Capitulo VIII

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Dos semanas pasaron desde la primera carrera y aún no recibía ningún mensaje de James Bond, suena gracioso hasta con pensarlo.

Dominic no me volvió a hablar y tampoco me dirigió la mirada. No se despegaba nunca de Sophie. No les conté a los mellizos lo qué pasó entre nosotros, aunque estoy segura de que lo sospechan. Kevin me contó que había logrado acceder a los archivos policiales, pero que aún no encontraba el expediente de mis padres.

El otoño había llegado y la ciudad se veía tapada de hojas secas, parecía un lugar lleno de tristeza. Los días eran de color gris y, a veces, sepia, como las fotos antiguas. Ha llovido todo el día. No era una lluvia fuerte e intensa sino calma y suave, de esas que solo te molestan en la cara y te hacen parpadear a cada segundo.

Estábamos en la clase del profesor Hill cuando mi celular vibró notificando la llegada de un mensaje.

Número desconocido;

-Segunda carrera del torneo Camino de las Espinas: viernes a medianoche en Carson Valley, los interesados en competir presentarse una hora antes para inscripción o re inscripción.

-¿Algún problema, Alex?- preguntó Sam.

-No, es un mensaje de Bond. El viernes es la segunda carrera.

-¿Volverás a competir?- preguntó Violet.

-Claro que sí. Me ha dejado buena ganancia. Lo aprovecharé- hice un pequeño silencio- Creo que necesito un nuevo auto. ​No puedo seguir corriendo en mi Camaro, es arriesgado.

-¿Cómo piensas conseguirlo?- me ofreció Sam.

-¿Hay algún lugar en la ciudad en donde se pueda comprar autos viejos? Quizá alguna chatarrería, es mejor si es un auto difícil de identificar.

-Daryl y Jim. Tal vez ellos puedan ayudarte- dijo Violet.

-Claro. Es verdad. Ellos tienen un negocio de chatarrería y siempre tienen un auto para armar- aseguró Sam.

-Genial ¿Les parece que vayamos con ellos luego de salir de aquí?- pregunté.

-Claro. Nosotros te acompañaremos.

Quería ir a donde Daryl y Jim. El tiempo pasaba lento. No me había podido concentrar en las clases, sólo miraba el reloj verde que se encontraba colgado en la pared de enfrente. Escuché claramente cuando el profesor terminó y se despidió. Guardé mis cosas rápidamente y salí volando, literalmente, por el pasillo llevando de la mano, prácticamente arrastrando, a los mellizos. Subimos a mi auto mientras ellos me explicaban cómo llegar al lugar. Nos perdimos en dos oportunidades ya que Sam no era bueno guiando.

Llegamos a un lugar que se encontraba a unos cinco kilómetros de la ciudad, no había mas casas cerca. Apagué el motor del auto y bajamos.

-DARYL- dijo Sam, esperó unos segundos- JIM- volvió a gritar.

De adentro de la casa salió un muchacho de unos treinta años con una barba pelirroja, no tan larga, tenía la ropa manchada con aceite negro.

-Los hijos del Alcalde, ¿A qué debo esta visita tan agradable?- dijo él amablemente.

-Hola, Daryl. Venimos en busca de tu ayuda y la de tu hermano- dijo Sam extendiéndole la mano para saludarlo.

-JIM! JIM! NOS NECESITAN A AMBOS- gritó Daryl.

Jim llegó hasta nosotros, nos saludó con la misma amabilidad con la que antes nos había saludado pelirrojo. Jim era unos centímetros más bajo que su hermano, tenía un aspecto asiático. No era nada parecido a Daryl, de seguro también era más joven. Su pelo era un poco largo y lacio.

-Ahora sí chicos, pueden decirnos lo que necesitan de nosotros- dijo Daryl.

-Necesito un auto, pero no uno cualquiera. Necesito uno modificado, que me haga ganar cualquier carrera, con nitrógeno, carrocería reforzada, motor con gran potencia, ustedes saben de lo que les hablo- contesté.

-¿Cómo dijiste que era tu nombre?- me preguntó Jim, con algo de sospecha.

-No lo dije. Soy Alexa Owen- respondí segura.

-Espera un segundo, ¿Tú eres la chica que ganó la primera carrera del Camino de las Espinas?- preguntó Daryl sorprendido, yo asentí con la cabeza.

-Ya me lo imaginaba, estuvimos esa noche allí. Estuviste increíble. Tu Camaro es hermoso, ¿Podemos verlo?- dijo con alegría Jim.

-Sí, claro.

Fuimos hasta mi auto y abrieron el capot.

-Wow, tienes un motor compresor Saleen 550 HP bajo el cofre que suena maravilloso. Eso explicaría mucho. Tienes conección de oxido nitroso sobre el motor. La ventaja es que puedes usar el nitro cuando quieras o sea necesario y no constantemente ¿Quién realizó este trabajo?- preguntó Jim mirándome.

-Fui yo. Hace unos meses junto con unos amigos trabajamos en él- respondí y todos me miraron sorprendidos, incluso los mellizos.

-Bien niña, dinos lo que quieres. Nosotros te ayudaremos, aunque no saldrá nada barato- me aseguró Daryl.

-El dinero no es problema para mí- aseguré.

-Además nosotros también la ayudaremos, ¿Verdad Sam?- dijo Violet mirando a su hermano quien asistió con la cabeza.

-Elige el auto que gustes. Tómalo como un regalo de nuestra parte con la condición de que nos dejes ayudarte, que seamos tus mecánicos personales- me dijo Jim con una sonrisa.

-Hecho. Un ofrecimiento de ayuda nunca está de más- les respondí devolviéndole la sonrisa.

Caminamos por todo el terreno en busca del auto perfecto. Autos de todos los modelos y colores había allí. Traté de elegir uno que no necesitara demasiados arreglos ya que la carrera era en a penas unos días.

En una esquina encontré un Volkswagen Jetta de 1995 personalizado. Era de color blanco. Estaba casi intacto, necesitaba unos retoques en los asientos, algunos en el tablero. No tenía motor, pero Daryl me dijo que él se encargaría de conseguir uno bueno. La pintura estaba bastante bien así que no tendríamos nada de trabajo ahí.

-Definitivamente este es el auto que quiero- dije emocionada.

-Bien, niña. Entonces cuando quieras empezamos con las reparaciones- comentó Jim.

-Después de clases puedo venir, ¿Les parece bien?

-Te estaremos esperando.

-También vendremos- dijo Violet- Yo no sé nada acerca de esto, pero tal vez pueda servir refrescos y comida.

-Yo puedo pasar las herramientas- agregó Sam.

Saludamos a los hermanos y subimos al auto.

-Oigan, gracias por todo chicos- les dije a los hermanos.

-Gracias a ti por dejarnos pasar esto contigo- dijo Sam.

-Si, estos meses han sido geniales a tu lado- sentenció Violet.

-Esto se volvió tan cursi que mi auto comienza a apestar a ternura- comenté volviendo mi vista al frente y encendiendo el motor.

Salimos de la casa de Daryl y Jim y volvimos a la ciudad.

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