus mejillas, y el sudor de sus manos al no saber qué hacer con la penetrante mirada puesta sobre su ser. No sabía como describirlo exactamente, pero aquella fue la primera vez que se sintió débil ante la mirada de Changkyun, porque jamás lo habían mirado de aquella forma.

El color de las mejillas de Kihyun hacía juego con el tono de su bálsamo labial de fresa y también con sus degradadas hebras rosadas, ¿Cómo era posible siquiera que un ser humano llegase a igualar (e incluso superar) la belleza y perfección de los ángeles? Changkyun no lo creía posible hasta que contempló en aquel momento a Yoo Kihyun. —Eres tan malditamente lindo. —Tomó nuevamente su cámara y grabó aquella preciosa imagen que proyectaba el muchacho, aunque estaba seguro que ni el mejor lente de cámaras podía retratar de manera exacta su perfección más que sus propios ojos. 

Kihyun volvió en sí una vez escuchó el típico click que hace unas semanas estaba acostumbrado a escuchar, pero esta vez en vez de golpear en el brazo a su acompañante simplemente formó una casi imperceptible sonrisa en sus labios. —Que estúpido.

—Pero así te gusto, rosadito

—Eso quisieras.

—La verdad sí. —Changkyun rió, esta vez sí recibió un fuerte golpe en su hombro derecho.


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🌌✏me encantan mucho estos dos, y ustedes también ah¿

ART。➳changkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora