Llevaba quizás unos quince minutos con su vista clavada en la puerta frente a la cama, aguardando paciente, con esperanza. "Debe estar por venir...sólo unos minutos más" se repetía una y otra vez a medida que el molesto silencio de la habitación acentuaba su insomnio y nerviosismo.
Hace media hora atrás, Changkyun le había obligado a quedarse en su cuarto insistiendo en que era lo correcto al ser su invitado esa noche. Kihyun se negó un montón de veces, sin embargo terminó dejando atrás su terquedad al notar que no conseguiría nada.
El castaño seguramente estaría dormido en el cómodo sofá de la sala, mientras él moría imaginando los posibles escenarios que podía tener junto al menor. O por lo menos eso creía, ya que no existía forma en que supiese que Changkyun se encontraba de pie, justo detrás de aquella puerta, luchando contra sus demonios para no cometer alguna estupidez.
Un pensamiento fugaz pasó por sus cabezas casi al mismo tiempo; "Tal vez el este esperando por mí"
La puerta se abrió.
La cama crujió.
Ambos se ruborizaron, sus corazones palpitaban a una velocidad e intensidad indescriptibles, como si alegasen por la necesidad de permanecer unidos, casi como imanes. Esta vez, la oscuridad era su aliada, cubriendo cualquier rastro de vergüenza en sus rostros.
-Tardaste demasiado. -suspiró el pelirosa, oyendo el suave respirar del contrario a unos metros lejos de él.
-Esperé el tiempo suficiente para que me extrañaras. -sus pasos eran cautelosos hacia el borde de la cama, en el cual Kihyun le había echo un lugar bajo las sábanas mientras sonreía bobo.
-Extrañé tus besos. -confesó, rodeando con sus brazos el cuerpo de quien se recostaba a su lado en aquella fría noche de invierno, aunque irónicamente para él fuese una de las más cálidas de su vida entera. -Ven aquí. -susurró dulcemente sobre su cabello castaño, justo cuando el menor terminaba de acurrucarse en su pecho.
Era increíble la manera en que sus cuerpos encajaban: como si sus brazos estuviesen hechos para rodear perfectamente su espalda, como si las curvas de su cuerpo hubiesen sido moldeadas para ser cubiertas por sus manos. Changkyun se sentía completamente enamorado de Yoo Kihyun, amaba cada detalle (des)conocido de su ser.
Desde aquella posición podía sentir su corazón bailar bajo su pecho, con cada una de las acciones que realizaba, por más mínimas que fuesen, como al dar un pequeño apretón a su cintura o acariciar lentamente hasta llegar a su cadera. El moreno sonreía con los pequeños saltitos que Kihyun daba involuntariamente, porque de cierta manera le agradaba el saber que sus diminutos e inocentes toques tuviesen tanto efecto sobre el mayor.
Kihyun se removió con la idea de cambiar de posición, hasta que con algo de inseguridad logró sentarse sobre las piernas del menor y una vez más, agradeció a la oscuridad de la habitación. El normalmente no hacía este tipo de cosas con nadie, por el hecho de que nunca tuvo la confianza en sí mismo que necesitaba ni mucho menos la necesidad de expresar su amor de forma física. Pero la historia se tornaba diferente ahora.
Aunque no tuviese una clara visión de la felina mirada de Changkyun en ese momento, jamás se había sentido más deseado, tan precioso e importante ante los ojos de alguien. Le costó bastante trabajo notar que cada vez que ese estúpido fotógrafo le observaba, su mirada era igual o más brillante que cuando contemplaba una de sus pinturas favoritas. Que con el tiempo, se había convertido en la obra de arte que más sensaciones le hacía sentir dentro de aquel museo que el castaño tanto amaba.
Para Kihyun, el menor significaba en su vida algo distinto. Se había convertido en el pilar que sostenía las ruinas de su corazón, en un rayo de sol en los días lluviosos de su alma.
Luego de lo que les pareció una eternidad, volvieron a fundir sus labios en un lento y tímido beso, reconociendo nuevamente el sabor de sus bocas para pasar a un vaivén más necesitado, un tanto más intenso, desesperado. El silencio no lo soportó y abandonó la habitación, dejando en su lugar el placentero sonido de sus labios chocando incontables veces.
Las manos del castaño fueron a parar al cuello de su amante, controlando la intensidad y dirección de sus besos. Kihyun se esforzaba para que sus escuálidos brazos dejasen de temblar, sentía que Changkyun tenía demasiada influencia en su cuerpo y eso le hacía querer mucho más. Mordió con avidez su labio superior arrancando un pequeño gemido de sus labios, mientras tomaba una de las manos que descansaba sobre su nuca y la guiaba hacia su vientre, bajo su camisa. -Tócame, Changkyun.
Tócame.
Tócame.
Tócame.
Su mano sobre la suave piel del mayor, el rastro de saliva en sus labios, el calor de sus cuerpos, Kihyun sobre él, Kihyun suplicante. A un solo toque de perderlo todo.
Las manecillas del reloj se detuvieron, el tiempo se paralizó junto con su cuerpo y sufrió una inmensa caída a la realidad, ¿qué estaba por hacer?
-No puedo hacerlo, perdóname. -retiró su mano, dolido, frustrado. Sabía que sus palabras le harían daño, sin embargo no fue capaz de encontrar una mejor salida al gran problema en el que estaba involucrado. No quería dañar a Kihyun pero eso fue exactamente lo que hizo.
En los ojos del pelirosa se acumularon las lágrimas al instante, sin poder creer las palabras que salieron de la boca de aquel a quien le profesaba sus más sinceros sentimientos. -¿Qué? -logró articular, lleno de tristeza y quizás rabia. Como dolía el rechazo.
Tal vez se hizo una imagen distorsionada de la realidad, creo sentimientos en donde no los había y se había dejado llevar por el amor que creía tener, por el contrario, quizás el castaño sólo estaba jugando con él.
Kihyun huyó de la habitación.
¿Cómo fue posible que se le cruzara la idea de que podría ser un sentimiento recíproco? Después de todo ni siquiera él mismo era capaz de cargar y recoger todos sus pedazos.
Quizás el era una pieza, más no de arte.
//Ha pasado demasiado tiempo pero regresé, espero no me olviden;'( diganme qué les pareció esta basurita♡